25 municipios cántabros siguen limpios de coronavirus y en 39 ya no hay casos activos

Los expertos reconocen que todavía tienen más preguntas que respuestas sobre el Covid-19, pero en el medio año que casi ha transcurrido desde que se notificaron los primeros casos en China, la observación de sus efectos ya permite concretar algunas certezas sobre su comportamiento: aunque no se transmite de manera tan sencilla como otros virus -no viaja por el aire, por eso la distancia física entre personas es el principal consejo-, su capacidad de supervivencia fuera de los organismos y el hecho de que una persona infectada puede contagiar la enfermedad mucho antes de que manifieste síntomas ha facilitado su expansión. La interconexión del mundo ha convertido el coronavirus en una letal pandemia global que, sin embargo, han logrado esquivar de momento 25 municipios de Cantabria.

Camaleño, Cieza, Lamasón, San Roque de Riomiera, San Miguel de Aguayo, Saro... todos limpios. La mayoría de ellos, casi una cuarta parte de la comunidad autónoma, pequeños ayuntamientos rurales y apartados de los núcleos urbanos. Según los datos que proporciona de manera diaria el Servicio Cántabro de Salud (SCS) y que registra los positivos detectados por prueba PCR, Pesquera (68 vecinos), Tresviso (70) y Tudanca (145), los tres con menos censo de la región, también están en esa lista. «El aislamiento, la poca población y la dispersión hacen que haya poco contacto entre la gente. Lo de vivir en un pueblo ahora se ha vuelto un valor. Para otras cosas no, pero para un virus esas condiciones nos benefician», razona Secundino Caso, alcalde de Peñarrubia, quien se felicita de que el inicio del confinamiento fuera en marzo y no en Semana Santa o en verano, cuando el tránsito y la llegada de personas sí es muy importante.

Caso asegura que durante los veinte primeros días el comportamiento de los vecinos ha sido excelente y a partir de ahí, sabiendo que si no llegaba nadie de fuera ya era imposible que entrara el virus, hubo algo más de relajación: «Al principio la gente tenía mucho miedo. Sobre todo la gente mayor, por todo lo que veían en los medios de comunicación. Y ahora todo el mundo está pensando en qué pasará con esta reapertura y cuando la gente del pueblo que vive fuera empiece a venir. Hay nervios, pero por otro lado el que vive del turismo lo está deseando».

El alcalde apunta que aunque el confinamiento ha sido más llevadero en las zonas rurales, se han vivido situaciones «absurdas» por prohibiciones de ciertas actividades que no suponían ningún peligro, como atender los huertos, ir a por leña o recoger setas. «Es comprensible porque no se puede adaptar la norma a cada caso particular, pero era absurdo», insiste. Además, subraya que en los pueblos la presencia de controles menores también ha sido constante. Allí, además de los integrantes del destacamento de la Guardia Civil, también hacía labores de vigilancia el Grupo de Montaña, que estas semanas ha tenido menos actividad.

Como en Peñarrubia, también en Argoños el consistorio se ha encargado de llevar a casa de los vecinos más vulnerables comida y medicamentos para que ellos no pisaran la calle. El regidor, Juan José Barruetabeña, cree que esto y que los vecinos «se lo han tomado muy en serio» han sido las claves del éxito. A pesar de su tamaño -supera ampliamente los mil habitantes- y de ser una zona con muchas segundas viviendas, allí tampoco ha hecho acto de presencia el coronavirus. Había dificultades, porque la localidad tiene entradas desde diversos frentes (Meruelo, Castillo, Santoña o Cicero) y los controles de la Guardia Civil en estas circunstancias no eran una garantía excesiva. Además, Argoños también tiene una residencia de mayores en la que el Covid-19 no ha penetrado. «Es pequeña, pero tenemos el orgullo de que la longevidad es muy elevada. Les hemos llevado protección, hace unos días unos bocartes y también cuentos de pintar como los que hemos repartido a los niños. Ahora parece que todo el mundo mira a las residencias, pero nosotros lo hemos hecho siempre», subraya.

Un simple vistazo al mapa de distribución del coronavirus por Cantabria basta para apreciar que el reparto de los casos, por los motivos que adelantaba Caso, es muy desigual. Con claridad, la zona que se ha visto más afectada ha sido la más cercana al litoral, donde hay un mayor tránsito de personas y donde llegaron algunos propietarios de segundas residencias de Madrid o País Vasco la semana del 9 de marzo, cuando todavía no se había decretado el estado de alarma pero el coronavirus ya se movía a sus anchas por esos territorios.

De toda la costa, el único ayuntamiento que se ha librado por el momento es el de Ruiloba. Por comarcas, las del interior han tenido un menor número de casos. Ocurre por ejemplo en la de Liébana, donde incluso en aquellos municipios donde ha habido positivos han sido contados; en la zona del Saja-Nansa y en algunos puntos de Campoo y de Miera.

Además, otras 39 localidades han tenido positivos en el pasado pero ahora no cuentan con ningún enfermo en la lista de activos por Covid-19. De este grupo, donde más casos se localizaron fue en Bárcena de Cicero. Allí la cifra de infectados subió hasta 14 y dos de ellos necesitaron hospitalización, pero ya todos están curados. «Es una cosa que se ha llevado de forma muy privada. Nos daban un muerto desde el principio y hasta hace unos días no nos hemos enterado de quién era. Una mujer de aquí, pero que estaba viviendo desde hace un año fuera con una hija. Con el segundo fallecido que hemos tenido estamos igual. Los vecinos lo hablamos cuando salimos a dar un paseo, pero nada...», afirma el alcalde, Gumersindo Ranero.

A fecha de 15 de mayo, Torrelavega era la ciudad que más casos positivo tenía activos (108). La única por encima del centenar, que junto con los 66 de Santander sumaban el 50% de los pacientes aún sin recuperar. En el caso de los fallecidos, localidades medianas o pequeñas como Cabezón de la Sal o Limpias están entre las diez primeras en víctimas mortales por los focos que se han producido en sus residencias de mayores.

Y luego está el caso de once municipios -la mayoría incluidos en la lista de los 39 anteriores que ya están limpios- que han tenido un sólo caso. Es decir, que el coronavirus traspasó sus fronteras, pero las medidas de seguridad que se establecieron alrededor de los enfermos evitaron que esa persona se convirtiera en un foco dentro de su comunidad. Por lo menos no se han detectado oficialmente más positivos ni casos graves, lo que no siempre implica que no existan.