Tradición entre bailes y panderetas
Arranca la Escuela de Folclore de Valles Pasiegos que tiene carácter itinerante
El pasado verano veía la luz el germen de crear una Escuela de Folclore en Valles Pasiegos, en el sentido más amplio de la palabra. Una iniciativa liderada ahora por la directora del Grupo de Pandereteras Chatarucias, Adelaida Valdés, con el objetivo de recuperar y atesorar la cultura y tradiciones populares de las cuencas del Pas, el Miera y el Pisueña.
La puesta de largo de este proyecto tuvo lugar hace unos meses, en el transcurso de la presentación de la Jornada sobre Mujer Rural que se desarrolló en Villacarriedo. Hoy la escuela cuenta con «unos setenta» alumnos de todas las edades, repartidos en distintas sedes, ya que la iniciativa tiene carácter itinerante por los 17 municipios que conforman el territorio que abarca el Grupo de Acción Local de Valles Pasiegos (GAL), que es la institución que apadrina esta novedosa, emprendedora y dinamizadora aventura.
«Nuestro alumno más mayor tiene 83 años y el más joven 3, favoreciendo así el intercambio generacional», describe Valdés. La folclorista explica que el proyecto va más allá de lo que sería una escuela al estilo tradicional, ya que la misma es un compendio de enseñanzas que no sólo abarcan el aprendizaje de la instrumentación o el baile.
«Tanto mi marido como yo hicimos de nuestra vocación nuestro trabajo», explica Valdés, que lleva años investigando en cada portal, socarreña o cocina las tradiciones populares, los dichos o cantares del territorio. Es por ello que el proyecto se compone de un amplio abanico de conocimientos que tienen el objetivo de transmitir y conservar las tradiciones. «Yo me dedico a recuperar letras, pasos de baile, cantares, romances, juegos o cuentos populares porque entiendo que todo forma parte del folclore de un lugar y eso es lo que enseñamos en la escuela», afirma.
El curso ya ha empezado en algunos de los municipios en los que se ha puesto en marcha la iniciativa. Una de las características más novedosas es precisamente su carácter itinerante porque permite dotar de una actividad dinamizadora a estos pequeños municipios con población a veces escasa y envejecida. «Somos nosotros quienes nos desplazamos a San Roque de Riomiera, Vega de Pas, Castañeda o Penagos y formamos los grupos para iniciar a los alumnos en el folclore de forma general y así también cumplir otro objetivo: que la gente salga de casa y se relacione», añade.
«A mi me gusta recuperar las tradiciones y lo hago hablando mucho con la gente mayor de los pueblos, les preguntamos por sus costumbres de la juventud, qué cantares tenían, qué dichos y todo eso luego lo trasladamos a la Escuela», insiste Valdés. «Esto no es sólo aprender a tocar la pandereta o a bailar, es un proyecto que va más allá, donde los niños pueden aprender qué hacían sus abuelas y qué costumbres o juegos tradicionales había antes en la zona o ver recuperar un cuévano o canasta. Es una obligación moral transmitir estas tradiciones a los niños; en nuestras manos está entregarles ese testigo para que no se pierda el legado», sentencia. Una representación de la escuela ya ha participado con sus exhibiciones en eventos como la presentación de la candidatura de Reserva de la Biosfera de Valles Pasiegos en el Parlamento Regional o en las distintas ediciones del Mercado de Valles Pasiegos, poniendo así su granito de arena a la difusión de la cultura de esta zona.