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Procesión de San Andrés de camino a Santa María. A. Bringas

Castro Urdiales celebra San Andrés entre lluvia, sol y, como es obligado, caracoles

Ana Bringas

Castro Urdiales

Domingo, 30 de noviembre 2025, 13:53

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Castro Urdiales ha celebrado este domingo San Andrés en una jornada en la que la lluvia ha sido intermitente. De cielos nublados a precipitaciones y, después, a sol en apenas minutos. Aun así nada ha logrado frenar a los marineros ni a los vecinos que salieron, con su historia y tradición a cuestas, para conmemorar a su patrón. Desde temprano, precavidos, los castreños comenzaron a llenar las calles provistos de paraguas y ataviados con el emblemático pañuelo de hierbas, de cuadros en tonos azul y blanco, que, en muchos casos, lleva el escudo de la localidad bordado. Algunos han lucido también broches o bordados de caracol, seña de identidad de la fiesta, que es una de las más arraigadas y queridas del municipio.

La tradición de comer caracoles por San Andrés ha llegado hasta nuestros días y sigue viva bajo la gran carpa instalada en el barrio de los marineros, donde una decena de cuadrillas se afanan desde las 10.00 horas en preparar sus mejores guisos para conquistar al exigente jurado del concurso de caracoles. El límite era de quince grupos, aunque finalmente compitieron algo menos. Con todo, a las puertas de la carpa el olor es intenso y delicioso.

Dentro, el trajín es constante: picar, remover, medir tiempos, ajustar la sazón… y probar, probar mucho. Algunos equipos optan por la receta clásica; otros se atreven con innovaciones que incorporan nueces, aceitunas o toques más picantes. Pero todos coinciden en lo esencial: el cariño es el ingrediente principal. En la cuadrilla Chito and Nana presumen de que sus caracoles son recogidos a mano, «en la peña de La Helguera, en Otañes, de noche, a primeros de octubre», explican. Es la fecha perfecta según ellos: «antes están malos por los venenos de la huerta, y después, con el frío, se esconden y se llenan de tierra».

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Por otro lado, minutos antes de comenzar la procesión del santo hasta la Iglesia de Santa María prevista para las 11.30 horas de la mañana, algunas gotas obligaron a las autoridades, músicos y vecinos a refugiarse bajo el arco exterior de la lonja de pescado del Cabildo. Allí aguardaban la corporación municipal, encabezada por la alcaldesa Susana Herrán, y otras autoridades como la consejera de Pesca, María Jesús Susinos, y el secretario general del PSOE, Agustín Molleda.

Pero, como si la fiesta tuviera un pacto con el cielo, la lluvia cesó justo a tiempo. La procesión, aunque no muy multitudinaria, avanzó desde la Cofradía hasta el templo, donde se celebró la misa solemne y se hicieron las ofrendas. Para cuando los vecinos entraban al templo, el sol volvía a brillar sobre Castro Urdiales.

Historia

Además de ser una de las costumbres más queridas por los vecinos, San Andrés es también la más longeva del municipio. Su celebración está documentada ya en el siglo XVI, aunque su raíz se remonta aún más atrás, hasta la creación del gremio de pescadores y marineros que antecedió a la cofradía que lleva el mismo nombre.

En aquellos tiempos, a finales de noviembre y con el invierno a punto de irrumpir, los pescadores festejaban al patrón con lo que su entorno les proporcionaba: besugo -pescado de temporada-, caracoles y vino. Cuando no estaban en el mar, dedicaban sus esfuerzos a las viñas, donde elaboraban el chacolí conocido como 'Ojo de gallo'. Durante esas labores también recogían los moluscos que abundaban entre los viñedos, origen de esta costumbre gastronómica por San Andrés, que ha sobrevivido y que año a año reafirma su fuerza.

El besugo, por su parte, tenía un papel fundamental. Era precisamente a finales de noviembre cuando los armadores contrataban a las tripulaciones para la costera de este pescado, probablemente la más determinante del año para la economía familiar de los marineros y para el propio municipio. Los acuerdos se cerraban verbalmente y quedaban sellados con un apretón de manos. Después, con el trabajo asegurado y la tranquilidad de haber garantizado el sustento de sus hogares, los marineros celebraban esos contratos compartiendo comidas de caracoles en salsa. Con el tiempo, la fiesta pasó por etapas de mayor y menor presencia, pero hace unos años recuperó su esencia y volvió a celebrarse en el histórico Barrio de los Marineros.

Así, aunque con el paso de las décadas la programación fue desplazándose progresivamente hacia el centro de la localidad, la creación de la Asociación Cultural del Barrio de los Marineros y su colaboración con el Ayuntamiento permitieron que las actividades regresaran a su enclave original, lo que devuelve a la celebración su carácter marinero.

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