Un cambio inesperado: «Seguimos»
Mariano Mora, propietario de La Radio y La Prensa, decide en el último momento mantener el negocio abierto aunque habían decidido cerrar
El cierre era cuestión de horas, pero en el último momento decidieron seguir abiertos. Los establecimientos La Radio, en General Dávila, y La Prensa, en ... Monte, se preparaban ayer para bajar la persiana y mantener únicamente un servicio de recogida de comida; sin embargo, se produjo un cambio de última hora cuando su propietario, Mariano Mora, irrumpió en el establecimiento La Prensa a las 13.00 horas con giro de guion: «No nos vencerán, seguiremos luchando, aunque nos lo pongan cada vez más complicado. Nadie nos va a prohibir trabajar. Haremos lo que haga falta para seguir sirviendo comidas en la zona de terraza y sacar adelante el negocio». Estas fueron las palabras cargadas de emoción del hostelero Mora, que lleva 20 años al frente del negocio.
«Nadie decidirá por nosotros cuándo dejar de trabajar, ¿o van a venir ellos a pagar los sueldos de los trabajadores y a mantener a sus familias?», se preguntaba irritado Mora, y aseguró que llevará a los tribunales la medida, al considerarla un atropello contra el sector.
En concreto, en La Radio, donde trabajan 18 empleados, acababan de abrir tras diez días de cierre por vacaciones. Limpiaron el local, llenaron la nevera y cinco días más tarde llegaba el anuncio del cierre obligatorio de la hostelería en interiores. El establecimiento que en condiciones normales puede acoger 96 comensales, mantendrá el servicio de terraza, aunque son menos de una decena de mesas. La Prensa también servirá en terraza y preparará comida para llevar. El Rinconcito, también en Monte, también servirá en terraza.
«Nuestro negocio lo es todo, nuestra casa y nuestro futuro. Es muy duro que nos echen la culpa de los contagios»
«Lo peor en este sector es la falta de previsión en las políticas. ¿Quién nos paga la pérdida de los productos perecederos? Hoy tengo 30 bogavantes, 60 nécoras, almejas, carne... productos de un coste alto. Calculo que 15.000 euros en alimentos», señaló David Mora, hijo del propietario, que también trabaja en el negocio familiar. «Estoy aquí para servir, pero ni aún queriendo trabajar nos dejan», se quejó Mora hijo. «En nuestro negocio ponemos el corazón. Lo es todo, nuestra casa y nuestro futuro», lamentó el joven de 30 años. «Qué menos que se valore nuestro esfuerzo. En vez de eso, se nos está echando la culpa de los contagios».
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