El Centenario del poeta y crítico Leopoldo Rodríguez Alcalde, entre el silencio y el olvido
El próximo sábado día 13 se celebra la efeméride del también traductor, ensayista y coleccionista, quien legó su biblioteca y su colección de arte al Ayuntamiento y a la Fundación Botín
oliédrico y erudito, la diversidad de sus conocimientos y el destino de su escritura tuvo numerosos frentes. Poeta y escritor, pero sobre todo crítico de arte, traductor, ensayista y coleccionista. Leopoldo Rodríguez Alcalde (1920-2007) fue una singular figura del mundo intelectual que parte de la posguerra con núcleos como el de Proel. La próxima semana, el sábado día 13, se cumple el Centenario de su nacimiento y la efeméride parece sumida entre el silencio y el olvido.
Los campos abonados por su trabajo fueron muy variados y, en paralelo, también fue protagonista mediático como articulista en los medios. Libros y críticas de arte en periódicos, revistas y catálogos, su conocimiento de la poesía francesa, sus aproximaciones a las biografías de personajes ilustres de Cantabria, escritores, artistas, científicos, constituyen referencias obligadas de sus escritos. En este sentido, destacó su labor de testigo activo de la evolución creativa de muchos jóvenes y la participación en la programación cultural santanderina.
El 13 de junio de 1920 nació en Santander. Hijo predilecto de la ciudad, no está prevista ninguna convocatoria especial para evocar su figura. A su escritura diaria a través de la crítica hay que sumar sus poemarios, traducciones y ensayos.
Erudito e investigador, era una de las figuras emblemáticas y más singulares de la vida cultural de Cantabria. De su pluma surgieron durante buena parte del siglo XX obras poéticas, ensayos, cientos de escritos críticos, catálogos y biografías que, a través de la poesía y la prosa, reflejaron su insaciable curiosidad, su intenso activismo intelectual y, en definitiva, una labor de divulgación destinada siempre a trazar una visión vital y gozosa del arte.
Biblioteca y colección
El también coleccionista y bibliófilo, apasionado de la lectura y la escritura, hizo de su domicilio del Paseo Pereda un lugar de referencia para jóvenes poetas y amigos intelectuales. Su legado, que permanece también en el olvido, se plasmó en una importante biblioteca y una colección de arte, enriquecida con sus miniaturas, que tuvieron como destinatarios al Ayuntamiento de Santander y a la Fundacion Botín, respectivamente.
El Ateneo santanderino fue uno de los espacios culturales estrechamente ligados a su trayectoria. En su día, quien fuera su presidente en los noventa, Segundo López Vélez subrayaba que Rodríguez Alcalde «nació y creció para el Ateneo desde los años de la posguerra y de su juventud cuando impartió una primera ponencia sobre Rafael Alberti o divulgó su estudio sobre la poesía francesa».
Plástica, música, historia...pasaron por el filtro de su activa escritura hasta prácticamente el años 2000 cuando vio la luz una parte de sus memorias, 'Miradas y situaciones', Ediciones Estvdio, y continuaron aflorando esporádicamente sus críticas de arte.
Los fondos de su biblioteca personal se cifraron en más de 20.000 volúmenes y los de su colección de arte en más de mil quinientas piezas, entre originales y obra gráfica.