"Las instalaciones del campo amenazan ruina"
Alberto Gómez, entrenador del Valdáliga prefiere la bici al balón, pero lleva más de un año entrenando al equipo de fútbol de Treceño
lucia alcolea
Miércoles, 5 de abril 2017, 12:21
Parece comedido, pero luego dice lo que tiene que decir, como que los enfrentamientos entre los padres de los jugadores se transmiten de generación en generación, por eso prefiere entrenar a mayores. El entrenador del Valdáliga, Alberto Gómez, tiene buenas expectativas y lo que más le gusta "es que somos una piña".
¿Cuál es su trayectoria en este deporte?
Empecé a jugar al fútbol sala en el Textil Escudo, con siete u ocho años, hasta infantiles. Luego lo dejé, porque empecé con la bicicleta. Con 18 años, volví al Textil Escudo en juveniles. Estuvimos un año hasta que se fundó el Segunda Regional del Escudo y al año siguiente Victoriano Gutiérrez volvió a fundar el Valdáliga, que había estado dos años desaparecido, y jugué allí durante ocho años. Después sufrí una lesión que me hizo dejar el fútbol y el anterior entrenador del equipo me animó a ser segundo. En febrero me quedé a cargo del equipo por discrepancias y este año llevo desde el principio como primer entrenador.
Dejó el fútbol por el ciclismo, pero luego volvió al fútbol. ¿No le convenció la bicicleta?
A mí el ciclismo me gusta más. De hecho, soy director nacional de ciclismo, pero dedicarte de lleno a este deporte es mucho más duro. El ciclismo implica dedicarle 24 horas al día y con 17 años piensas en salir y en otras cosas. No podía compaginarlo todo.
Volvamos al Valdáliga.
Somos veintidós jugadores en plantilla y el equipo empezó en la Segunda Regional, porque empiezas en la categoría más baja. Como jugador conseguí dos ascensos, a Primera Regional y a Regional Preferente, y luego descendimos siendo entrenador. Ahora estamos en la Segunda Regional, que es la categoría más baja absoluta. Vamos quintos con opciones de ascender.
¿Cuál es el punto fuerte del equipo?
Que la directiva y la plantilla somos como una gran familia. Recuerdo que los tres primeros años fueron maravillosos. Se creó un vínculo muy importante entre los miembros de la directiva. Lo mejor es que hay piña y eso es lo más bonito del fútbol. Hacemos una barbacoa al mes, aunque no tengamos para pagar gasolina. Somos más un grupo de amigos que nos juntamos para jugar. Este año, al crearse el equipo del Galas, algunos se me fueron y tuve que llamar a gente para sacar la plantilla adelante.
¿Existe cierta competencia entre los equipos de la comarca?
No sé si es competencia. El Galas y nosotros somos rivales en la categoría, pero no lo veo como enemigo. Si un jugador se quiere ir al Galas y me lo dice de frente, no tengo ningún problema. Cada uno escoge lo que cree mejor para sí mismo, y a partir de ahí, nos tendríamos que ayudar entre nosotros.
La otra cara de la moneda son las peleas entre los seguidores y la agresividad que existe en ciertas ocasiones dentro del fútbol. La presión de los padres para que sus hijos sean los mejores... ¿Cómo se lleva esta situación?
Yo no quiero entrenar a niños y en gran parte es por eso. Creo que los padres se obsesionan mucho con querer ganar a toda costa. Eso no va con mis ideas y por eso prefiero entrenar a gente que ya tiene una edad. Intento sacar el máximo resultado al equipo haciendo que jueguen todos y creo que lo estamos haciendo bastante bien. Ningún jugador podrá tener queja, pero mis puertas están abiertas para que si es así, me lo comenten e intentar arreglarlo. Lo que no me gusta del fútbol base es que se quiera ganar o golear por encima de todo. La gente dice ¿cómo le vas a decir a un niño que no marque más goles?;solo le tienes que decir que intente jugar más con el balón antes de llegar a la portería. La agresividad con los árbitros me molesta muchísimo. Hay veces que saltas, pero el insulto al árbitro o entre jugadores debería evitarse.
¿En qué condiciones se encuentra el campo en el que entrena el equipo?
El campo es de hierba natural. Existe un presupuesto aprobado de unos 83.000 euros de la Consejería de Deporte para arreglar las instalaciones, pero aún no se ha llevado a cabo ninguna obra. Las instalaciones amenazan ruina y el campo necesitaría una mejora importante para estar a la altura del resto de campos.