Esquinada y dispersa
Ocine ·
La secuela da el cante. Hay más enunciación que reinvención. Falta atrevimiento en su mirada intergeneracional y sobran zonas de confort 'televisivas'El lado de la comedia parece estar muy esquinado. Y la juerga se intuye que se ha diluido entre el rodaje y la llegada a ... la pantalla. Lo que resulta inevitable es preguntarse si todo es antojadizo, si realmente merecía la pena una secuela o si esta llega tarde. Lo que refleja en cualquier caso es una escasa consistencia y una hiperdependencia del juego y jugo que puedan aportar los intérpretes. Irregular, en este sentido, no debe confundirse simpatía con sintonía, ni complicidad con ritmo y rima que se presuponen a una comedia musical que, además, vacila entre esas dos aguas.
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Año 2025
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País España
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Dirección Samantha López Speranza
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Guion Carlos del Hoyo, Irene Bohoyo
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Reparto Ernesto Alterio, Pilar Castro, Jan Buxaderas, Lucía Caraballo
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Género Comedia musical
Samantha López Speranza, curtida entre series y cortometrajes, toma el testigo de una secuela, 'Todos los lados de la cama', que fundamenta con buen tino su trama en las colisiones y paradojas intergeneracionales. Sin embargo, el guion es endeble, la fuerza reside en la actuación de los actores con mayor poso y, a veces, más que cantar se da el cante por la profusión de estereotipos y la chispa nada gaseosa de los clichés. Mientras, se van por el desagüe las ideas que sugieren las comparativas de otras épocas con el presente y sus crueles y satíricas revelaciones.
De 'El otro lado', o los 'dos lados', hasta llegar a todos los lados ... de la cama, el trayecto parece haber ido desfalleciendo. Y sin que esos más de veinte años transcurridos desde que el filme de Emilio Martínez-Lázaro, con guion de David Serrano, viera la luz, invite ahora a la sorpresa o a descubrir hallazgos. Ernesto Alterio, con algún cómplice a su altura (los actores más veteranos que disfrutan con refrescar la memoria, y mucho tropiezo físico, sostiene la función, mientras el supuesto musical juvenil y fresco suena muy lejos. Muy manida, lo del poliamor en una baraja de mayores y críos no depara solidez argumental alguna, mientras persiste, como en buena parte de la comedia española, el empeño en crear ese ecosistema de guiños y terrenos televisivos que espanta al riesgo. La trilogía ya es un hecho pero en el híbrido que la sostiene ya nada sorprende a la hora de poner a cantar y bailar al reparto. Lo efervescente, la espontaneidad, eso que llamamos frescura, brilla por su ausencia. El planteamiento y gancho con sus precedentes es el de la simetría y los duelos de perfiles y registros. Pero hay más enunciación que reinvención. Falta más atrevimiento en su mirada generacional y sobran zonas de confort. La coartada de los temas musicales contrasta con la coreografía de videoclip de los bailes. Teme no ser simpática y no se atreve a ser más descarada.
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