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Sabina se baja en Atocha: punto y final a una carrera de purísima y oro

El legendario cantautor se despide de los escenarios, pero sus canciones y su icónica figura perdurarán en la memoria colectiva

Domingo, 30 de noviembre 2025, 10:21

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Esos canallas pícaros de sus canciones siempre supieron estirar la noche más allá de lo razonable. Sonsacar al camarero la última copa. Salir del bar con el cierre ya medio echado. Aferrados al brillo de la fortuna y a la cintura de la mujer de medias negras. Al igual que esos personajes que tan bien ha pintado con su música, Joaquín Sabina ha estirado su carrera y su despedida más allá de lo prudente. Para ser exactos, hasta este domingo 30 de noviembre de 2025. En su amado y temido Palacio de los Deportes de Madrid, el jienense echa la persiana a sus giras de manera definitiva. Se supone, porque dime tú quién puede creer del todo a semejante truhán.

Nacido en Úbeda en 1949, Sabina ya forma parte a estas alturas, como su ciudad, del patrimonio de nuestro país. Ahora que se conmemoran los 50 años de democracia, ese periodo coincide con exactitud con su carrera en España. Fue en 1976 cuando regresó del exilio en Londres. Huyó en 1970, esquivando ser detenido como otros compañeros del Partido Comunista. Los acusaron de lanzar cócteles molotov contra oficinas del Banco de Bilbao y del Banco Hispano Americano en Granada. Genio y figura, acabó reutilizando una vez más lo vivido para una canción, con esas legendarias pedradas de «Y nos dieron las diez».

Identificado desde siempre con la izquierda, sí. Pero figura nacional compartida hace décadas por muchísimas personas de amplio espectro político y social. A Sabina se le admira y se le insulta por igual desde muy distintos lados. Rojo. Vendido. Jeta. Machista. Egoísta. Torturador de animales. Mucho, mucho ruido. Llamarle defraudador sería más un hecho que un insulto. Pero ojo con ese calificativo en estos tiempos, que igual acaba uno en la cárcel antes que el defraudador... Ese pleito con Hacienda y los 2,5 millones de euros que el Tribunal Supremo le condenó a pagar son también una causa importante de que su retirada se haya estirado y estirado más allá de lo que su salud (y seguramente sus ganas) le aconsejaban.

La magia y costumbrismo de sus personajes y aventuras

Quedan lejos, muy lejos ya, aquella Mandrágora inicial junto a su amado Krahe. También lejos la época gloriosa y canalla de Las Ventas y el Gran Rex argentino. Las noches en ese mítico piso en Jacinto Benavente (sigue allí) del que antes tenía llave todo Dios y en el que Sabina amanecía pisando desconocidos. Quedan lejos los nocturnos pactos de caballeros, las cenicientas de saldo y esquina y las juergas en ventas del Fino La Ina. «Aquella juventud que me duró hasta los 50 años», según cuenta él mismo.

Ahí, entreverando la realidad y ficción, es donde se erige la leyenda Sabina. Sus canciones crean Macondos en bares, estaciones, callejuelas, estadios y hasta prostíbulos. Uno nunca sabe con certeza si la Magdalena de corazón tan 5 estrellas, la Paulita de La Boca argentina y la ladrona de medias negras existieron tal y como las canta. Si Manolete, con la Bien Pagá a su vera, ordenó subir dos anisetes a aquella suite. Pero nos gusta pensar que sí. Nos gusta soñar 100 vidas además de la del Pirata Cojo. Sabina nos ha contado más de 100 mentiras y no nos ha importado en absoluto.

Irrepetibles años 90 con las canciones que todos amamos

Los 90 marcan su periodo cumbre (ya hablamos de él como si fuera pintor clásico). Buena parte de las canciones que han resistido en el repertorio de sus conciertos y la memoria colectiva son de los álbumes que encadenó en esa década.

