«Un buen pintor es el que logra que su trabajo sea suficientemente entendible»
Alejandro Quincoces, artista, explica sus cuadros como si los diseccionara, quitándole una a una las capas de la piel
El artista bilbaíno representa en sus cuadros ciudades grises, envueltas en una niebla definida y premeditada, con nubes oscuras que, sin embargo, esclarecen el verdadero ... rostro de la realidad. Emplea una técnica realista que desemboca en una belleza romántica del paisaje y pinta las ciudades para atrapar al espectador en el interior de sus obras. Quincoces explica sus cuadros como si los diseccionara, quitándole una a una las capas de la piel, mostrándote desnuda su personalidad pictórica, construida a lo largo de muchos años de trabajo. Estos días su arte recala en el centro cultural El Espolón, en Comillas.
-¿Su pintura es impresionista?
-Mi pintura parte de un concepto básicamente realista, porque parto de la realidad para reflejar determinadas atmósferas. En este sentido mis trabajos son muy románticos. El Romanticismo trata de engrandecer el paisaje bajo el prisma de que el hombre es algo mínimo comparado con la naturaleza, que domina todo.
-En sus obras no aparecen figuras humanas. Sin embargo, de algún modo se intuye la presencia de personas a través de las luces en las ventanas o las ráfagas de luz de los coches.
-Quiero transmitir la idea de soledad y la huella de hombre en las metrópolis. En mis cuadros siempre está pasando algo. Sucede cuando pinto el mar tras el Prestige o en la batalla de Midway. Me baso en una dualidad, es decir, por un lado está la imagen que reflejo como tal, la expresión de la materia, de un mundo que puede ver cualquiera, y lo que sucede alrededor. Por otro lado está el empleo de los medios pictóricos y el tratamiento de los materiales para reflejar mi forma de ver y de percibir ese mundo. Así creo mi propia narrativa.
-Esa narrativa personal se basa en reflejar ciudades grises, con niebla y oscuridad.
-El tratamiento de los materiales es importantísimo. Durante los primeros años hacía pintura abstracta y figurativa a la vez. Me gustaban los pintores abstractos españoles, como Luis Feito, Lucio Muñoz, Esteban de la Foz o Pancho Cossío, en los que observaba una gran preocupación por el tratamiento de la materia. Tengo mucho de aquello, que se mezcla con ese interés por reflejar lo que veo por la calle, un coche que viene, una esquina con una luz...
-Resulta paradójico que con esa nebulosa gris sea capaz de crear algo que transmita tanta belleza y vida.
-Para un pintor realista que se precie de serlo, como Antonio López o Isabel Quintanilla, es fundamental crear el escenario adecuado para que el espectador se implique en la imagen que has representado. El pintor es una especie de puente entre realidad y espectador, que tiene la capacidad de mostrar al público lo que no puede ver.
«No puedo evitar proyectar mi vitalidad e impulsividad en el cuadro»
-¿Siempre es coincidente lo que desea transmitir al espectador con lo que el espectador percibe?
-Yo noto que la gente se identifica con lo que hago. El lenguaje pictórico es como el idioma, sirve para entendernos. Un buen pintor es aquel que logra que su trabajo sea suficientemente entendible. Sabemos que sólo una minoría de gente posee la suficiente sensibilidad para comprender la obra y si no logras expresarte de forma que esta gente te entienda has fracasado. El buen artista logra comunicar, aunque no todo el mundo posee ese entrenamiento visual para entender el arte.
-¿Crea estas atmósferas con intencionalidad?
-Todo está muy pensado. La elaboración de las ideas me lleva de tres a cinco años. Primero analizo cómo son los ambientes de las calles en Nueva York. Una vez lo tengo por escrito, voy a Nueva York y hago diapositivas, no fotografías, ya que es lo que más se parece a la realidad. Después realizo una selección y la mayoría se va a la basura.
-Sigue, por tanto, un proceso muy meticuloso y definido
-Lo comparo con el trabajo de un arquitecto que primero elabora la idea, luego hace los planos y al final empieza con los cimientos. Con los cuadros hago exactamente lo mismo. Pinto a partir de una masa abstracta pero contundente sobre la que se sostiene el resto de los materiales. Primero realizo las manchas, luego las luces, los detalles, el juego de enfoques y desenfoques y los contrastes de color.
-Habla de ello de forma desapasionada y sin embargo crea verdadera obras de arte.
-Hay una parte de cálculo necesaria, de lo contrario sería otro tipo de pintor. Yo quiero contar el mundo y lo que está pasando, por lo que necesito ese trabajo mental previo y calculado, lo que no es inconveniente para que el proceso pictórico esté lleno de pasión. Mi pintura es muy vital. Mi objetivo es que el espectador primero vea la imagen y luego se quede enganchado en lo que sucede dentro del cuadro.
«Por un lado está la imagen que reflejo como tal, y por otro, el empleo de los materiales»
-¿El mundo que presenta es una distopía?
-Sí, en todos mis cuadros busco la belleza, pero no a través de la temática, es decir, no represento un jarrón de flores, porque eso no cuenta cómo es el mundo real más significativo. Por eso siempre primero parto de una imagen que sea significativa en el mundo actual.
-Presenta las ciudades como algo desolador, frío, donde se lleva un ritmo de vida frenético.
-Lo primero que tiene que hacer un pintor es conocerse a sí mismo. Yo podría realizar un trabajo muy realista, de hecho he desarrollado esta labor en agencias de publicidad, pero no puedo evitar proyectar mi vitalidad e impulsividad en el cuadro, es una especie de animalidad pictórica que tiene que estar presente.
-¿Cada ciudad tiene una gama cromática propia?
-Cada ciudad tiene su luz, ambiente y atmósfera. Nueva York por ejemplo es un lugar agresivo, sucio, en el que se palpa el desconsuelo de mucha gente, con grasa en el asfalto. Es la ciudad de las distopías que mejor expresa el desconsuelo humano. En ese sentido me encanta trabajar con ella.
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