Tenía entre 8 y 10 años y se llamaba Al Dabe, aunque los veteranos del batallón le decían Paquito. El término 'mena' aún no se ... había acuñado para definir a los «menores extranjeros no acompañados», acaso porque en los años veinte del pasado siglo el problema no eran los menores que llegaban a España, sino los adultos que se iban al norte de África en cumplimiento de un terrible servicio militar obligatorio para hacer la guerra de verdad. Cuando los quintos del 19 desembarcaron en los muelles de Santander, con la emoción de los reencuentros con novias y familiares, allí estaba Al Dabe, el morito que un grupo de soldados encontraron abandonado. Le vistieron con el uniforme de infantería y en el cuello de la guerrera le colocaron el número 23 del regimiento. Conocía los más elementales movimientos de la instrucción militar a pesar de su corta edad, chapurreaba español y encandilaba a la gente saludando militarmente y moviendo con destreza el fusil de madera que le regalaron. Fue el militar Carlos Pérez Herrera quien asumió su responsabilidad y le envió al Colegio Salesiano para su educación. El morito alcanzó cierta celebridad y mereció la atención de las pacotillas de Estrañi en 'El Cantábrico': «Prepárate desde ahora/ a defender la bandera/ de María Auxiliadora!/ Que vea así el 'mojamete'/ que son buenos los cristianos/ ¡¡A ver si el Raisuni mete/ al hijo en los Salesianos!!».
El 'mena' de los Salesianos no era 'mena' (vino acompañado y tutelado) pero nos mostró la solución solidaria al conflicto que estos menores generan hoy en nuestra sociedad, solución que pasa por la tutela y la educación para lograr una plena integración, algo imposible de conseguir cuando un país bombardea a otro con seres humanos para provocar explosiones de delitos e inseguridad.
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