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Padres e hijos

Los hijos vienen a través nuestro pero no nos pertenecen; sin embargo, los padres no dejan de serlo jamás, y su protección, solidaridad y cariño, han de persistir hasta el final de la vida

Jueves, 27 de noviembre 2025, 07:14

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A lo largo de dos semanas, he podido asistir a dos situaciones conflictivas entre padres e hijos, por lo que quisiera ordenar unas reflexiones que ... nos acercan al ejercicio más sano sobre nuestros deberes como padres. El primero se basa en la película de la que me habían comentado diversos padres, jóvenes, matrimonios… titulada 'Los domingos', en la que el conflicto se suscita por la decisión de una joven de 17 años de entrar en una comunidad religiosa de clausura, y en la que se dan diversas opiniones al respecto dentro del ambiente familiar. Padre viudo, endeudado, que sólo piensa en el trabajo para mantener a sus hijas y pagar la hipoteca de su vivienda; abuela cercana a las tres nietas, pero que mantiene el recuerdo de la nuera como una persona alocada –«por lo que muerta esta mejor»–; un pensamiento que impregnará su actitud tiñéndola de cierta frialdad y lejanía frente a las niñas, aunque su responsabilidad le exija el ejercicio de cierta protección. También está la hermana del padre, de conducta enormemente liberal, agnóstica, de comportamiento poco reflexivo, y heredera de la mitad de la casa hipotecada en la que vive su hermano con sus hijas y la madre. Surge, además, un director espiritual frío y afectivamente lejano, que manifiesta cierta ignorancia a propósito de conceptos como apetito carnal y fe. A estos personajes hay que sumar, además, un joven muy cercano afectivamente a la joven protagonista. Destacamos la falta de amor de padre, equivalente a cercanía, solidaridad, diálogo, complicidad, cariño, seguridad y comprensión... frente a la hija adolescente, como la causa principal de la incertidumbre de esta, y en ocasiones de la desorientación de la joven frente a su futuro, así como la ausencia del amor y protección del padre en el momento que más se le necesita, que es en el correspondiente a la definición de su identidad, que marcará su futuro para siempre. Envolviendo todo, y con la joven carente de afecto y en consecuencia desorientada, surge la acusación explicita de egoísmo hacia la joven, que impregna todo el ambiente y con ello la conciencia de culpa de ésta que incrementa su aturdimiento, con explosión emocional final. Quedémonos, amén de con la óptima construcción de la película como enseñanza, con el protagonismo que los padres han de tener en la vida de sus hijos, con su solidaridad y protección, amor y complicidad, con su atención y cariño, con su diálogo amable y comprensivo… en definitiva, con su permanente regalo.

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