«Lo más importante es que la vida ha vuelto a abrirse camino frente al miedo»

-Confiese: vienen a matarnos a todos... pero de risa, ¿no?

-Esperemos que sea de risa, sí, pero si hay muertos a mí que no me echen la culpa...

-Vuelve a los escenarios con 'Asesinos todos'. En el caso de esta obra, ¿que se va a encontrar el público cántabro?

-Una pequeña reflexión sobre hasta dónde somos capaces a veces de llegar conseguir aquello que nos proponemos o de defender aquello que ya hemos conseguido. Todo desde la comedia, porque los personajes a veces son tan patéticos en su forma de pensar y en su actitud que provocan la risa, pero en el fondo se trata de echar un poco de luz sobre muchas de las sombras del ser humano.

-¿En qué medida puede ese enfoque humorístico ayudar a trasladar esos mensajes a la gente?

-La obra tampoco es un tratado de filosofía ni se tratan temas profundos. En realidad se habla de cómo somos las personas, de qué sentimiento tenemos de posesión, de egoísmo, de escasa generosidad y solidaridad... Y de cómo esto es tanto así que personas aparentemente normales y corrientes, que a todo el mundo les parecerían muy majos y adorables, en un momento determinado se planteen incluso asesinar a alguien si es necesario. En el fondo ésta es una comedia que lo que persigue fundamentalmente, por la forma en que está construida y por cómo son los personajes, es que la gente se lo pase bien y se ría. Afortunadamente, los autores no han sido tan pretenciosos.

-Volviendo a su faceta interpretativa, ¿qué retos ha supuesto afrontar este proyecto?

-Ejercitar un compromiso que tengo con el mundo del teatro. Empecé hace mucho tiempo pero en los últimos diez años he estado prácticamente todos haciendo teatro, porque cada dos años o poco más vengo a levantar un espectáculo. Lo hago porque la faceta de actor para mí es importante, crezco mucho profesionalmente y me lo paso muy bien. Tengo un compromiso con el teatro y con los actores españoles y tiendo a producir obra de autores de aquí, y en ese sentido estoy contento de regresar con una obra como 'Asesinos todos'.

-Usted, que lo conoce bien, ¿cómo valora el estado actual del sector escénico nacional?

-Creo que en general los teatreros, las productoras, los teatros... estamos más valientes que nunca. A pesar del covid, que ha supuesto un golpe demoledor a las taquillas y a la confianza del público, se siguen estrenando funciones, se sigue apostando y arriesgando. En ese sentido creo que estamos en un momento muy creativo y de mucho valor. Diría que probablemente éste es uno de los mejores momentos a nivel de producción tanto en cantidad como en calidad. Por eso estoy contento, porque incluso en momentos tan malos como éste veo que el público responde, y muy bien, a la iniciativa de muchas compañías y teatros que arriesgan para seguir haciendo espectáculos.

-Pero la pandemia ha sido muy dura para el sector. Salas al 50%, aviones al 100%. ¿Se ha cuidado a la cultura durante esta crisis en la que tanto ha aportado?

-Eso, más que una cuestión de si se ha apoyado la cultura, es un problema de coherencia y de coordinación de muchas instituciones públicas y no públicas. Eso incluye hasta a la Unión Europea, porque se han cometido errores que al final lo que han hecho ha sido afectar a la credibilidad de todo el mundo que daba su opinión sobre esta cuestión. Yo viajo mucho y me hace mucha gracias que las compañías aéreas te obliguen a salir en fila india respetando la distancia para luego meter a todos los pasajeros a la vez, ochenta o noventa personas, en un autobús para llevarlo al aeropuerto. Cuando ves eso te preguntas qué diablos está pasando aquí. Llegas a la conclusión de la que norma es la que es y es creíble mientras interesa, pero en cuanto económicamente no es rentable o nos afecta, nos la saltamos sin ningún tipo de pudor.

-Menuda... escena.

-Sí, por eso digo que más que un problema de cultura o no cultura ha sido un problema de absoluta estupidez en muchos casos, algo que ha hecho que la gente se cuestione muy seriamente quién está gobernando, con independencia del color político.

-¿Cómo valora en ese contexto poder estar ahora de gira representando esta propuesta?

-Creo que tenemos que estar agradecidos a la vida porque se abre camino una vez más. Que la gente vaya al teatro o al super a comprar leche da igual, lo importante es que podemos volver a salir a la calle, a tener inquietudes, a hacer cosas. Eso es muy importante porque hubo una época no hace mucho en la que parecía que el mundo se acababa y nadie estaba dispuesto a hacer nada. Cuando la situación no es óptima, creo que gracias a que todos hemos dado un paso adelante las circunstancias han mejorado. Lo importante es volver a tener ilusión y a hacer cosas, sea ir al teatro, abrir una tienda, volver a trabajar o salir a dar un paseo.

-Poniéndose en su personaje, ¿usted a quién mataría?

-¿Yo? ¡A nadie! Aunque confieso que a veces tengo ganas de dar un capón a alguno o a alguna que se lo merece, pero a matar no llegaría. Pero eso, un capón o una collejita bien dada... no digo que no.

-Está quedando una entrevista de muerte, señor Sobera, así que esto solo puede acabar con un buen epitafio...

-¿Mi propio epitafio? Es un tema que me provoca tal pavor... Solo imaginarme que podía estar muerto me da algo. Me cuesta que nos escuchen cuando estamos vivos, como para pensar en mensajes para después de muerto. ¡Quita quita...!Fuera epitafios (ríe).