«Reducir las pruebas de Rayos del 'por si acaso' ayudaría a bajar la lista de espera»
El radiólogo santoñés Gerardo López Rasines se jubila después de 42 años de trayectoria en Valdecilla, doce de ellos como jefe de servicio
Después de 42 años de brillante trayectoria profesional en Valdecilla, el pasado 23 de junio fue un día muy especial para el Dr. Rasines. El ... del paseíllo de despedida. El de los abrazos, las palabras bonitas, los recuerdos... y hasta una visita sorpresa de sus dos nietas en su última mañana de trabajo en el hospital al que llegó como médico residente (MIR) en el año 83. El radiólogo Gerardo López Rasines (Santoña, 1958) se retira, «como Sabina» –la portada de su sesión de balance simula el cartel de la gira del cantante, 'Hola y adiós'–. Su foto retrato colgará pronto de la pared que rinde homenaje a los compañeros que ya forman parte de la historia de Radiodiagnóstico de Valdecilla, un servicio al que trató de dar «la visibilidad que se merece» durante su tiempo en la jefatura (de 2008 a 2020, cuando «a petición propia» decidió «dar paso a otros») y que ahora deja orgulloso de poder decir que es «excelente». «Los servicios centrales son los pilares fundamentales de un hospital». Ahí se acuerda también de Anatomía Patológica, otra pata fundamental del diagnóstico. «En 2019 el servicio de Rayos de Valdecilla fue reconocido como el décimo mejor de toda España». Ahora bien, no deja de reconocer que, «pese a tener más radiólogos y máquinas que nunca», arrastra «las mismas listas de espera».
«Lo que hace que no seamos todo lo bueno que podríamos es no hacerlo a tiempo». Pero dicho esto, aclara que «la lista de espera no depende de nosotros. Las peticiones llegan, el servicio realiza las pruebas y el radiólogo las informa. Ycada vez hacemos más. Cuando empecé de jefe, teníamos dos escáneres (TAC), montamos el tercero, ahora hay cinco. Teníamos dos resonancias, ahora son cuatro. Teníamos ocho ecógrafos, que han pasado a quince. Y la lista de espera se mantiene. Luego la demanda es la que hay que controlar», declara como recomendación de despedida.
Las frases
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Demanda creciente «Hay un síndrome propio de Rayos, el de Caperucita Roja: pedir pruebas extra 'para verlo mejor'»
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Análisis «Tenemos más máquinas y más radiólogos que nunca, pero la lista de espera es la misma»
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Valdecilla «Los servicios centrales son los pilares del hospital y nuestro servicio de Rayos es excelente»
La comparativa habla por sí sola: «En 2014 hacíamos 316.000 pruebas al año en radiología y en 2024 fueron 458.000. Sin embargo, la población de Cantabria es la misma». La radiología simple sigue siendo la que más se hace (más del 50% del trabajo diario). Después, la ecografía, el TAC y la resonancia magnética, que es la prueba que más se ha disparado. «Se hacen el doble». Y en cuanto a la plantilla, la evolución también ha sido al alza. «En 2010 éramos 34 radiólogos. En 2020, mi último año como jefe de servicio, teníamos 47. Pero es que en 2025 somos 55. Y seguimos con la misma lista de espera». ¿Cómo se da vuelta a esto? «Pues no lo sé. Probablemente, los políticos tengan que buscar la solución. Y habría que educar a la población, que también es muy demandante de pruebas». Rasines, que en 2018 fue muy crítico cuando se abrieron las peticiones desde Atención Primaria «sin tener los medios suficientes para atender la avalancha», analiza los factores que marcan a día de hoy la sobrecarga.
Más y más demanda
«La pirámide poblacional es importante, cuanto más mayores, más tumores ligados a la edad y más desgaste (problemas ortopédicos, de artrosis...). Ahora se ponen prótesis de cadera, de hombro, de rodilla, incluso se recambian a la gente porque la esperanza de vida aumenta, lo mismo que la lista de espera quirúrgica, sobre todo de Ortopedia y Traumatología», explica. Pero además del envejecimiento, apunta dos «síndromes» que engordan las listas de espera: el de Caperucita Roja, que «es propio de Rayos», y el del 'por si acaso'. «Antes, si hacías el diagnóstico con una ecografía pues no había que hacer más; ahora, aunque lo hagas con una ecografía y un escáner, en cantidad de ocasiones te piden una resonancia. Y cuanto preguntas ¿para qué, si ya sabes lo que tiene el paciente? Te dicen: 'Para verlo mejor'». De esa forma, «la mayoría de la gente se va con todas las pruebas hechas de forma escalonada», aunque muchas veces «no suponen un cambio en el diagnóstico ni en el pronóstico ni en el tratamiento».
Como mínimo, calcula que «un tercio de las pruebas que se realizan son innecesarias». Y ahí se incluyen muchas de las solicitadas 'por si acaso', el segundo síndrome que lastra las listas de espera. «Reducir esa petición de exploraciones que a la larga se va a ver que no aportan nada nuevo es una de las cosas que hay que plantearse para controlar la demanda», opina Rasines. «Por supuesto que hay que hacer todas las pruebas de diagnóstico por la imagen necesarias, ni una menos, pero el reto está en conseguir no hacer ni una de más».
El futuro de la profesión
En sus últimas horas en el despacho asignado como jefe de sección, aprovecha para repasar la evolución de la especialidad a la que ha dedicado su vida. «Han cambiado las técnicas, pruebas que se fueron descartando cuando se desarrolló la endoscopia (introducción de cámaras), todo se ha digitalizado, ya no hacemos placas en acetato, ni informes en papel, las imágenes han cambiado, pero nuestro trabajo es el mismo. Hacer una exploración, interpretarla y transmitir esa información a tiempo para la consulta sucesiva del paciente». «Y esos informes hay que redactarlos y explicarlos bien», reivindica.
Sobre el futuro de la profesión, cree que la inteligencia artificial (IA), a medida que se afine, ayudará a aliviar una parte de la lectura de imágenes «porque ese esfuerzo diagnóstico que tú haces cuando lees una placa, en el que comparas con lo que tienes tú en tu disco duro de haberlo visto antes o haberlo estudiado para llegar a un diagnóstico, la IA lo va a hacer mejor que nosotros».
Sin embargo, hay otros ámbitos que seguirán dependiendo de los ojos y las manos de los radiólogos. «El futuro está en la ecografía, que es un arte, porque solo la puede informar el que la hace, y en el intervencionismo. Una máquina no va a hacer una biopsia, ni un drenaje, ni una arteriografía ni quitará un trombo en un ictus», subraya Rasines, que cierra su etapa profesional con una media de 6.000 ecografías anuales. Se despide de su hospital convencido de que «cada vez lo hacemos mejor. Siempre se hizo bien, con los medios que había. Estamos aquí dándoles las gracias a los que estaban antes, y espero que los que vengan detrás se acuerden de nosotros».
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