Absentismo laboral y salud
Cantabria registra una siniestralidad laboral especialmente alta con una media mensual de más de medio millar de accidentes de trabajo con baja
En los últimos tiempos hay una palabra que se ha vuelto habitual en diversos foros, y muy especialmente en los de ámbito empresarial y económico, ... y también en el político: el absentismo. La pregunta es: ¿de qué estamos hablando cuando se emplea este término? La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el absentismo laboral como «una situación en la que el trabajador no se presenta en su lugar de trabajo o acude menos horas de lo estipulado, cuando desde la organización se esperaba que acudiera o permaneciera todo el tiempo en dicho lugar».
Ante esta definición demasiado general y ambigua y para evitar interpretaciones sesgadas, atendiendo a intereses de la patronal y particulares de ciertos colectivos empresariales, se hace necesario puntualizar que dichas ausencias pueden ser no justificadas o justificadas con aviso previo al empresario, donde se incluyen desde las vacaciones y los permisos retribuidos por diferentes motivos hasta, por supuesto, las bajas médicas.
Y esto que parece una obviedad, parece no estar tan claro cuando se trasladan ciertos datos a la opinión pública en este sentido, por lo que es importante extraer que en la propia definición de la OIT quedan excluidos los periodos vacacionales, las huelgas, otros permisos de diversa índole con respaldo legal y el absentismo laboral de causa médica como la baja laboral atribuible a una incapacidad del individuo.
Cuando alguien dispone de un permiso por maternidad o paternidad, ¿es un caso de absentismo? O cuando se dispone de un permiso por el fallecimiento de una familiar, ¿se trata de un caso de absentismo? Ni que decir tiene, cuando una persona trabajadora no asiste a su puesto de trabajo porque tiene una incapacidad temporal (IT) certificada por un médico, tampoco es absentismo.
Por todo ello, y atendiendo al discurso extendido en estos días, que se centra precisamente en esas ausencias al trabajo por IT, ya sea por contingencia común o por contingencia profesional, es preciso recordar algunos conceptos. La ausencia de la persona trabajadora responde a causas médicas objetivas y es esa persona trabajadora quien sufre la dolencia, y en muchos casos, la demora en el diagnóstico y el tratamiento, lo que empeora su pronóstico y recuperación.
Además, la persona trabajadora ve reducida, con carácter general, su capacidad de ingresos y diversos estudios evidencian que, cuanto mayor es la duración de la IT, menor es la probabilidad de su reincorporación al trabajo, incrementándose el riesgo de exclusión del mercado laboral. Y en este punto; y ante un incremento en los días de ausencia al trabajo por motivo de una baja médica, estadísticamente innegable, tanto en el número de bajas como en la duración de las mismas, se ha de considerar la existencia de circunstancias ajenas a la persona trabajadora y a su propia enfermedad, como son la falta de diagnóstico temprano (listas de espera médicas) y el retraso en el tratamiento y trámites administrativos.
En este sentido, no hay que olvidar que Cantabria es una de las comunidades autónomas en las primeras posiciones de las listas de espera médicas en procesos registrados por cada 1.000 habitantes y en la duración media de los mismos y, además, registra desde hace años una siniestralidad laboral especialmente alta con una media mensual de más de medio millar de accidentes de trabajo con baja. En relación con todo lo anterior, no podemos obviar la infradeclaración de las enfermedades y patologías de índole laboral, que al ser catalogadas y gestionadas como contingencia común, no hacen sino tensionar un sistema público de salud ya de por sí saturado.
Esta infradeclaración de las patologías o enfermedades de origen laboral derivadas a enfermedades comunes es todavía más contraproducente si se tiene en cuenta que evita que se adopten las medidas preventivas necesarias en el centro de trabajo; y de esta manera, sin una mejora en las condiciones laborales, las consecuencias volverán a repetirse, con ejemplos ya evidentes en trastornos músculo esqueléticos y en salud mental y riesgos psicosociales.
UGT de Cantabria reivindica desde hace tiempo un foro de participación de todos los agentes involucrados para trabajar conjuntamente en encontrar soluciones, aunque no considerando únicamente un enfoque económico y centrado en el coste para las empresas, sino teniendo en cuenta que se trata de un tema de salud de la población trabajadora. Es un problema complejo y multifactorial pero una inversión en salud se traducirá en un beneficio para la población trabajadora, que además, como atractivo para las empresas, redundará en plantillas más sanas, comprometidas y de mayor productividad, y, por tanto, en un bien para el interés general.
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