El tren entre Cabezón y Santander sufre un incendio en el vagón de cola

El humo inicial ha sorprendido a los pasajeros del tren, que iba lleno, generando momentos de tensión hasta que el maquinista del convoy ha llegado con un extintor con el que ha procedido a apagar las llamas. Entre tanto, el pasaje se ha dirigido a la zona delantera del tren para alejarse del peligro.

Tras quedar sofocado el incendio, el maquinista ha atendido e informado a las personas que iban en el tren, quienes han destacado su buen hacer y disposición, que ha contribuido a rebajar la tensión del momento. Según ha indicado el propio conductor al pasaje, el fuego se originó en un cuadro de mandos de la cabina. Gracias a su intervención la situación no ha ido a más.

El incidente ha provocado que el tren haya estado detenido 55 minutos, tras los cuales una segunda unidad ha llegado para remolcar al tren hasta la estación de destino.

Según ha informado Renfe a este periódico, «el tren ha continuado con destino a Santander para proceder a la evacuación de los pasajeros y su posterior traslado a los talleres de la capital cántabra para evaluar los posibles daños».

Desde la compañía han explicado también que «la incidencia ha provocado la suspensión de dos circulaciones en el trayecto comprendido entre Santander y La Cantábrica, y el servicio ya se presta con normalidad».

Uno de los pasajeros que viajaban en el tren, J. M. G. R., ha explicado a El Diario Montañés la situación vivida entre el pasaje con motivo del incendio. Según su testimonio, cuando subió al último vagón del tren en la parada de Mogro «ya había algo de humo y aunque la gente no parecía prestarle demasiada atención decidí dirigirme al primer vagón».

Fue en este donde «a la altura del instituto de la calle Castilla el tren se detuvo de forma brusca y el maquinista salió con un extintor y se dirigió al último vagón para apagar el fuego». El viajero, que destacó la actuación del conductor y el trato que posteriormente ofreció a los pasajeros, «disculpándose por el incidente e informando de su resolución», criticó la ausencia de servicios de emergencias como policía, bomberos o sanitarios. «En 50 minutos que hemos tardado en llegar a la estación por allí no ha aparecido nadie», afirmó.

La crítica por la ausencia de estos dispositivos responde a la reacción de parte del pasaje, entre los que algunas personas han sufrido ansiedad e incluso llegaron a romper en llanto. «Cuando se detuvo el tren quedó todo bloqueado, desde las ruedas hasta las puertas, y hemos pedido al conductor que las abriese manualmente para ayudar a disipar el humo y por si el incendio se reactivaba tener una vía de escape», señaló.

Superada la tensión del primer momento, J. M. G. R. señaló que parte del pasaje se tomó con humor la situación. «Cuando el maquinista nos ha dicho una primera vez que en un minuto estaba arreglado han pasado diez o quince y no pasaba nada, y entonces a vuelto a decirlo y un pasajero le ha respondido con sorna que sería un minuto de Feve».

El viajero critica que habiéndose detenido el tren a 500 metros de la estación de tren la compañía haya tardado casi una hora en subsanar el incidente y permitir a los pasajeros salir del tren.

Silvia Fernández fue otra de las personas que se vieron envueltas en la situación. Usuaria habitual de la línea de Feve, en la que realiza cuatro viajes diarios, atendió a este periódico con «dolor de cabeza y un sabor a químico en la boca» debido a que se encontraba en el vagón de cola, justo en el que se produjo el fuego.

«Me subí en Bezana y ya olía a quemado, pero como ya había ocurrido otras veces no le dimos más importancia», explicó. «Fue como el cuento de 'Pedro y el lobo', nos han ocurrido tantas cosas que pensamos que no iba a ir a más y sin embargo lo hizo», relató. Fernández explica que «cuando llegamos a Valdecilla el humo en el vagón ya era considerable». Fue entonces cuando el tren se detuvo y apareció el maquinista con un extintor, indicando al pasaje que se dirigiese a los otros vagones«. La joven también destacó el papel del maquinista: «Fue encantador y gestionó muy bien la situación, tranquilizando e informando a todo el mundo en todo momento».

El buen hacer del trabajador no impidió que varias personas sufrieran ansiedad y angustia ante la situación. «Al principio ha habido gente que se ha asustado bastante, como un señor mayor al que se le veía muy nervioso o una chica que se ha puesto a llorar», señaló. El hecho de que el tren fuese lleno y de que «no había asientos para todos», sumado al hecho de que los pasajeros tuvieron que concentrarse en los vagones iniciales no ayudó a calmar los ánimos.

«Cuando el maquinista apagó el fuego había mucho humo y olía fatal», continuó Sara Fernández, por lo que los pasajeros le pidieron «que abriese las puertas, algo a lo que al principio se negó porque por protocolo la gente no se puede bajar del tren, hay otras vías con movimiento de trenes y era peligroso», resaltó la joven. Finalmente el maquinista accedió, no sin antes «pedir que nadie se bajase del tren, que además estaba bastante alto por lo que no era nada fácil descender de él».

Fernández concluyó señalando el incidente como «uno más, pero el más aparatoso» de los que ha vivido como usuaria del servicio ferroviario.