«El amor nunca es cosa de dos, crea una red social de comunicación a su alrededor»
El escritor Alejandro Gándara, Premio de las Letras de Santander en 2022 presentó en el Ateneo su última novela, 'Primer amor'
El amor puede marcar una vida. El desamor dar origen a una novela. A Alejandro Gándara, (Santander, 1957) le rompieron el corazón. Un primer ... amor que «se fastidió». Fue una experiencia desagradable que le amargó la vida «durante un tiempo» hasta el punto de que se prometió que algún día escribiría una novela que sirviera como venganza. El título del libro que ayer presentó en el Ateneo, 'Primer amor' (Alfaguara), es una referencia directa a aquella historia que nunca fue, pero que sirvió de inspiración.
Acompañado por la escritora Menchu Gutiérrez, que habló del libro como un mapa con un mundo dividido por una muralla «otorgando voz a personas de procedencias muy diferentes», el también profesor y periodista desgranó los entresijos de su obra.
Voces como la de uno de los personajes, un cura, Don Seve, inspirado por quien que fue profesor de Gándara, Don Máximo. «Nunca daba sermones, hacía las misas más rápidas que he visto en mi vida», recordó. Así como el profundo amor que tenía a la cultura y a la lengua. «Cuando uno ve a través del tiempo todo cambia, las experiencias empiezan a tener sentido», señaló. Y a través de esa mirada ha retratado España en una época que recorre 40 años con el amor y sus consecuencias como hilo conductor.
«Yo iba construyendo cosas en la arquitectura de la novela, como quien construye un pantano, a pesar de que ya no sabía a dónde me llevaba», explicó sobre el proceso creativo. «Solo creía que me estaba librando de una obsesión y en el proceso hice hablar a todo el pueblo». Así, se limitó, dice, «a narrar lo que les pasaba a través de mis sensaciones y salió una cosa que se parecía bastante a lo que quería contar pero no sabía si contaba algo en realidad». En esa búsqueda de un sentido, mientras las páginas iban tomando forma, Gándara recordó el deseo de venganza que había servido como inspiración inicial décadas atrás. «A mitad del libro me di cuenta de que no había víctimas y tal y como lo estaba contando, yo parecía raro».
Para el escritor, que recibió el pasado año el Premio de las Letras de Santander, «el amor nunca es de dos; crea una red de comunicación social. Se enamora el grupo de amigos, la familia y hasta el alcalde». Todo lo que tienes alrededor acaba hablando de ese amor y «te acaba influyendo, porque no somos muy sólidos».
La cuarta y última parte de la novela fue la más difícil. ¿Qué hacer con los personajes ya separados? Decidió que se reencontrasen pasados 40 años y puso palabras a lo que imaginó qué podía ocurrir. «El tiempo no ha cambiado el rostro, porque está animado por la fuerza que tenía el sentimiento del pasado y eso es una experiencia de madurez; jugar con el tiempo para estar en ambos lugares». No es un afecto, simplemente. El recuerdo es nítido, la otra persona se hace presente tal y como era pero también como es en una dualidad generosa y compleja.
«La forja de mi carácter es absolutamente esquizofrénica», dijo. Aunque nunca ha confirmado que el escenario sea Ciudad Rodrigo, los lectores ubican la novela en esa ciudad donde pasó 16 años. «Mis padres nunca me dejaron vivir en Santander», bromeó el escritor, que con quince días se marchó de la ciudad donde nació y a la cual regresaba tres meses cada verano «a un mundo maravilloso de playa y mar que desayunaba en las cafeterías». Una visión que con cinco años le hizo pensar que quizá esas personas no tenían casa. En su reflexión sobre la memoria, Gándara se dio cuenta de que el amor que recordaba se había quedado en su cabeza y corazón no porque saliera mal, sino porque era un símbolo que marcó su vida. «Descubrí que escribir novelas sirve, sobre todo, para uno mismo». Y en esa terapia lleva ya trece libros publicados.
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