El ganado ya está en los puertos de Áliva
Más de 2.500 reses del valle de Camaleño pastan desde el sábado en los prados donde pasarán el verano
Los puertos de Áliva (Camaleño) vivieron el pasado sábado la entrada del ganado de los pueblos del valle, una tradición que desde tiempos inmemoriales y ... regulado por ordenanzas, marca la fecha de llegada del ganado en el interior de los pastos, en pleno corazón del Parque Nacional de Picos de Europa. Alrededor de 2.500 reses entraron en el puerto desde primeras horas de la mañana, en una jornada totalmente despejada y con temperaturas muy altas. Cabañas de vacas, rebaños de ovejas y cabras y manadas de yeguas, procedentes de los pueblos bajos del valle, ascendieron por las veredas de Sierra Carielda y puerto de Pembes o por la Vega de Mogrovejo y La Calvera para entrar al puerto por la portilla de Cogollos. En la parte alta del valle, ganaderos de Cosgaya, Las Ilces, Espinama y Pido subían el ganado desde Espinama por los invernales de Igüedri para pasar por las portillas y entrar en el puerto.
Una tradición que reúne a los miembros de cada familia, desde los más jóvenes hasta los ancianos, que el día anterior a la subida del ganado preparan con esmero los mejores campanos para que luzca el ganado, siguiendo un ritual que se pierde en el tiempo.
Desde el año 1494 se conoce la regulación y el uso de los puertos de Áliva por medio de ordenanzas, en las que se recoge que antes de la entrada del ganado los vecinos del valle de Camaleño hacían las paredes, teniendo obligación el concejo de Espinama de hacer la puerta de abajo, de entrada, y el de Pembes, la puerta de arriba, del puerto.
Eusebio Guerra, ganadero de Cosgaya, llegó acompañado de su familia conduciendo un rebaño de ovejas desde su pueblo. «Este año traemos al puerto 200 ovejas y un centenar de corderos», explicaba. Desde Bodia, donde habían salido muy de mañana, subiendo por Baró a Mogrovejo y Áliva, Jesús Ángel Rodríguez conducía una cabaña de 54 cabezas de ganado vacuno de raza parda de montaña, ayudado por su mujer, su hijo y otros miembros de la familia, al igual que lo hacía de la misma forma, pero desde Espinama, Ignacio Gómez, que en esta ocasión subió 70 vacas pardas de montaña, dejando abajo los terneros.
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