La tribuna de gol
Juan Calzada, Aitor Alexandre y Bernardo Colsa analizan el Racing-Málaga
Juan Calzada
Montero fue quien decidió
Helenio Herrera decía que jugaba mejor con diez que con once, pero siempre salía con once, por si acaso. La expulsión de Montero, justa y ... merecida, fue el punto de inflexión para un Racing que pasó del oscuro casi negro, de no generar, de perder el balón, de pasar apuros, al brillo de ese Racing capaz de marcar, dominar y sacar mucho partido a los jugadores diferenciales que nos mantienen arriba desde hace tres temporadas. Para los que minimizan el triunfo: no siempre se gana contra diez y nuestra experiencia lo certifica. Portería a cero después de mucho tiempo, tres goles válidos y dos anulados por milímetros. Esa es la noticia ¿Contra diez? Sí, pero porque Andrés se iba hacia el gol como un cohete y porque el Racing fue un buen equipo en el segundo tiempo gracias, entre otras cosas, a los cambios de José Alberto.
Aitor Alexandre
Un punto de inflexión
El reencuentro con la victoria era necesario, pero hacerlo, por fin, dejando la portería a cero es especialmente significativo. Debe ser y necesitamos que sea un punto de inflexión en el devenir de este equipo. Ayer vimos un Racing, probablemente, menos atractivo visualmente de cara al espectador, pero más equilibrado y serio. Y eso es exactamente lo que necesitábamos ver. Otro motivo para la ilusión es comprobar el crecimiento de los jugadores de casa. Más allá del ya consolidado Salinas, las actuaciones de Jeremy están siendo capitales, tanto para él, como para el equipo. Estamos ante solo un partido, pero si se mantiene esta dinámica, se puede ser mucho más optimista de cara a los compromisos ante Sporting y Deportivo que hace una semana. Sigamos por esta senda.
Bernardo Colsa
Una victoria incontestable
Había que ganar y se ganó. Resultaba vital para romper la mala racha, recuperar autoestima, cerrar los Campos de Sport a celebraciones ajenas y avisar a los rivales. El triunfo fue incontestable, como la expulsión que lo allanó aunque un compañero de grada suspire por el fútbol con el que nos criamos. No fue un partidazo, cierto: el rival era incómodo, de esos que te obligan a pelear cada metro. Pero si alguien mereció más en el tramo más igualado, la primera parte, fue el Racing. En especial durante el segmento final. La segunda mitad pedía paciencia, cabeza fría y un golpe certero. Y llegó. Victoria oportuna justo antes de un duelo de la máxima rivalidad, de esos que son de la afición. Aunque también, como pensará mi amigo, se lo quiera cargar este fútbol moderno.
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