Un aliado imprevisto
El técnico cántabro Álvaro Cervera dirige a un Tenerife que, de dar la sorpresa y ganar al Almería, clasificaría automáticamente al Racing para el play off, independientemente de su resultado ante el Granada
El futuro del Racing está -también- en manos de un cántabro, y no el que se podría pensar a bote pronto. A los de JAL ... que le toca es ganar. No hay otra o al menos no debería haberla, pero el racinguismo tiene otra bala en la recámara en caso de que el Granada le noquee. Incluso en caso de derrota, si el Almería no es capaz de ganar en casa al Tenerife, el Racing también entraría en el play off, aunque en ese caso como sexto clasificado. Sí, los andaluces juegan en casa. Y sí, ante un equipo ya descendido. Pero también lo estaba el Villarreal B cuando el año pasado derrotó al Racing en La Cerámica y dejó a los de JAL sin la promoción de ascenso. En cierto modo, el fútbol les debe una.
Y resulta que al Tenerife le entrena además un viejo racinguista. Exjugador, exentrenador y amigo personal -y compañero de vestuario- de Manolo Higuera: Álvaro Cervera. Era Alvarito cuando el los ochenta Maguregui le dio la alternativa en el Racing. Ahora es 'Gafa', el sobrenombre que le pusieron en Cádiz siete lustros después y se llevó más tarde a Oviedo. Ahora Gafas entrena al Tenerife.
Aterrizó en Canarias con el cambio de año para sustituir a Pepe Mel, que a su vez había reemplazado a Óscar Cano, para intentar reflotar a un equipo que se hundía, colista junto al Cartagena con 15 puntos y a nueve de la salvación. Debutó el Copa y su primer partido de Liga fue un 0-3 ante el Levante. Después consiguió mejorar los resultados de los insulares, pero cuatro derrotas seguidas en febrero, unidas a una mochila que ya pesaba, lastraron al equipo, que ya sin apenas opciones mejoró en juego y resultados, pero no lo suficiente para evitar un descenso que ya es matemático.
Álvaro Cervera se cruzará así de nuevo de forma indirecta en el camino del Racing y puede contribuir a un ascenso que quizá le ayude a quitarse una espina clavada desde hace trece años. Entonces, en 2012, lo dejó todo por la llamada verdiblanca. Por volver a casa y, de paso, debutar como técnico en Primera. Entrenaba entonces al Recreativo, en Segunda División, se bajó del autobús cuando estaba a punto de arrancar una concentración y se presentó en Santander para hacerse cargo de un Racing en derribo, el de Francisco Pernía y el concurso, que contrataba así a su tercer entrenador de la temporada, tras Héctor Cúper y Juanjo González.
La experiencia fue mala. Muy mala. La descomposición era general, el ambiente en el vestuario malo y en los trece partidos en los que el cántabro dirigió al equipo no sumó ni una sola victoria: tres empates y diez derrotas. Le tocó, porque no tuvo nada que ver en lo acontecido, asistir al inicio de la época más negra del Racing, de esa era okupa y los posteriores años en Segunda B y al borde de la desaparición tras los que el club comienza al fin a levantar la cabeza.
Que el Racing regrese a Primera pondría fin a ese ciclo, y que lo haga ganando a Córdoba, pero de paso con el Tenerife de Álvaro Cervera derrotando al Almería, sería cerrar el círculo de forma perfecta. Y una forma de que el fútbol reparara en parte aquel disgusto de 2012 de un entrenador que no pudo resucitar al equipo, pero que acepto una misión casi imposible y no mereció tan mala fortuna.
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