La otra cara de la moneda
Mientras el incremento de las ganancias se apoye en un crecimiento económico real, el riesgo de que la burbuja financiera reviente es inversamente proporcional
El economista turco Nouriel Roubini se hizo famoso cuando, en una conferencia ante el Fondo Monetario Internacional en 2006, predijo el reventón de la burbuja ... inmobiliaria y la subsiguiente Gran Recesión del 2008; predicción acogida con gran escepticismo por la opinión pública del momento. Veinte años después, Roubini vuelve a opinar a contracorriente; pero esta vez lo hace a favor de la movida tecnológica, y predice que la burbuja de la Inteligencia Artificial no va a reventar, sino que el crecimiento de Estados Unidos va a seguir duplicando el de la Unión Europea. Algo que, de nuevo, vuelve a chocar con el sentimiento generalizado al respecto.
Hace un par de semanas expuse aquí el caso del reventón de una nueva burbuja financiera («Ia, ia, oh» DM 24/11/25). Veamos ahora la otra cara de la moneda. La tesis que sostiene Roubini es la quintaesencia de la huida hacia adelante, característica de la cultura americana de no resolver los problemas sino dejarlos atrás, lo cual me hace pensar que una vez más Roubini acierta en el diagnóstico, y que esa va a ser la estrategia del gobierno de Trump en los próximos dos años, estrategia que sería seguida hasta su culminación por el siguiente gobernante.
La tesis de Roubini puede resumirse en el rechazo de la muy extendida idea sobre una masiva burbuja especulativa en bolsa a punto de reventar. Según él, dicha previsión no se sostiene a medio plazo. Su explicación es que no van a cumplirse las agoreras predicciones acerca de que las tarifas arancelarias, el infundado tamaño del déficit fiscal, la amenaza a la independencia de la Reserva Federal y la erosión del imperio de la ley, van a componerse para conducir la economía estadounidense al estancamiento con inflación, a la depresión de la bolsa, y a debilitar fatalmente la fortaleza del dólar como moneda de reserva internacional.
Según Roubini ese cúmulo de síntomas, amenazadores a corto plazo, va a ser neutralizado el próximo año y sobrepasado en los años subsiguientes por la pujanza de la IA. EEUU va por delante de Europa en las más importantes Industrias del futuro (IA, desarrollo de lenguajes para la IA generativa, robótica, computación cuántica, comercialización por satélite e industria armamentística) lo cual va a proporcionar un incremento de su PIB entre el 3,5 y el 4% hacia 2030. Y lo mismo ocurrirá con las ganancias en bolsa, que seguirán superando el 10% anual, por encima del resto de países desarrollados y de los mercados emergentes.
Mientras el incremento de las ganancias se apoye en un crecimiento económico real, el riesgo de que la burbuja financiera reviente es inversamente proporcional; cuanto mayor el crecimiento menor el riesgo. Lo mismo ocurre con la deuda pública, su tamaño relativo decrece en la medida en que el PIB aumenta (lo estamos viendo en España). El punto de equilibrio para EEUU se encuentra hoy en el 2.3% del PIB; el aumento del 4% garantizaría que la deuda sea más que sostenible a medio plazo. No solo eso, la inflación se vería reducida por una oferta superior a la demanda. Incluso la actual deuda externa –mayores importaciones que exportaciones– se vería financiada por la afluencia de capital extranjero a EEUU, atraído por su mayor rentabilidad. Así pues, la supuesta devaluación del dólar y el deterioro como moneda de cambio internacional se diluirían como azucarillo en el café.
Basar la sostenibilidad del sistema en el crecimiento perpetuo, mediante la huida hacia adelante, es el invento americano que hoy se practica urbi et orbe. ¿Hasta cuándo seguirán los líderes políticos-económicos estadounidenses abusando de la paciencia de sus ciudadanos y del resto de países en su área de influencia? No es fácil predecirlo, pero Roubini sostiene que la bonanza puede prolongarse hasta el año 2055. Con bastante menos margen de tiempo, la política de no resolver los problemas sino dejarlos atrás, ha venido funcionando en EEUU hasta convertir a este país en el más rico y poderoso del mundo. ¡Vaya usted a decirles que cambien el chip!
Lo que no enfatiza Roubini son las posibles consecuencias sociales y políticas del éxito de la IA. Primero, porque su razonamiento evoca las cuentas de la lechera. Después, porque los riesgos que se digna mencionar de pasada (tensiones geopolíticas y trastornos causados por innovaciones tecnológicas sin precedente) a algunos nos parecen lo bastante grandes para provocar agudos conflictos sociales y políticos. Lo cual aminoraría significativamente la velocidad de implantación de la IA, aumentando significativamente el factor tiempo utilizado por Rubini en sus cálculos. Lo cual haría que el PIB no crezca por encima del 2.3% y reviente la burbuja sin remisión.
Lastima que ni él ni yo viviremos hasta el 2055 para comprobar sus tesis.
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