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Los barquereños han cumplido este domingo con su centenaria tradición de devolver a su patrona, la Virgen de la Barquera, a las aguas por las que, según la leyenda, llegó en un lejano «martes de Pascua florido». Ese rito, convertido en uno de los grandes festejos de la región, ha vuelto a congregar a numerosas personas que acompañaron la imagen de la Virgen, primero en la procesión terrestre y después en la marítima. Actos religiosos que estuvieron presididos durante la mañana por el obispo de Santander, Arturo Ros, y a los que se sumaron numerosos políticos regionales de todo el arco parlamentario, encabezados por la presidenta del Parlamento de Cantabria, María José González, y el consejero de Fomento, Roberto Media.
A la hora prevista, la imagen de la Virgen de la Barquera fue llevada desde la Iglesia de Santa María de los Ángeles hasta el antiguo muelle pesquero por los 48 picayos, en relevos de 12, entre los que se contaban cinco chicas, después de que hace seis años una de ellas, Sara Miguel, rompiese la norma no escrita de que esta era una labor de los hombres. Poco antes de llegar al puerto, las 16 picayas interpretaron las viejas melodías -acompañadas del toque de panderetas- que se han venido transmitiendo de generación en generación y que, cada año, se convierte en uno de los momentos más esperados de la fiesta, que se vive con gran expectación y emoción, especialmente por las jóvenes que se han venido preparando a lo largo de los últimos meses.
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Eran las 17.20 horas cuando se vivió el momento cumbre de la fiesta al embarcar a la patrona barquereña en el pesquero Marcelina Lecue, momento que fue recibido con muestras de gran alegría por el resto de la flota, repleta del número de romeros que permiten las estrictas normas de seguridad, haciendo sonar sus sirenas.
Se inicio así la procesión marítima en la que el Marcelina Lecue marcó el rumbo que siguieron el resto de embarcaciones que, gracias al excelente día y las buenas condiciones marítimas, se pudo adentrar en mar abierta durante unos 45 minutos.
De regreso la imagen de la Virgen fue desembarcada en el muelle pesquero y fue llevada de nuevo hasta su santuario en donde volvieron a actuar las picayas, poniendo fin a lo actos religiosos con la salve marinera cantada por todos los fieles. La fiesta, que se ha venido celebrando desde el pasado viernes, ha concluido con la última romería y verbena.
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