"La lectura en todos sus formatos es una suerte de resistencia intelectual"
La autora santanderina, integrante del colectivo Peonza, publica ‘A veces la lluvia’, álbum ilustrado por Zuzanna Celej
Guillermo Balbona
Jueves, 11 de mayo 2017, 07:51
"Los niños crecen muy deprisa. ¿Cuánto tiempo seguirá queriéndose poner lo que tejes?". La maternidad y el paso del tiempo asoman entre la intimidad, ... la confesión, la complicidad y la textura de las sensaciones. Ainara Bezanilla Orallo (Santander, 1977), integrante del equipo redactor de la revista Peonza, publica A veces la lluvia junto a la ilustradora Zuzanna Celej. Un álbum que ve la luz en Thule Ediciones. Licenciada en Geografía y Urbanismo y Magíster en Literatura Infantil y Juvenil, durante años trabajó como urbanista y estuvo al frente de dos librerías de literatura infantil, juvenil y arte ( Merienda en el tejado y Mundanalrüido). Ha comisariado diferentes exposiciones, impartido charlas y formaciones de didáctica artística y mediación lectora. Posee una pequeña editorial que "publica, anecdóticamente, libros caprichosos". Actualmente compagina estas actividades con la docencia en secundaria. Es articulista de El Diario.
¿Cuáles son las señas de identidad de A veces la lluvia y cómo surge?
Nace de una necesidad personal de dejar constancia del paso del tiempo. Cuando tienes pequeños a tu alrededor la fugacidad del momento es tan evidente que incluso la vorágine de lo cotidiano te permite palparlo. La ropa ya no les cabe, pasas de ser su centro de referencia directo a ser uno más, tus respuestas ya no gustan tanto y los quieres de tal modo que eres muy consciente de lo afortunado de los ratos vividos y de la necesidad de exprimir los instantes diarios de intimidad compartida.
Ese diálogo con la ilustración se antoja lo más difícil y arriesgado. ¿Cómo ha sido el proceso creativo?
Vivimos en un mundo de imágenes, todo a nuestro alrededor es visual, plástico, tangible. Quizás esa relación entre lo dialogado y lo ilustrado sea más natural de lo que pensamos en primera instancia. Cuando aprendes a leer por medio del método natural de palabra - imagen, no sabes distinguir entre la palabra y su representación gráfica. Así, si piensas en un camión y cierras los ojos, en tu cabeza se dibuja igualmente con sus cuatro ruedas como la palabra con todas sus letras y su tilde. La ilustración permite una doble lectura del álbum, por un lado se encuentra el texto en sentido estricto y por otro las ilustraciones que narran su propia versión de los hechos. El proceso creativo así, es sencillo. Tienes un texto en la cabeza, lo escribes a cachos, lo recortas (mucho), lo das a leer a pocas personas, te atreves a enviarlo a un editor, te dice que es demasiado íntimo, demasiado arriesgado, demasiado poco definido, insistes, se arriesga, te busca, pensáis ilustrador posible, se le envía el texto, lo acepta, lo hace suyo y deja de ser tan solo tuyo para ser de todos los implicados y de los lectores a los que también pertenece al tenerlo entre sus manos. Zuzanna posee un imaginario increíble donde sus pinceladas y piezas recortadas forman parte de un todo armonioso. Juega con los silencios como si de una directora de orquesta se tratara. Una delicia.
Parece un libro de adultos.
Bueno, creo que es un libro para adultos. El formato de álbum ilustrado puede despistar al respecto, pero es que los álbumes no son solo para público infantil. Nos preocupamos porque nuestros pequeños aprendan a leer y escribir, pero cuando el proceso parece haber concluido, decidimos que las ilustraciones ya no tienen sentido, que ya no hacen falta ni tienen utilidad alguna. Nada más lejos de la realidad. Así, nos cuesta enfocar un libro ilustrado para público adulto, pero le aseguro que hay mucho fetichista suelto por el mundo...
En todo caso, ¿puede ser considerado una reivindicación de los afectos?
Probablemente. Es en toda regla un canto de amor. Una oda a lo mejor que he hecho en mi vida: mi hija. Y sí, reivindico querer y ser querido. Querer sabiendo educar, querer bien y con intención. Querer sabiendo que no siempre lo harás correctamente, que te equivocarás, que es importante cuidar, proteger y saber dejar volar. Ayudar con los límites, anticiparte a los peligros y dejar que caiga aunque te duela en el alma. Acompañar sin saturar, mantener el equilibrio, respetar y ser respetado y tener muy claro que son pequeños, no inferiores. Saberte imprescindible emocionalmente pero no prácticamente.
La levedad poética que cruza el libro parece desmarcarse de esa moda de lo interactivo...
Sí, probablemente. La lectura que yo defiendo es la de una literatura que no allana el terreno. Se trata de un acto íntimo que conlleva un esfuerzo, una concentración, una abstracción del universo imaginario que puede concretarse en una idea, en una palabra o una escena que te hace transportarte hacia ella. En realidad, creo que no hay nada más interactivo que la imaginación. . En ocasiones, tratamos de hiperestimular a nuestros pequeños porque somos nosotros los que precisamos de una estimulación para llevar adelante nuestro día a día. No nos damos cuenta de que ellos están creciendo y la fascinación por descubrir un mundo nuevo lleno de posibilidades ya es motivación más que suficiente.
