El arte crítico y político de Eloy Velázquez apela a la mirada comprometida en la Biblioteca Central
La instalación 'Las flores de Ares', su crónica de guerra y horror, y el estreno musical de 'Lamentaciones y epitafios' de Tomás Marco, una voz frente a la sociedad deshumanizada
La autenticidad está en su ADN. Es uno de esos creadores que plasma la necesidad de expresar y exponer lo que siente a través de su obra, sensibilizado con los problemas de la sociedad. Cierra esta primavera una trilogía ambiciosa, de las que crece con el paso del tiempo, de las que incuban inquietudes e inocula interrogantes. 'Las flores de Ares' combina lo escultórico de su raíz; la investigación que siempre ha estado en su madera de artista; la instalación como medio de interactuar con el espectador y el recuerdo del diálogo con otros lenguajes como la música, la poesía y la palabra en definitiva.
La directora de Cultura, Eva Ranea, acompañó al escultor Eloy Velázquez, en la puesta de largo de su exposición 'Las flores de Ares' en la Biblioteca Central. Fernando Zamanillo, historiador y crítico es el comisario de esta propuesta.
La muestra
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Instalación Biblioteca Central . Hasta el próximo 27 de junio. Además, estreno absoluto de 'Lamentaciones y epitafio', y la instalación se acompaña en el catálogo de textos de Ana García Negrete y Fernando Zmanillo, su comisario.
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Referencia 'Las flores de Ares'. El dios griego de la guerra, la destrucción y la brutalidad.
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Contenido Altorrelieves, intervenciones gráficas, tablas y restos de maderas, un vídeo de imágenes de destrucción.
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Estreno 'Lamentaciones y epitafios'. Música de Tomás Marco. Textos de Fernando Abascal y Luciano González Sarmiento. Intérpretes: Eduardo Santamaría y Gabriel Valera. Coordinación: Eva Fernández.
Las instalaciones de Eloy Velázquez de los últimos años se inscriben en el ámbito del «arte crítico, social o político». En sus dos últimos trabajos ('Desde el sur del silencio' y 'No crossing') ha abordado la problemática de los refugiados desde puntos de vista distintos. Con 'Las flores de Ares' otorga visibilidad a los conflictos territoriales que provocan su existencia. Se cierra con esta última instalación una trilogía que propone «una mirada reflexiva a la grave situación que viven quienes tienen que huir de su país para sobrevivir o tener una vida digna».
La muestra la integran un vídeo, sus piezas de madera, esas flores abanderadas con su crítica a la ONU, el símbolo de las palomas muertas y, arropando el mensaje, una creación musical y poética.
El estreno absoluto de 'Lamentaciones y epitafios', en la Biblioteca Central, con música de Tomás Marcos y textos del también músico y pedagogo Luciano González Sarmiento y del poeta y profesor Fernando Abascal, constituyó un lúcido e intenso pilar interdiscplinar plasmado por las interpretaciones del tenor Eduardo Santamaría y del saxofonista Gabriel Valera, más la voz del propio Abascal como recitador.
En el vídeo las imágenes de Eloy de Belchite y Alepo se entrelazan y superponen hasta no diferenciarse los escenarios. Un símbolo más de que las guerras y su destrucción son todas iguales. «Sobre los escombros surgirá siempre un ínfimo brote verde en el resquicio de una piedra y el escenario desolado será colonizado, primero por las ortigas, las zarzas y las yedras y después por los hombres que volverán a ocuparlo levantando de nuevo sus casas sobre las flores de Ares».
«Hurgando en la llaga de nuestras conciencias», el artista se ha consolidado como «un escultor de la dolorosa periferia que viaja hasta el corazón de los espacios teñidos de vergüenza». Su escenografía de historias anónimas, de personas rotas es un altar interior que desnuda esa ceguera, la falta de memoria de una Europa ensimismada. «Eloy Velázquez zarandea ese crucero artificial e instala un faro de arte sobre nuestras conciencias», subraya Zamanillo.
En la instalación de forma cronológica se integran una serie de altorrelieves que se ubican en la pared, y una denominada 'Mesa de armisticio' sobre la que yacen unas palomas blancas muertas sobre el preámbulo de las Naciones Unidas grabado en la madera. Frente a ella, en el suelo, una bandera de la ONU pintada al óleo sobre una plancha de plomo. A este conjunto se suman algunas intervenciones gráficas en la propia pared, además de tablas y restos de maderas viejas. Se completa la instalación escultórica con un vídeo (U.N.) al que ha puesto música el compositor Tomás Marco, Premio Nacional.
«Revela la incapacidad del ser humano para resolver los conflictos y liberarnos del instinto violento»
La instalación de Eloy Velázquez cierra un ciclo de exposiciones que ha venido dedicando a los horrores consecuentes de las guerras de nuestra época, «con sus sempiternas, férreas e infectas invariantes y absurdas tenacidades». Lo hace de la manera que mejor sabe expresarse, «con el instrumento eficaz de la terrible belleza del arte», apunta Zamanillo. Cada uno de los altorrelieves se compone de una parte central y dos cuerpos adosados a sus lados. Según describe el artista, «las tres piezas son independientes, aunque se presentan unidas, apoyadas las laterales a la pieza central, con la que forman una bandera tricolor. En la citada parte central, sobre una vieja y erosionada madera con restos de pintura, emerge una flor formada por pétalos de madera de distintos tamaños y formas, también con restos de pintura sobre su superficie provocados por distintas capas de color posteriormente decapadas.
En la base de la tabla, bajo el tallo, aparece el nombre de una ciudad destruida. Y a ambos lados, adosados a la tabla, bastidores forrados en tela marmoleada recogen los colores de la bandera del país al que pertenece esa ciudad».
Los lugares elegidos formarán un conjunto de banderas de otros tantos países donde el exterminio de la población y su destrucción fueron denunciados reiteradamente por los organismos internacionales. Hay en cada obra un fuerte contraste entre la estética de la flor y la evocación de la catástrofe que surge de las mismas letras descoloridas que conforman el nombre de dichos lugares.
Una «escenografía de historias anónimas que evidencian la falta de memoria de una Europa alejada y ausente a todas estas crisis y que cierra un ciclo dedicado a los horrores derivados de las guerras de nuestro tiempo, obligando a quienes las padecen a huir para sobrevivir y tener una vida digna».
«El arte tiene una función humanizadora, cultural y espiritual a la que no debiéramos renunciar»
«Un relato cronológico del horror» que recorre las últimas tragedias del XIX, hasta la destrucción de ciudades como Alepo o Palmira. Biafra, Sarajevo, Srebrenica, Nom- Pen, Beirut, Anfal, Tumbuktu,...
Diecinueve piezas simbólicas dedicadas a diferentes lugares, batallas y ciudades, destruidas y arrasadas en otras tantas guerras a lo largo de los siglos. La poeta Ana García Negrete, que disecciona desde las palabras el nuevo proyecto del artista, considera que Eloy Velázquez «da forma a la redención que escupe de nuestra conciencia. Y ¿después? interroga».