Física y química ('1992'. 'Y nos dieron las diez', 'La del pirata cojo', 'Amor se llama el juego', 'Pastillas para no soñar'). 'Esta boca es mía' (1994. 'Esta noche contigo', 'Por el bulevar de los sueños rotos', 'Incluso en estos tiempos', 'Ruido', 'Más de cien mentiras'). 'Yo, mí, me, contigo (1996. Contigo, Y sin embargo, Tan joven y tan viejo) '19 días y 500 noches' (1999. '19 días y 500 noches', 'Barbi Superestar', 'Una canción para la Magdalena', 'Dieguitos y Mafaldas', 'El caso de la rubia platino', 'Donde habita el olvido', 'De purísima y oro', 'Noches de boda'… y realmente todo el álbum).

Como buen señor de ego inagotable, Sabina lleva autoreferenciándose en sus canciones desde siempre. Incluso ahí, en su momento de gloria creativa y vital, sin sombra del ictus que luego vendría, ya cantaba en 'A mis cuarenta y diez' aquello de «Más antes que después he de enfrentarme / Al delicado momento / De empezar a pensar en recogerme / De sentar la cabeza». Aunque matizaba. «Pero sin prisas / Que a las misas de réquiem, nunca fui aficionado». Hago inciso porque justo me ha venido a la cabeza Rosalía, que escribe similar en los dos temas que cierran sus álbumes más recientes. 'Sakura' anticipa su vejez y 'Magnolias' su entierro. Cosas de genios, supongo.

La coautoría de las canciones de Sabina

Sus letras quedan para la historia. ¿Son de Joaquín Sabina o del equipo creativo Sabina Marca Registrada? Javier Soto, de la Universidad de Almería, estudia a fondo este trabajo conjunto en el artículo 'La autoría de las letras de Joaquín Sabina: identificación, coautorías e intertextualidades' (2024). Con un total de 188 canciones, 147 de sus letras están firmadas por Sabina en solitario, 37 en coautoría y solo cuatro por otros autores. La mayor parte de las letras escritas en coautoría se concentra en sus últimos dos álbumes en solitario: 'Vinagre y rosas' (11) y 'Lo niego todo' (8). Benjamín Prado (21) es por mucho el autor con quien más letras ha firmado; aparte de él, solo están presentes más de una vez Pancho Varona (2) y Antonio Oliver. Este poeta y crítico literario cartagenero firma 4 coautorías. Una de ellas es 'De purísima y oro'. Para muchos, incluidos Sabina y quien escribe esto, la obra cumbre de la literatura sabiniana.

Curioso que la única alianza creativa con su «primo mayor», Joan Manuel Serrat, pasase sin pena ni gloria. 'La orquesta del Titanic' (2012) fue compuesto por los dos mayores cantautores de nuestra lengua… para acabar en el cajón de los discos olvidados. A veces uno más uno suma menos que uno solo.

Hay una cosa que cualquier manual de empresa dice, pero que no todos los jefes cumplen. «Rodéate en tu equipo de los mejores, de gente incluso mejor que tú». Sabina sí lo ha hecho con su banda y escuderos. Desde los 80 con Pancho Varona y Antonio García de Diego (luego enemigos íntimos hasta el despido de Pancho en 2022). Desde 'Vinagre y rosas' (2009) con Benjamín Prado en las letras. Y en los últimos años y discos, también con Leiva. Imprescindibles también las voces de Olga Román primero y de Mara Barros después.

Con su ayuda, Sabina ha construido una carrera y unas canciones para la historia no sólo de España, sino también de México y Argentina. Al otro lado del charco también es venerado. Acá y allá, Sabina nos ha hecho felices. Nos ha hecho soñar pecados, llorar miserias, bailar en noches de boda y reír sintiéndonos entre personajes quevedianos. Con 76 años, Sabina se baja en Atocha, se queda en Madrid.

Y nosotros nos despedimos, tan joven y tan viejo, de nuestro Rolling Stone.

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