Otro título más para Peñacastillo

Peñacastillo Anievas Mayba tiene otro título más, y ya van seis consecutivos. Los santanderinos revalidaron su entorchado en la Supercopa tras batir por 4-2 a Ribamontán al Mar Construcciones Cárcoba, que cuando puso raya tuvo en su mano cambiar el signo del partido. No lo hizo, lo que unido a un emboque decisivo de Rubén Haya cuando el partido se había complicado, dejó definitivamente el trofeo en las vitrinas de la Mateo Grijuela.

El secreto del partido para Ribamontán estaba en el acierto con el emboque. Embocar más, ganar los chicos en los que ponían raya y, cuando mandaban, cerrar y meter presión a Peñacastillo. Un guion previsible sobre el papel y que sobre el corro solo se cumplió a medias. Sí lo hizo en el primer parcial, cuando los de Loredo mataron una jugada de 44 gracias a dos emboques de Mario Borbolla y David Cecín para ponerse por delante. Una tirada de los de Cañas que se había quedado a medias tras un birle pobre después de que Víctor abriera con diecisiete bolos y la subida fuera de 27.

Fue la única bajada en la que Peñacastillo dio muestras de flaqueza. Más irregulares desde el tiro durante el comienzo de curso, la apisonadora del pentacampeón no hace prisioneros desde el birle. Lo demostró en el segundo, cuando desde catorce metros Ribamontán no llegó a cuarenta y los santanderinos birlaron 32 palos. Uno a uno y el duelo volvía a la distancia larga y el emboque fácil.

No acertó Peñacastillo con la jugada máxima esta vez, pero volvió a evidenciar que un buen birle vale por un emboque. Los 44 logrados a bolos fueron suficientes para ponerse por delante de nuevo en el marcador pese a que Jonathan había embocado con la primera bola. Un caballo de Cecín y un mal birle cegaron un chico que se había puesto de cara para Ribamontán.

Con un rendimiento en Liga de notable alto, Ribamontán apostó en el cuarto por su distancia habitual en el torneo de la regularidad, los diecisiete metros. Sobrios de tiro y birle, cumplieron la media para llegar al cierre. El envite parecía asequible para Peñacastillo que, sin embargo, nunca tuvo opciones de llegar a la cifra después de tres bolas blancas de tiro.

Empate a dos y sobre el tablero una nueva partida que, eso sí, comenzó con las mismas piezas que las anteriores: tiro largo y emboque fácil. Rubén Haya fue el hombre clave que decantó el parcial para los suyos con un emboque con la cuarta bola cuando la jugada no alcanzaba vuelo. Ribamontán volvió a embocar, pero la lejanía de las bolas en el birle fue una losa difícil de superar y pese a que Javi del Rivero tuvo la igualada a cuatro palos con la última, el marcador se decantaba para los campeones.

Solo tenían que rematar en sexto y cuando el guion, a priori, les era favorable. Para impedirlo los aspirantes se fueron de nuevo a diecisiete, desde donde esta vez no acertaron ni de tiro ni de birle. Lejos de los cuarenta, la suerte estaba echada. Peñacastillo se permitió el lujo incluso de embocar en el sitio por medio de Rubén Haya para asegurar por todo lo alto un nuevo título para sus ya pobladas vitrinas.