Individuo, sociedad y justicia
Los jueces no son progresistas ni conservadores, son jueces; son personas que cuando se ponen la toga dejan de ser padres, esposos, hermanos… para ser jueces
Superado el espacio estepario de la Edad Media, donde reinaba una sociedad que se ha definido como 'creyente', poblada por individuos que heredaban las verdades ... de sus antepasados, y en los que no existía análisis ni crítico porque esto conducía a la hoguera, es en los albores del siglo XVIII cuando el sol nos permite superar aquella etapa sombría, al surgir una sociedad 'pensante'; aquella que se interroga, que analiza, que indaga y verifica, donde se aplica un análisis racional a la totalidad de los enigmas de la naturaleza, donde lo sobrenatural es superchería, y la intolerancia incompatible con la convivencia.
Se potencia y se extiende la enseñanza; aparecen periódicos y se procede a la institucionalización de correos; se incorpora la clase media a la vida social, formada fundamentalmente por profesionales, abogados, comerciantes, militares, artesanos…, nace el modelo científico con Newton, llegando a decir Pope que «Dios no dijo hágase la luz, sino hágase Newton». Él fue una prolongación de Galileo y de su método científico. A la vez que Descartes, en su 'Discurso del método', señala un conjunto de normas para alcanzar el conocimiento y más tarde Thomas Hobbes, que es después de Maquiavelo el político más audaz e inteligente, recoge en su 'Leviatán', el inicio de la formación de los estados, señalando el concepto de norma, y la necesidad del respeto a las mismas. Así entramos en la Ilustración, en la que el lema es «Deja de creer y atrévete a pensar», señalando Voltaire a Europa como una suma de naciones, y Montesquieu, en su espíritu de las leyes, la preferencia por la separación de poderes en los sistemas políticos.
La consagración de este preámbulo de deseos y logros, que fueron aconteciendo durante siglos, va a cristalizar con la superación de las revoluciones, norteamericana y francesa, y después de un enorme salto histórico van a asentarse como sustrato de una cultura moderna, con la superación de las dos guerras mundiales. Ni que decir tiene que la justicia, y su concepto de igualdad frente a la ley, de equidad de todos los individuos frente al reparto de derechos y obligaciones, ha ido desarrollándose, consiguiendo enormes logros desde la base de que el individuo sea, del color que sea, haya nacido donde haya nacido… viene definido por el respeto de las normas a su dignidad, a la vez que, como complemento de sus derechos, han de situarse las obligaciones pertinentes.
Pero el individuo es gregario, necesitado del sentir y la cohesión con los demás, además de ambivalente, dubitativo e inseguro en algunos de los trechos de su camino vital. Ocasionalmente se siente distante, y distinto, y busca la necesidad de su identidad y seguridad, y por efecto de lo que Nietzsche denominó «la moral de rebaño», siempre consigue algún compañero de viaje, dado que hay muchos desviados, uniéndose al grupo, para por su cohesión sentirse más seguro y fuerte, hasta llegar a fanatizarse en ocasiones, pudiendo ir en contra de sus intereses formando parte de la manada, que movida por los hilos del poder de los intereses de unos pocos, puede hacer crecer la inquietud social hasta niveles peligrosos. Porque esta situación impregna, crea adeptos, fieles y fanatiza, de tal forma que, al final, hay una demanda subliminal que nos exige una alineación social, que de forma lenta se va infiltrando en nuestros comportamientos públicos, llegando al final a ser partícipes, más o menos explícitos, de determinados movimientos. De tal forma que en una reflexión sincera nos asombramos, hemos caído en la trampa.
Y la justicia no está exenta de este hecho social, forma parte de la sociedad, y en consecuencia se impregna de todo lo que a ella concierne, con lo que sin buscarlo, desearlo o quererlo, los movimientos vitales nos van empujando hasta depender del grupo con el que nos identifiquemos; los genes que hayamos heredado, y las circunstancias vitales que hayan acontecido. Al final, y sin un sentimiento de pertenencia, nos harán la foto social, y nos siente bien o mal, no podremos deliberar, porque el concepto social se impone, el sentir de los demás es una apisonadora, de tal forma que ya soy parte de tal o cual grupo.
Pero la justicia ha de ser fría, lejana a la vez de próxima, como congelada en el medio; no va ni viene, está como clavada, y así como un médico opera o asiste a una persona, simplemente preocupado por taponar su herida, el juez ha de enfrentarse a las personas teniendo en cuenta las normas; no son progresistas ni conservadores, son jueces, son personas que cuando se ponen la toga dejan de ser padres, esposos, hermanos… para ser jueces, para con inteligencia y habilidad, escrutar la norma, y teniendo en cuenta la concurrencia de los hechos, dictar sentencia.
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