El arte de unir huesos
Una visita al desván de las curiosidades de Ruente
Llega y toca una especie de 'portilla' que ha hecho él mismo con madera de chopo. Es el prólogo de su propia exposición y acaricia ... la obra con la seguridad de quien palpa algo propio. Es la puerta a la tercera planta del Palacio de Mier de Ruente, un ático sostenido sobre enormes vigas de madera donde expone el artesano Manuel Díaz Ceballos. Artesano porque practica el arte de sanar con las manos, o porque le da una segunda vida a aquello que está muerto. Díaz emplea materiales como madera, alabastro, latón, cobre, vidrio, acero inoxidable o mármol para edificar esculturas que vertebra sobre huesos de animales muertos. Cuernos de toro, coxis de yegua, pelvis de zorro, mandíbulas y cráneos incluso. «Tengo muchos huesos», reconoce, pero las piezas del esqueleto pasan desapercibidas en el entramado escultural, en ocasiones, revestido de espinas. Sí, de espinas. Es una de sus series, en la que se encuentran varios trabajos de los que sobresalen finas barillas puntiagudas que ha ido entretejiendo en la madera o en el metal. Díaz aporta lo que puede parecer una evidencia: «que las espinas son herramientas de defensa que desarrollaron determinadas plantas para que los hervíboros no se las comiesen».
El resultado es asombroso si se tiene en cuenta que lo que hace es combinar varios materiales. Si bien es cierto que antes han sido trabajados, la genialidad de Manuel Díaz radica en ver una obra de arte en una granada y, a partir de ahí, crear una flor, un gong (instrumento oriental), un animal mitológico, un nido, un mausoleo o un faro. Es como si las figuras le hablaran a él mientras se están germinando y él las escuchara y lograse así, en esa conservación, el resultado final. El sonido reverbera por la superficie del Gong, y la luz se refleja en las diminutas ventanas de cristal, de hueso de ballena, de metal, que decoran la base del mausoleo. Hay escaleras en la obra de Manuel, que construye con cierto aire oriental.
La cultura oriental está de alguna manera presente en sus trabajos. Hay cabezas de cisne de madera de cedro, de roble, de tejo, de cerezo. «El material lo encuentro en el monte», insiste.Realiza largas caminatas por alta montaña. También consigue alguna pieza por ahí, donde sabe que puede encontrarlas, o las compra. «No utilizo plásticos» ni nada parecido. Madera, madera y madera, sobre todo. «Materiales nobles», señala. Mientras habla, mete y saca constantemente las manos de los bolsillos. Las cubre si no las utiliza, para ilustrar lo que explica. En su camiseta pone Journey, que es viaje en inglés, y su muestra en el ático de Ruente es un viaje por su imaginación.
Entre las esculturas, hay una columna de transmisión realizada con la columna de un zorro. Los animales mitológicos despliegan una fila de espinas que imitan a la cresta de un ave. «Están hechas con barillas de soldar», resume. En las esculturas hay movimiento. Sonido y luz, un fémur de yegua, cobre oxidado que adquiere un color verde, agujeros y remaches, pirograbados, una máscara ritual con pelvis de animal que pesa siete kilos...
Todo a mano
Antes de crear las obras, «boceto». No suele pelearse mucho con sus creaciones, «aunque a veces sí». Procura no comprar nada, ni tornillos, sino hacerlo todo él, a mano, con una meticulosidad inusual desde el punto de vista práctico. En medio de la pequeña sala, hay un autoretrato en óleo sobre lienzo, «porque también pinto». El autor aparece con el ceño fruncido y las cejas relativamente arqueadas. Fiel a sí mismo, «porque no sonrío mucho». Es un hombre curioso Manuel:«No veo la televisión ni tengo whasapp, si alguien quiere algo, que me llame».
Tampoco se prodiga ni expone a menudo y, por supuesto, no vende sus trabajos. No quiere. Se muestra, eso sí, agradecido al alcalde, Francisco Javier Camino,«que me ha puesto muchas facilidades para que esté aquí». Aunque Manuel ha creado en este ático olvidado una verdadera sala de exposiciones.Por poner, ha puesto hasta la tela roja de terciopelo que cubre las mesas y los pies que soportan los carteles.
La exposición se puede visitar de lunes a viernes entre las 10.00 y las 13.30 horas hasta el próximo 30 de septiembre en el Palacio de Mier de Ruente.
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