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R. Ruiz
Leonor, Alejandro y unos amigos

Leonor, Alejandro y unos amigos

Marlango compartió con un reducido grupo de Amigos del Centro Botín una sesión de confidencias previas a su concierto en Santander

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Lunes, 11 de febrero 2019, 12:34

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En un primer encuentro entre desconocidos hay miradas furtivas y palabras a medias. Uno no tiene claro donde sentarse y el tiempo es un continuo recurso de conversación. Siempre ayuda tomarse algo para relajar los nervios. Y justo eso pasó en el Centro Botín el viernes tarde. Lista pasada y unas cervezas frescas. Antes del concierto de Marlango, una veintena de personas, todas ellas acreditadas como Amigos del Centro Botín, pudieron compartir un rato de cercanía con Alejandro Pelayo y Leonor Watling.

Sentados en el escenario, ya preparado con los instrumentos donde apenas habían terminado de ensayar, hablaron de la intimidad que precede a un concierto, cuando «yo no quiero ver ni a mis hijos», bromeaba la cantante, reflexionando sobre el hecho de que, después, pasado ese periodo de tiempo ocupado por las canciones, todo está mejor. «Tu estado de ánimo puede pasar de cero a cien», corroboraba una de las mujeres sentadas en la primera fila.

«¿Y qué pasa el primer día que no quieres salir a cantar?», preguntaba otro asistente, curioseando en el día a día del dúo. Y ellos respondieron. «No sabes que hacer porque no tiene sentido que te cueste hacer lo que más te gusta».

En la media hora larga de intimidad viajaron al pasado, recordaron que Marlango comenzó de forma casi casual, cuando se juntaron, como tantos amigos, a compartir la música que les gustaba. Después empezaron a acumular ideas que sonaban a posibilidades. El siguiente paso fue «pasar a limpio» esos bocetos, un cassette con 16 canciones, y enseñárselas a alguien cercano. Concretamente al músico cántabro Nacho Mastretta. Después llegó un estudio precario, un concierto en Burgos y un salto a Tokio. «Lo normal, ¿verdad?», bromearon.

«Ese plan tan bonito se convirtió en nuestra forma de ir por el mundo», explicó Pelayo. Un oficio que tal y como señaló el músico cántabro «no es acumulativo». Puso como ejemplo a McCartney, quien «acaba de sacar un disco que no es una obra maestra. Cuando empiezas una canción estamos todos igual», ironizó el pianista.

El Lego y el inglés

Un profesor, británico, quiso saber las diferencias que supone para Leonor Watling cantar en español o en inglés. Todo un mundo, pues el castellano es mucho más complejo para la artista. «Es como jugar al Lego con piezas pequeñas– -explicó –el español tiene palabras que no puedes partir donde quieras». Sonidos más complejos, pero letras más sencillas. «En la tradición anglosajona, salvo excepciones como Cohen o Dylan, no importa tanto la poesía», aseguró Watling.

El músico cántabro Nacho Mastretta fue el primero en escuchar sus canciones

Risas, fotos, mucho respeto y una propuesta diferente que los Amigos del Centro Botín seleccionados previamente valoraron de una forma muy positiva. También los dos integrantes de Marlango. «Las preguntas nunca son las mismas», explicaba el músico santanderino mientras Leonor Watling, ya en el camerino, pasaba de vaqueros y camperas a vestido largo y zapatos de lentejuelas, para adecuarse a ese viaje al 'Technicolor' que da nombre a su disco y que presentaron en el Auditorio del Centro Botín.

«En cierto modo –añadía Pelayo– me siento un poco en deuda con este lugar (Santander). El 90% de la música que he creado ha salido de aquí, de esta bahía donde pasé mi infancia y que sigue siendo distinta cada día». Con su habitual humor irónico, el músico reconocía sentirse nervioso porque en el concierto a punto de empezar estaría su familia, sus amigos, compañeros de colegio... Apenas unos minutos después, con el auditorio lleno y la noche cerrada sobre el inspirador Cantábrico, comenzaría la música. Pero esa.. .es otra historia.

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