«El mercado de Maliaño volverá, pero va a costar»
Los comerciantes de los martes alternan optimismo y preocupación en su primera jornada de actividad con solo 12 de los más de 100 puestos habituales
De no ser por el coronavirus, este martes hubiera sido uno de esos días radiantes y llenos de actividad en el mercado de Cros, en Maliaño (Camargo). Si no fuera por la pandemia, la cita tradicional alternaría a estas alturas las primeras tentaciones de estrenar un bañador, el ir y venir de los niños entre el puesto de dulces y el de frutos secos y conversaciones entre vendedores y compradores sobre cualquier cosa que no fueran mascarillas, fases, ERTE ni el monotema que ahora desborda los periódicos. La «normalidad», ni la nueva ni la vieja ni la intermedia, «la normal», como echaba en falta una vecina que se pasó a tomar el pulso de la reinauguración del mercadillo después de dos meses suspendido por el estado de alarma.
Son más de 60 días sin actividad y la apertura era una buena forma de tomar la temperatura a Cros, que ha contado este martes con sólo 12 de los 108 puestos que, en condiciones normales, solían poblar el aparcamiento frente a la Casa Joven. «La actividad volverá, pero se nota que va a costar», concluía a media mañana y detrás de sus frutos secos y aceitunas Agustín Gutiérrez, uno de los tantos comerciantes de alimentación, los primeros en protagonizar el regreso, que alterna palabras de optimismo y realismo en esta nueva fase. En el final coincidían todos: «Volverá».
Uso de mascarillas, guantes, distancia de seguridad y, si el pago es con tarjeta, mejor. Ya acostumbrado a la rutina de la Covid-19, Maliaño se desenvolvió sin problemas para hacer más fáciles las más de cuatro horas de mercado -de 09.30 a 14.00 horas-. Eso lo agradecieron después los propios vendedores. «A pesar de las circunstancias y de que hayamos podido abrir sólo unos pocos, el balance es positivo por el comportamiento de la gente y la organización con la que se ha preparado todo», reconocía Jacoba Ramírez, al frente del puesto de los Hermanos Ramírez.
«Nos hace falta que la parte textil esté también con nosotros, que son fundamentales»
A unos pocos metros de ahí, un puñado de vecinos se interesaba por el de Bacalao Liquete. «Nos hace falta que la parte textil esté también con nosotros, que son fundamentales», aunaba su responsable, que prefirió no facilitar su nombre, una de las tantas comerciantes que subrayó la importancia de estar «todos juntos» y dinamizar la actividad del mercado. Al fin y al cabo, «somos un todo», como acompañó Miguel Ángel Martínez, de Bacalao Miguel, antes de calificar la situación como «complicada».
Situación atípica
Las caras, los comentarios y, en definitiva, las tertulias que se formaban a cada lado del puesto de flores o el de frutos secos revelaban lo atípico de esta situación. «¿Qué, cómo vais?; ¿poco a poco, no?; saldremos de esta», se intercambiaban unos, custodiados entre tanto por agentes de la Policía Local y miembros del cuerpo de voluntarios de Protección Civil, garantes de las seguridad durante toda la mañana. «Hay que ser positivo», extraía Emma Pérez desde su puesto de Frutos Secos Maestro.
Coincide en esa valoración el concejal de Desarrollo Local del Ayuntamiento de Camargo, Eugenio Gómez, quien ha agradecido la «responsabilidad» de vendedores y clientes y su respeto hacia las medidas de seguridad implementadas en este mercadillo, «que irá evolucionando en función de las medidas del Ministerio de Sanidad para la 'desescalada'».