Entre el esperpento y el esperanto
Se llamaba Ludwik Lazarz Zamenhof y era polaco. El hombre tuvo la ocurrencia de crear una lengua para facilitar la comunicación internacional, cuyas bases se ... publicaron en 1887. Esta lengua, conocida como esperanto, no ha tenido demasiado éxito, acaso porque el inglés ha venido ocupando esa función. Pero Zamenhof merece un reconocimiento por intentar articular un mecanismo para unir a los pueblos en el entendimiento. La idea de Zamenhof sería repudiada en el Congreso de los Diputados, donde desde el martes sus señorías pueden utilizar, para malentenderse, idiomas cooficiales y dialectos regionales para representar un esperpento de debate democrático. La medida se plantea como reivindicación de la riqueza lingüística de España, pero ese argumento es otra gran mentira del Gobierno, al que habría que recordar el conocido eslogan del anuncio de Media Mark: «Yo no soy tonto».
La apertura de Las Cortes a los idiomas de las comunidades históricas es una claudicación a las exigencias del independentismo catalán que no busca exaltación de su idioma, sino el menoscabo de otro de los símbolos de nuestro país, su lengua común, a la que se intenta deteriorar a la manera con la que se quema la bandera española. Ahí están las presiones a los catalanes que hablan o escriben español en Cataluña, atentando en los centros educativos contra los derechos fundamentales sin que el Gobierno de España haga nada por evitarlo.
Tener un presidente en funciones cuya única función es la de mantenerse en la poltrona de la Moncloa cueste lo que cueste, mientras su equipo de creadores de eufemismos y palabras nuevas trabaja incesantemente para engañar a sus súbditos, es algo que promete llegar a su cénit con la Ley de Amnistía. Si han convertido un beso de euforia deportiva en una agresión sexual, todo será posible, sin que Constitución alguna lo impida entre esperpénticos debates en vaya usted a saber qué idiomas, menos en esperanto.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión