Cuando el mundo es una actriz
El artificio y lo artificial tratan de dialogar en una ambiciosa partitura tan sugerente como condenada quizá a convertirse en artefacto fallido
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Película Singular
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Año 2025
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Duración 100 minutos
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País España
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Dirección Alberto Gastesi
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Guion Alex Merino, y Gastesi
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Música Jon Agirrezabalaga, Ana Arsuaga
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Fotografía Esteban Ramos
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Reparto Patricia López Arnaiz, Javier Rey, Miguel Iriarte, Iñigo Gastesi, Emilia Lazo.
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Género Comedia musical
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Salas Cinesa
No puede negarse su arriesgada parábola, su relato en modo fantasía científica en tiempos de IA. Lástima que, como sucede con muchas construcciones que se ... mueven entre lo cotidiano y la vuelta de tuerca al futuro, acaben por descender a lo confuso e indescifrable. 'Singular' discurre muchas veces a través de la cuerda floja de un argumento que tensa al máximo las posibilidades de su enredo sostenido en incógnitas y que adquiere cuerpo gracias a los intérpretes, especialmente a Patricia López Arnaiz, de nuevo inmensa (y van cuántas?). El tratamiento lo hace diferente, aunque el planteamiento –la confusión de identidad en el tiempo– ha sido abordada desde muchos puntos de vista. El enigma que propicia acudir a la etiqueta de ciencia ficción contiene la paradoja de estar insertado en un drama familiar donde caben el duelo, la desesperanza, la muerte también, el melodrama y la intriga. El filme de Gastesi posee un aire de cuento y los engranajes técnicos y artísticos están destinados a generar una capa de inquietante normalidad, con giros desconcertantes pero nunca golpes de efecto en el guion. Lo que sucede es que es difícil de mantener ese contraste en la elegancia formal y la radicalidad de una historia que va adentrándose en una atmósfera en bucle y ensimismada. Pero contar con Patricia López Arnaiz supone crecer a cada paso. Lo suyo es presencia, una leve pero poderosa manera de apoderarse de la cámara que aporta ese mapa de extrañeza cargado de matices y detalles a 'Singular'. El cineasta de 'La quietud en la tormenta' busca un equilibrio y un paso entre la inteligencia artificial y la natural, entre lo inexplicable y lo emocional. Lo que le honra. El problema es que la cinta no puede evitar caer en un pozo donde confluyen lo abrupto, lo literario, el rizo obtuso, también lo áspero e intrincado. Javier Rey y Miguel Iriarte dan la réplica ajustada a López Arnaiz, la verdadera piedra filosofal que asume toda las variaciones experimentales que se quieran aplicar. El artificio y lo artificial tratan de dialogar en una ambiciosa partitura tan sugerente como condenada quizá a convertirse en artefacto fallido. Persigue la incomodidad, el interrogante, la inquietud que paraliza. En este sentido, se aparta casi por completo de un cine muy sujeto a reglas y posibles establecidos. Lo metafísico en sombra y la fascinación de lo intrigante seducen pero se antoja una convivencia al límite. Su ambición es loable. Un juego de espejos que pueden romperse cuando el verbo y la palabra descomponen la imagen insinuante.
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