No se trata de demonizar ningún elemento, todos pueden convivir en perfecta armonía, pero lo que está ocurriendo en la actualidad, en determinados círculos, es que se está ensalzando todo lo interactivo y digital denostando lo analógico y en papel por el mero hecho de serlo.
¿Cómo ha evolucionado la literatura infantil?
Ha tenido una evolución al margen de los mercados de los libros para adultos. Mientras en la literatura adulta las editoriales se atrevían a publicar diferentes temáticas y formatos, para el público infantil todo se volvía más tradicional y establecido. Ese ambiente de sobreprotección de la infancia también empapó a la LIJ, no se publicaba lo que no se vendía. Y no se vendía porque podía resultar incómodo para los adultos que compraban esos libros. En los años setenta, ochenta e incluso en los noventa, se publicaron auténticas joyas de la literatura infantil y juvenil. Grandes autores como Arnold Lobel, Maurice Sendak, Astrid Lindgren, Lygia Bojunga, entre muchos otros, se atrevían con temas e ilustraciones que quizás hoy en día tendrían problemas para encontrar editorial. Actual, y afortunadamente, este devenir está cambiando. Existen editoriales que no solo se atreven con nuevos libros y temas universales, caso de Thule, sino que están haciendo un muy buen trabajo reeditando a esos clásicos ya canónicos.
¿Es el patito feo de la literatura?
Sí, probablemente. Total, son libros para niños. Total, para niños puede escribir cualquiera... Y así un sinfín de excusas que encubren el poco interés que mantiene esta sociedad en educar de un modo crítico y autónomo a nuestros pequeños. Libros mediocres los hay a puñados, al alcance de nuestras manos. Pero de nosotros depende, como mediadores a la lectura que somos, que esos pequeños conozcan la calidad y una literatura bien construida. Porque la ilustración no tiene edad y los buenos textos son buenos sea cual sea su público proyectado. Acompañar en su crecimiento a esos pequeños que pasado mañana serán ciudadanos con derecho y obligación de opinar acerca del destino de los presupuestos del Etado, entre otras cosas, nuestra misión.
¿El valor de contar, el cuento, la narración sigue intacto?
Todos necesitamos historias para vivir, para conocer otras realidades, otros mundos, otras sensaciones. Los niños las precisan para crecer, para estar preparados para lo que viene después, para aprender a sentir en otra piel. Desde las primeras nanas, las primeras retahílas que nos ayudan a sentir el afecto de la persona que nos las canta, palabras que te mecen y arrullan y te proporcionan seguridad. A medida que vamos creciendo esa necesidad de historias se afianza, vivimos vidas paralelas a partir de los personajes de las historias que leemos y conocemos parajes insospechados a la vuelta de una página o de una historia contada por los labios de otra persona.
¿Las nuevas tecnologías, la superficialidad, la inmediatez son los enemigos a combatir desde el libro que busca dejar un poso?
En ocasiones se tiende a pensar que la literatura y los trabajos culturales deben ser cuidados y protegidos por el mero hecho de serlo, como si de un canon cultural se tratara. Como si se encontrara amenazado por las tecnologías o el devenir de nuestra cultura de la obsolescencia. Pero el verdadero enemigo de los libros son los gobiernos que no los respetan y no los ponen en valor. Quizás no somos conscientes de que todo esto es lo que da sentido a gran parte de nuestras vidas. Cuando un gobierno no valora todo esto, igual es justo lo contrario. Igual sabe que una ciudadanía formada y sensible es una ciudadanía crítica y a muy pocos gobiernos les interesa ese tipo de votantes. De ahí puede surgir el ninguneo a este sector.
El sistema de bibliotecas ¿sigue siendo la asignatura pendiente?
Bueno, en nuestra región, las bibliotecas municipales dependen de los Ayuntamientos que las gestionan. Es mucho más fácil encontrar una buena biblioteca pública en municipios pequeños que en el propio Santander. Las bibliotecas de un gran número de municipios son muy dinámicas y cuentan con grandes profesionales al frente. La situación es bastante más compleja, como ya decía, en Santander. No ha existido un respeto por la Red ni por los responsables de las mismas. Santander vive de espaldas a las necesidades de su ciudadanía en cuestiones culturales muy básicas. Se centran mucho más en inaugurar contenedores faltos de contenido que en mantener y cuidar lo ya existente. Comprar libros, atender desideratas, tener personal cualificado al frente o destinar presupuestos específicos a la dinamización de las bibliotecas no llena titulares y no son objetivo político.
¿La lectura hoy más que nunca es resistencia?
La lectura en todos sus formatos es una suerte de resistencia intelectual. Es una actitud frente a la vida, es interesarse por la vida y las realidades de otras personas. Reconocer que existen otros mundos y que no somos el centro del universo. Leer es reflexionar, conocer, y en el mejor de los casos: actuar.
¿Hay algún tema aún tabú en la literatura infantil?
Sí, la muerte. Es algo que los adultos no comprenden en la literatura infantil y juvenil. ¿Se imagina a una persona recomendando una novela pero advirtiendo que en la página 298 se muere el padre de la protagonista? Probablemente, no. Si vendes o recomiendas un libro destinado a público infantil, debes advertirlo, nadie quiere una muerte en un libro para niños. Cuando está más que demostrado que el problema lo tenemos nosotros, como adultos, no los niños.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión