Pedro Sobrado regresa con 'Naturalismo', una treintena de obras creadas desde 2020
El pintor cántabro se suma mañana a la temporada expositiva del Gran Casino, una década después de su muestra junto a su hija Veronique
Nombrar a Pedro Sobrado supone trazar una línea clara a través de la historia de la pintura de Cantabria. Nunca es tarde para volver a ... descubrir y reencontrarse con ese dibujo esencial que lleva hasta una figuración reconocible, cómplice y familiar, humana y social. Es ese retrato cotidiano, claro, neorrealista a su manera, que tan pronto representa una comunidad y un colectivo como individualiza el trazo leve de color sobre una figura femenina, un detalle urbano o un gesto compartido. Sobrado regresa esta semana al verano expositivo. En este caso con una vuelta a la sala del Gran Casino. Bajo el epígrafe 'Naturalismo', presenta su obra en un donde expuso hace ahora una década, junto a su hija Veronique Sobrado. Entonces padre e hija unían sus obras en una fusión y diálogo de estilos propios pero de diferentes formas de creación.
'Naturalismo' refleja el momento actual de un Sobrado centrado en vivir el presente y el instante como una actitud en su pintura y ante la vida. Una treintena de obras fechadas entre el año de la pandemia y el presente protagonizan el regreso al Gran Casino en las que se reflejan instantes cotidianos de personas, como siempre muy presente la figura femenina, inmersas en lo urbano y trasladadas a su universo particular. Para el propio artista el concepto de 'Naturalismo' representa un análisis de la vida real. Retrato de la realidad que se observa en la vida cotidiana sin los principios estéticos tradicionales y que sirven para el pintor como fuente de inspiración en su trabajo.
Su mirada pretende ser una manera de vivir el presente y el instante y de reflejar una actitud en su pintura y ante la vida
La muestra, que se exhibirá hasta el 8 de septiembre, dará paso a las comparecencias en el edificio emblemático de El Sardinero de Mamen Restegui y Antonio Moro, desde el inicio del otoño hasta final de año, programa que coordina Jesús Mazón.
Sobrado, hace tres años fue uno de los primeros artistas en exponer tras la pandemia. En esa muestra reflexionó sobre el confinamiento y el mantra de la vuelta a la normalidad. Reinventarse. Esos pensamientos giraban alrededor de las obras que presentó en la sala Espacio Garcilaso de Torrelavega.
Sobrado (Santander, 1936) expuso en 1959 en la histórica sala Sur de Manuel Arce. Pero su pintura pasó por la Francia más bohemia, también por los puntos de vista esquinados de Mayo del 68. Pero también pasa por la 'movida' madrileña, por los vaivenes y encrucijadas de su regreso a Cantabria hasta esta depurada línea que dibujó de manera familiar la relación popular del pintor con el presente. En el Año Sobrado el patio de Los Arenales (Biblioteca Central) reflejó sus etapas, pasos y caminos en una muestra configurada por más de cuarenta obras correspondientes a seis décadas de creación plástica.
En el conjunto de la obra de Sobrado lo primero que llama la atención es la importancia concedida al dibujo. Un dibujo que se hace realidad mediante una línea sobria y exquisita que, armónicamente, va organizando los distintos planos, creando transparencias y unificando formas. La precisión de sus dilatados trazos desde los primeros momentos «descubre una mano acostumbrada o mejor entregada a la autodisciplina, al trabajo constante y al deleite de la reiteración de las formas». Y es que para el artista el dibujo fue desde siempre una forma natural de comunicación.
Al considerar la potencia del dibujo, se tiene la certeza de que se trata de un verdadero lenguaje que nació ya con voluntad de universalidad.
Sus pinturas trazan viajes de ida y vuelta, concesiones comerciales para la supervivencia, decisiones arriesgadas, subrayados de estilo y retratos de la realidad cotidiana. Sobrado refleja «la aventura del arte, que es la de la vida», y se desnuda en un acopio selectivo y depurado de creaciones desde su personal figuración a lo oscuro, de la abstracción primera a la decisión de adentrarse en el paisaje cántabro.
Hay muchos Sobrados y la exposición citada, 'París, Madrid, Cantabria', abarcó tres etapas de una brújula desordenada, que sirvió de guía para revelar una de las trayectorias más densas y prolíficas de la pintura cántabra del siglo XX.
Recientemente su obra estuvo presente entre las creaciones de sesenta artistas cántabros que arroparon la huella de Eduardo Pisano en una muestra en el Parlamento de Cantabria, tomando como eje la Escuela de París.
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