Talento
El capital humano es uno los factores para el crecimiento económico, aunque se haya dado prioridad a factores materiales
Las ideas siempre han estado detrás de los grandes avances en el progreso de la humanidad, desde la imprenta y la máquina de vapor hasta ... los semiconductores. Pero las ideas no surgen de la nada; surgen de las personas. Y, entre ellas, suelen ser las mentes con más talento las que expanden los límites de lo posible». Este comentario es el primer párrafo de la carta de presentación del último número de la revista del FMI, Finanzas y Desarrollo, dedicada, precisamente, al análisis de cómo el talento promueve el crecimiento.
Cuando los economistas tratamos de comprender los factores que más contribuyen al crecimiento económico solemos centrar nuestra atención, quizás en exceso, en factores materiales que, convencionalmente, denominamos capital. Ha sido sólo en las últimas décadas que, dentro de este concepto, se ha incluido el de capital humano, término que, aunque no se manifieste de forma explícita, incluye al talento. Pues bien, aunque todos tenemos una idea más o menos aproximada de qué es el talento, su definición no es nada sencilla; en el ámbito que nos ocupa, quizás la definición más correcta sea la que nos ofrecen los economistas Agarwal y Gaule, que lo consideran como la capacidad de las personas para resolver problemas nuevos de manera eficiente en los últimos años de su adolescencia.
No debería llamarnos la atención, por lo tanto, que el talento, junto con la tecnología y la tolerancia, las denominadas 'tres t's', se consideren en la actualidad como los elementos básicos de la clase creativa y, en consecuencia, como los principales determinantes de la innovación y, por lo tanto, del crecimiento económico.
Aunque es cierto que el talento constituye, en la mayoría de los casos, una cualidad que acompaña a algunas personas pero no a todas, también lo es que el mismo se puede fomentar y promover si el entorno de desarrollo personal es el adecuado. Sin dejar de lado la formación humanística, porque sigue siendo crucial para el progreso de nuestras sociedades, no podemos obviar que el talento florece mejor en entornos en los que los jóvenes genios se sienten respaldados y empoderados en todo lo concerniente a las denominadas materias STEM: ciencias (Sciences), tecnología (Technology), ingeniería (Engineering) y matemáticas (Mathematics). Como subrayan los mencionados Agarwal y Gaule, las naciones florecen cuando sus mentes más brillantes se convierten en investigadores, ingenieros o emprendedores, y no cuando se dedican a manipular los sistemas financieros y legales.
Si tenemos en cuenta que, como nos recuerda la editora de Finanzas y Desarrollo, «cada genio desaprovechado es un descubrimiento que nunca sucederá, una tecnología que nunca surgirá y un campo que nunca se desarrollará», la pregunta que debemos formularnos es en qué medida estamos aprovechando o echando a perder este potencial de crecimiento y desarrollo. La evidencia pone de manifiesto de forma palpable que son el acceso a la educación, los ingresos familiares y los vínculos sociales los factores que más contribuyen a desarrollar, o no, el talento; puesto que estos tres factores están muy desigualmente distribuidos en el mundo, tampoco sorprende que el talento sea mucho mayor y mejor aprovechado en los países ricos que en los que no lo son tanto o no lo son en absoluto.
Así las cosas, ¿podríamos decir que España es un país que promueve el talento? Mi respuesta, quizás demasiado categórica, es que no, o que, al menos, no lo hace con todas sus energías y no aprovecha debidamente todo el que tiene. Que no lo hace con toda la fuerza posible se aprecia en tanto en cuanto existen diferencias enormes entre el tipo de enseñanza que reciben nuestros jóvenes en función de su lugar de residencia y de las posibilidades económicas de sus padres. Y, que no se aprovecha lo suficiente el talento que tenemos es, asimismo, una verdad innegable si tenemos en cuenta la gran cantidad de jóvenes talentosos que tienen que emigrar a otros países por no encontrar un trabajo adecuado a sus capacitaciones en nuestro país. Si a esto le unimos que una parte sustancial de los que se quedan realizan tareas para las que se encuentran sobrecualificados, y que la capacidad para atraer y retener talento extranjero no es muy elevada, no hay ninguna duda de que existe un amplio campo sobre el que actuar, ya que mejorar sistemáticamente la educación infantil, secundaria y universitaria, retener a nuestros jóvenes en el país y atraer talento extranjero son, por desgracia, algunas de nuestras asignaturas pendientes.
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