Carlota Fernández regresa al tatami
Tras una grave lesión de rodilla que detuvo su trayectoria hace un año, la campeona mundial inicia una mini pretemporada y apunta al circuito internacional. Una cita en enero en Georgia con la confianza intacta
Carlota Fernández volvió hace semanas a entrenar sin necesidad de anunciarlo. Hace un año, el mundo quedó suspendido para la karateca cántabra (Noja, 1995) en ... un punto que no eligió. Justo en el Mundial. No hubo caídas épicas o un movimiento exagerado que la quebrase. No. La rotura que llegó en el tercer combate de la fase de grupos del Mundial ante China y convirtió su rodilla izquierda en un territorio que había que reconstruir. Aquella tríada -ligamento cruzado anterior, ligamento lateral interno y menisco- no detuvo su voluntad, pero sí su calendario. Tuvo que pasar por quirófano y mantenerse parada ocho meses hasta que consiguió el alta médica.
Hoy habla desde otro lugar. Ya recuperada, recuerda aquel invierno sin dramatismo. «Me afectó mucho más a nivel emocional que físico», admite. «Me vino un muy mal momento porque además acumulaba la lesión también del año anterior. Entonces fue un año complicado el de llegar al mundial del 2024». No era la primera vez que una competición se torcía. Ya estaba operada de la otra rodilla, pero esta lesión tenía aún más gravedad: la del tiempo detenido y la incertidumbre. «Lo viví más como un castigo psicológico. Volver a lesionarme y además con una lesión que no puedes acortar plazos y que sabes lo duro que es. Incluso no saber si vas a volver».
A pesar de todo la cosa se encarriló y en agosto ya estaba lista para volver. Carlota echaba cuentas para pisar de nuevo el tatami y es que tenía un objetivo en el horizonte. «En septiembre tenía que competir para intentar clasificar para el Mundial», recuerda. Llegó justa, mucho, y lo asumió sin excusas. «No lo conseguí. Ese campeonato en el que tenía que estar bien, no logré ganarlo. La verdad es que llegaba con los tiempos muy muy justos», admite. El regreso fue un examen sin fase previa. «Era mi primer campeonato después de la lesión, de estar parada, sin haber hecho combates arbitrados... Quería intentar dar una buena imagen, volver a ser la misma y que la selección o la federación me eligiera». Con el paso del tiempo, la lectura se afina: «Quizá tendría que haber hecho un par de campeonatos de prueba, de entrenamiento para dar mejor nivel».
El golpe deportivo no fue definitivo, pero sí revelador. «No logré ese objetivo y decidimos descansar de kárate, recuperar esa parte un poco que faltaba todavía de la rodilla». En octubre frenó sin detenerse del todo. «No me gusta estar parada», admite. Mantenerse activa no era un capricho, era una forma de llegar viva a lo que viene ahora. Incluso participó en una jornada de Hyrcross que se celebró en Santander y quedó tercera en categoría individual.
Hace menos de quince días empezó lo que ella llama «una pequeña mini pretemporada». Lo explica sin misterio. «En enero quiero empezar el circuito mundial. Comenzaré con una competición en Tbilisi, en Georgia, una Serie A. Y tengo la intención de hacer todo el circuito internacional como siempre y estar en plenas condiciones». Ese viernes 9 de enero será el primer termómetro real en una competición que se prolongará hasta el domingo 11. La cuenta atrás ya no tiene la presión de antes, pero sí una dirección clara. «Hay que volver a empezar con el circuito mundial desde un paso más atrás, porque he bajado mucho en el ranking... he estado años casi sin competir». No lo vive como una resta, es un camino que acepta sin dramatizar. «Es triste y es duro, porque he estado compitiendo a otro nivel, pero sabiendo que vuelvo a empezar desde ahí y con la ilusión de que sé que todavía me queda mucho por demostrar, volver a trabajar».
La rodilla ahora es otra historia. «A día de hoy ya físicamente la encuentro muy bien», admite. Lo único pendiente no le condiciona. «La flexión es lo que más me está costando... pero no me limita nada a la hora de competir». Lo importante no está ya en la articulación, sino en lo que se piensa sobre ella. «Lo que estoy buscando ahora es empezar siendo yo y que no se me vaya todo el pensamiento a la rodilla... estar en perfectas condiciones para que no me acuerde de ella, que es la clave». Su entrenamiento ahora exige delicadeza más que fuerza. «Durante todos estos meses tenía que primar la fuerza... ahora lo que aparece es liberarme, no pensar en la rodilla». Y la clave está en recuperar algo más abstracto que el tono físico, la naturalidad del gesto.
Eso sí, la ambición sigue intacta. «Me falta esa medalla mundial individual, que es con lo que me gustaría acabar mi carrera deportiva». Pero antes está lo inmediato: competir, sentirse dentro, volver a reconocerse. Cuando se le pregunta qué significaría Georgia responde rápido. «Si gano, es volver a reencontrarme con lo que era». Y si no, lo tomará como un comienzo. «Simplemente será un punto de partida para ir mejorando y volver a coger sensaciones».
En 2026 espera el Mundial por equipos, su competición favorita. «Quedamos campeonas del Mundo en el 2023... en el 2024 ganamos la medalla de bronce», recuerda, y una sonrisa le asoma en los ojos. España ya está clasificada y a ella el horizonte le ilumina más que le pesa. «Hay un equipo que ilusiona y a mí me gustaría volver... es un campeonato que me hace mucha ilusión». Mientras tanto, su vida no se reduce al tatami. Carlota es concejala en el Ayuntamiento de Noja. Sus días tienen dos sesiones de entrenamiento y un trabajo de oficina en medio. «Entreno por la mañana de 7.00 a 9.00 horas... luego me voy a trabajar y por la tarde vuelvo a entrenar».
Lo que la sostuvo en lo momentos duros no fue solo el músculo. «Mi novio y mi entrenador... ha estado conmigo en todo momento, además también es fisioterapeuta». También el club, la familia, incluso el reconocimiento silencioso del circuito. «Me han enviado muchísimos mensajes... les sigue pareciendo raro que no esté donde ellos creen que debería estar».
A mitad de año se tatuó una frase: 'labor omnia vincit'. «'El trabajo todo lo vence'... no significa que vas a vencer en un campeonato, sino que vas a salir de todos los obstáculos». Ahora es su lema, una constatación aprendida a golpes. Lo que quiere ahora es sencillo y a la vez enorme. «Sentirme yo misma reconocida en el tatami y volver a mostrar el nivel que creo que tengo». Enero no será un regreso sentimental, será un punto de partida. Lo que viene no depende de lo que perdió, sino de lo que aún está dispuesta a conquistar.
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