El lobo conllevante

Del mismo modo que las fuerzas independentistas, por pasotismo más o menos justificable de la mitad del electorado, hayan vuelto a conseguir mayoría en el Parlamento de Cataluña nos afecta a todos los demás. En primer lugar, pueden surgir nuevos planes secesionistas que tensionen mucho la legislatura en el Congreso. Si para superar posibles ausencias se quiere contar con la oposición de centro derecha, entonces la coalición gobernante sería poco viable. Y si se mantiene la coalición, es difícil localizar ayudantes alternativos en caso de boicot catalanista. Pero que no haya más presupuestos o programa legislativo no dejaría de tener consecuencias para Cantabria, más importantes a medida que pase el tiempo, o incluso si se interrumpe el mandato con otra 'fiestuqui' de elecciones generales anticipadas como las de 2019.

En segundo lugar, es posible que cualquier arreglo con el secesionismo catalán para 'conllevarse' implique una doble asimetría en el estado autonómico: un estatus especial para Cataluña, con reforma estatutaria interpretativamente generosa, y una recomposición de la financiación autonómica más favorable hacia el Mediterráneo y menos hacia el noroeste, y de las propias inversiones estatales. Ese lobo de 'remodelado' del estado autonómico sí que puede morder mucho en las carnes económicas del cuadrante al que pertenecemos. El País Vasco es, en menor escala, un ejemplo de la capacidad de una región rica y decidida para retener buena parte de los recursos fiscales que genera y obtener, negociando, un plus de inversiones en su territorio. En la medida en que el 'punto de conllevancia' catalán se aproxime al estatus vasco, la tensión sobre el principio de igualdad y sobre las propias arcas de las autonomías será notable. Ese 'lobo' estará más protegido que el otro.