Preocupación por el estado de deterioro de un muro del cementerio de Reocín
El problema se localiza en un anexo al antiguo camposanto de Torres, Torrelavega, donde se trasladaron los difuntos del pueblo en 1982
La ampliación de la explotación de la mina de Azsa borró Reocín del mapa a principios de los años ochenta. Una ampliación de la explotación ... que acabó de dar la puntilla a las pocas casas que quedaron en pie, tras el derrumbe de la mina en 1965. Por evacuar se «sacaron hasta los muertos», comenta un vecino de allí. Difuntos que fueron a parar a un cementerio habilitado «por la mina» pegado al camposanto de Torres en Torrelavega. Esta semana, familiares de los enterrados alertaban del mal estado del muro noroeste y la necesidad de acometer una obra de urgencia.
Aunque el cementerio está en territorio de Torrelavega, la instalación la construyó la mina de Reocín para trasladar a gran parte, no a todos, de los muertos del viejo cementerio que se comió la excavación a cielo abierto, tras las expropiaciones de 1982 que redujeron el pueblo a la mínima expresión.
El pasado verano, algunos de los usuarios del camposanto advirtieron del mal estado del muro con «desconchones» y ladrillos rotos, además de grietas «por donde se está colando el agua y la humedad». Tras ello se procedió a comentar el asunto al párroco local que «el día de los difuntos» colocó una circular para tratar el tema y poner soluciones colectivas para atajar el problema de la reparación.
Según relatan algunos de los afectados a este periódico, el muro sirve da apoyo para unos «sesenta» nichos que dan a la parte noroeste del cementerio. Pese a que se han producido varias reuniones para determinar qué se hace con su reparación, incluso se ha pedido presupuesto a varios contratistas, el problema ahora reside en que nadie parece hacerse cargo, ya que no se ponen de acuerdo sobre quién tiene la responsabilidad de su mantenimiento, si los propietarios de los nichos apoyados en el muro problemático, la mina que construyó el cementerio para recolocar a los difuntos o la Parroquia que lo gestiona, ya que a la entrada del camposanto reza un cartel que pone 'Cementerio Parroquial de Reocín'.
Sobre este tema, el de la propiedad, la Diócesis de Santander no se ha pronunciado aún sobre si le corresponde esta parte del camposanto que construyó la mina o sólo es responsable de los oficios religiosos que se hacen en ella. Según manifestaron a éste periódico fuentes del Obispado, «desde la Cancillería ya están estudiando el caso».
Mientras tanto, el muro aguanta como puede el paso del tiempo y el húmedo invierno, aunque se advierten grietas tapadas a base de cemento que cruzan de lado a lado a modo de parche. Entre el revoco sobresalen los ladrillos «rotos» y algunos de los afectados temen que pronto se pueda venir abajo o que las humedades traspasen al interior de los nichos «porque nadie sabe qué hay detrás» del muro deteriorado. Otros creen que el problema no es tan grave aún, pero coinciden en la necesidad de actuar para que no pase nada más. «Es una vergüenza cómo está y nadie se quiere hacer cargo, se irá cayendo por cachos si nadie lo arregla», declaró otra de las personas afectadas.
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