El martes se descubrió una placa en Torrelavega conmemorando el 110 aniversario de la plantación de dos palmeras en la iglesia de la Asunción. Trasciende ... un notorio afán por vestir de solemne efeméride cualquier aparente intrascendencia. Aunque conviene reconocer que, en Santander, un árbol centenario es una extraordinaria singularidad después del exterminio en los desplumados jardines de Pereda, antiguo recreo botánico. La política de pan y circo hace romería de cualquier tragedia –fuegos artificiales para celebrar que ardió Santander– u ocurrencia, como el desembarco de Normandía en El Sardinero. En anacrónico popurrí con los Baños de Ola, promocionado como parque temático y adulterado, para rentabilizar la verbena, con 'food truck' y conciertos.
En la capital hemos acuñado nuevas fiestas –veinticinco años de Baños de Ola– como devociones de toda la vida. La Virgen del Mar –con mayor mérito– desde su tercera posición como festividad local (Santiago y Santos Mártires, mediante) ha cuajado incluso como liturgia política. Como ariete del PP contra sus adversarios. Santander presiona al Gobierno para que adopte al apóstol Santiago como fiesta de guardar en Cantabria. Fulminado ya de los créditos de la Semana Grande laica municipal.
Disputando el liderazgo a la consagrada patrona. Virgen del Mar contra Bien Aparecida.
En esta dialéctica político religiosa –exaltación mariana convertida en escaparate de la derecha local– la alcaldesa convocó a la prensa al empezar la procesión para hacer declaraciones sobre el pacto de la Alcaldía. Homilía muy propia del púlpito.
La romería va creciéndose en confianza y, quizá, en pletórico exceso de memoria histórica, hemos asistido a la voluntariosa pantomima del robo frustrado de la talla mariana por piratas holandeses en 1590. Con la Nancy rubia en el papel de Virgen del Mar. Urge un 'crowdfunding' episcopal para dignificar la caracterización.
La Virgen del Mar es patrona de Santander desde hace cuarenta años. Los mismos que lleva gobernando la derecha local. Ahora se entienden tantas rogativas. Es un talismán con más autoridad que Santa Rita. No vayamos a malpensar –quimérica parábola– que en el auto sacramental del otro día Gema Igual fue la Nancy. Casares y Fuentes-Pila, los bucaneros.
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