El reencuentro de Revilla y Sánchez
EDITORIAL ·
El presidente regionalista se rinde a la evidencia de una legislatura nacional PSOE-Podemos y trata de cerrar las heridas de su 'no' a la investidura de hace un añoDomingo, 6 de diciembre 2020, 08:01
La visita del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Cantabria, ha servido para mucho más que para presentar su plan de recuperación económica y la ... filosofía de aplicación de los cuantiosos fondos europeos que se esperan. Incluso, ha servido para más que para confirmar el interés inicial del presidente (que se ha reservado el poder elegir los proyectos que recibirán la financiación) por algunos de los proyectos cántabros remitidos como candidatos: la obra del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria en Santander (Mupac), el área logística de La Pasiega y el polo sanitario en torno al Hospital Marqués de Valdecilla, con el centro de terapia de protones (que se deberá desarrollar en colaboración público-privada en buena parte) como bandera de la iniciativa. Nada se ha dicho de otros proyectos, que sumaban más de dos mil millones de euros, pero hay que considerar positivo que estas rúbricas se empiecen a cualificar como interesantes.
Pero el encuentro ha ido, como decimos, más allá. El voto del PRC contra la investidura de Sánchez a finales del año pasado no solamente generó una crisis, que estuvo a punto de dar al traste con el gobierno de coalición en Peña Herbosa, siendo necesaria la firma en enero de la ratificación de un acuerdo que solo tenía medio año de vida, sino que además dejó a Cantabria en una posición muy delicada frente al Gobierno de Sánchez. Se daba la paradoja de que los regionalistas habían sido en verano de 2019 los únicos en apoyar la investidura de Sánchez, y a final de año cambiaban el voto sin que ello sirviera para negociar nada. Esta semana, además, al sacar adelante en el Congreso las cuentas públicas de 2021 con 188 diputados, bastante por encima de la mayoría absoluta, se evidenció que Sánchez necesita al PRC menos que el PRC a Sánchez, si pretende obtener del Estado inversiones en presupuestos y selección de proyectos cofinanciados por la UE.
Como en política rara vez se producen las casualidades, que el proyecto de ley de presupuestos del Estado registrase una seria caída de la inversión en Cantabria, mientras que el conjunto del documento era claramente expansivo, fue un toque de atención que en la Presidencia de Cantabria no habrán tenido más remedio que anotar con prudencia. Aunque luego se han negociado enmiendas para superar esta imagen de castigo al discordante, la impresión dista mucho de borrarse. Resultará que, dos años y medio después de la llegada de Sánchez a Moncloa, la mayoría de las actuaciones son aún las que había puesto en marcha el Gobierno de Rajoy.
Por eso una escena de sintonía y reconciliación venía bien a ambos gobiernos. El PRC no posee fuerza suficiente para echar pulsos a Madrid, y menos en la perspectiva de una legislatura larga. Y si el PSOE quiere rentabilizar en votos lo que realice en Cantabria, tampoco le sería razonable una pugna permanente con los regionalistas, que dejaría espacio de maniobra a otras fuerzas políticas. De este modo, la 'foto del paraguas' es la de dos políticos cuyos intereses convergen y que no tienen opciones mejores que la de dar por cerrada la crisis de la segunda investidura de Sánchez y los recelos subsiguientes. Si entonces desde el regionalismo se alegó no querer compartir voto con extremos como ERC o Bildu, ahora se acepta incluso la imposición de ERC para armonizar la fiscalidad autonómica, lo que en Cantabria se traducirá en subidas de impuestos muy probablemente, perdiendo una de las pocas ventajas que tiene la región.
Esta peripecia abre un horizonte de trabajo en el que Cantabria debería esforzarse seriamente. De la aritmética parlamentaria nacional se deriva que comunidades como la catalana, la vasca y otras de barones socialistas llevan las de ganar, mientras que el resto deberá hacer esfuerzos negociadores mucho más intensos. Hay que ser conscientes de que los grandes proyectos que se citan no estarán operativos, debido a sus plazos de tramitación, quizá ni para 2023, por lo que la existencia motores inmediatos de recuperación es todavía un dato desconocido. La nueva armonía entre Sánchez y Revilla debería pasar de las palabras a las realidades.
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