Secciones
Servicios
Destacamos
La guerra amenaza las fronteras de la Unión Europea, y no es como la muestran películas y novelas. Las trincheras no son campos de pluma ... de duelos de amor que poetizó Góngora sino tumbas de fango y sangre. Ni las batallas son una sinfonía bélica acompasada por el tronar de la artillería sino un réquiem de lamentos y gritos desgarradores acallados con el silencio fatal de la muerte. La guerra es un infierno que los militares afrontan para cumplir con valor el deber de luchar hasta el último aliento por la libertad y democracia de Cantabria, de España, de Europa. Mas, cuando en el verde campo de combate las amarillas espigas de los trigales se metamorfosean en amapolas de sangre de los soldados caídos ¿habrá quién tome su relevo para defender nuestras familias y pueblos de Cantabria, de España o de Europa?
Porque los líderes europeos postulan desde cómodos atriles enfrentarse armamentística y bélicamente a Rusia en defensa de Ucrania y de nuestras fronteras, pero tengo la impresión de que los jóvenes occidentales no están por la labor de arriesgar sus existencias ni por Ucrania ni por Europa ni por cualquier otra bandera, incluida la de España. ¿Motivo? Además de su desconocimiento de la operatividad castrense, la ausencia de la virtud más importante del soldado que infunde la cultura de defensa: la vida interior, esencia del valor militar.
Es clásica la sentencia de von Clausewitz en su tratado «Vom Kriege-De la Guerra-» cuando afirma que «la guerra implica un peligro y, en consecuencia, el valor es sobre todas las cosas la primera cualidad que debe caracterizar a un combatiente». Valentía, infiere el prusiano general de dos estrellas, que es la pasión primaria del soldado y que no nace de la voluntad o de la inteligencia sino de la vida interior. En ella germina la determinación de vencer o morir por lo amado: familia y patria. Determinación que no consiste sólo en valor para afrontar el riesgo físico, sino también para asumir espiritualmente las responsabilidades asignadas y encarar el peligro moral de la muerte, que von Clausewitz llama «courage d´esprit».
Vida interior ignorada por la mayoría de los ciudadanos europeos porque sus líderes no les han enseñado a amar los ideales de la cultura de defensa ni a adiestrarse en la operatividad técnica, material, espiritual y emocional castrense que los capacite para la guerra. Combatir por la patria no es sólo obligación de los militares, porque, si bien los soldados somos los primeros en su defensa, es un deber que atañe a toda la sociedad, mujeres y hombres. Así, ante la amenaza de extenderse al resto de Europa el conflicto de Rusia contra Ucrania, han recuperado Noruega, Dinamarca o Suecia el servicio militar obligatorio para hombres y mujeres, que Grecia, Chipre y Austria ya mantenían. Finlandia, Letonia, Lituania, Estonia y Croacia han reintroducido el servicio militar obligatorio sólo para los hombres (lo que, en mi opinión, supone una intolerable discriminación al derecho de la mujer a pelear en la guerra). Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña, Irlanda, Bélgica, Holanda, Polonia, Hungría, Portugal o España sólo disponen de fuerzas armadas profesionales, sin servicio militar obligatorio, y con escaso conocimiento de la población (salvo los reservistas) de la cultura de defensa militar.
Los drones, la cibernética, las comunicaciones e Internet han alterado las formas bélicas clásicas mas, al final, como en la invasión de Ucrania por Rusia, el combatiente, militar y civil, termina luchando a vida o muerte casa a casa, calle a calle, trinchera a trinchera, palmo a palmo de terreno. La guerra acosa una vez más nuestro Viejo continente. Y, allende la diplomacia, los líderes sociales, culturales y comunicacionales europeos deben inculcar a los ciudadanos la cultura de defensa fomentando la vida espiritual que sustenta el valor requerido para defender sus hogares, sus familias, su patria, además de dotarlos con la operatividad militar mínima necesaria para el uso de las armas, táctica, movimiento o supervivencia.
En su obra «Política de Dios y Gobierno de Cristo» el católico Quevedo glosó que en la batalla: «cuánto es más eficaz mandar con el ejemplo que con mandato. Más quiere llevar el soldado, los ojos en las espaldas de su capitán, que tener los ojos de su capitán a sus espaldas».
Por la ausencia de motivación y adiestramiento castrense de sus ciudadanos, son tiempos difíciles para la defensa de la libertad y la democracia, y los líderes de Europa, España, Cantabria tienen que iluminar la mirada de sus compatriotas con el «courage d´esprit» de los militares que seguían valerosos a sus capitanes de los Tercios en la batalla. Porque las sociedades occidentales o derrotan al dictatorial Jinete del caballo rojo del Apocalipsis que cabalga sobre Ucrania y amenaza Europa o ésta desaparecerá por la guerra.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.