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De pincho en pincho por Santander
Vecinos y turistas llenan las casetas de la Feria de Día
Santander ya disfruta de una de las tradiciones más arraigadas de su Semana Grande: la Feria de Día. 'Las casetas', como se llaman de forma ... popular y general. No es solo una cita gastronómica ya consolidada en el calendario y tan asociada a las fiestas de la capital cántabra como pueden ser los fuegos artificiales, los toros o el 'pañueluco azul', sino una excusa perfecta para echar un mediodía largo o una tarde-noche entre amigos o familiares a pie de calle, combinando bebida con unos pinchos para todos los gustos. De todos los tamaños y sabores. Desde las clásicas hamburguesas y perritos, hasta algo más nuestro como los bocadillos de rabas o brochetas de pollo y cachopines, que tampoco faltan. Lo dicho, oferta hay de sobra, todo depende de lo que cada cual elija... o se deje aconsejar.
Este año, la feria cuenta con treinta casetas –aunque desde hace dos ediciones tienen formato jaima– y un par de 'food trucks' distribuidas por cuatro puntos de la ciudad: la Plaza de Alfonso XIII, la Plaza del Ayuntamiento, la Plaza de Pombo y el Parque de Mesones.
El ambiente en las calles de Santander es ya completamente festivo, amenizado con música de diferentes estilos, tanto en directo desde los escenarios como por los altavoces, con numerosos vecinos y visitantes disfrutando de las mejores propuestas de la hostelería local. Entre las zonas más animadas, destaca la Plaza de Alfonso XIII, donde Azael y María, dos jóvenes de visita por primera vez en la ciudad, no ocultaban su entusiasmo: «Muy guay descubrir esto». Cerca de allí, otros como Pilar y Fernando preferían mirar hacia arriba, al cielo: «El ambiente siempre nos gusta mucho, esperemos que aguante sin llover... y sin tanto sol». Esa es una opinión mayoritaria que cualquiera que pasee por allí escuchará habitualmente, al tratarse de una feria que se realiza al aire libre, en plena calle, y cuyo éxito, según destacan los propietarios de algunos puestos, depende en buena parte de que el tiempo acompañe y arrastre a la gente, especialmente a los de fuera, menos acostumbrados a la inestabilidad del tiempo.
Sin embargo, no todos están igual de satisfechos con la distribución de las casetas. César, habitual de la feria, lamentaba que «no las lleven a la calle Castilla y a otras zonas, me gustaría que no solo fuera siempre en el centro». Ángel, por su parte, no estaba contento con los precios –este año, 4 euros pincho más bebida–: «El ambiente es el de todos los años, pero cada vez hay menos casetas. Y el precio es caro; entiendo a los hosteleros, pero 4 euros por un pincho y una caña no te lo puedes permitir todos los días».
Pendientes del tiempo
Desde la caseta del bar Peñas Arriba de Reinosa –uno de los pocos establecimientos de fuera de Santander con presencia en la Feria de Día–, Marián confía en que el buen tiempo se traduzca en grandes ventas: «Esperamos muchas ventas. El tiempo nos va a acompañar». Además, sus clientes son fieles: «Si les gusta el pincho el primer día, suelen repetir».
Entre las casetas de Alfonso XIII, se puede ver también una 'food truck' de la hamburguesería Carniball, especializada en hamburguesas smash, de esas que están tan de moda ahora. Pablo León, su responsable, recuerda que participaron por primera vez el año pasado. «Llovió dos días, pero los conciertos de la Plaza Porticada nos trajeron mucha gente».
Los hosteleros destacan «el importante impulso» que esta feria supone para el sector
El Diario Montañés continúa su recorrido por la Plaza de Pombo, que se ha convertido en uno de los epicentros de esta veterana cita gastronómica debido al espacio que ofrece y a la importante cantidad de establecimientos hosteleros de los alrededores. Allí nos encontramos a Natacha y su marido, un matrimonio santanderino que, pese a ser de aquí, disfrutan este año por primera vez de las fiestas: «Todos los años nos pilla fuera la Semana Grande, así que este es el primero que disfrutamos del ambiente». También allí, Mapi y su hijo Víctor degustaban unos pinchos: «A mí me encanta, para mí es lo mejor de esta ciudad», afirmaba él entre risas, una opinión que corroboraba a medias su madre, encantada de todas las jornadas gastronómicas que se vienen por delante: «Hay más actividades, pero somos de Santander de toda la vida y este es, sin duda, uno de los momentos más especiales del año», opina.
Allí se encuentra el puesto de la pastelería Sucré, cuyo encargado, Marco, confesaba que «la famosa empanada es el producto más exitoso». Mientras tanto, Anatoli y Esperanza, que regentan la caseta del Bar Pacho, en su cuarto año en la feria, aseguraban que «el de queso de cabra es el más reclamado» de su oferta culinaria, «bastante amplia para el que quiera comprobarla». Ya lo saben.
Mientras, en la Plaza del Ayuntamiento se encontraban Carmen, Juan y Jorge disfrutando de una caña con pincho: «Nos gusta mucho, venimos todos los años». Allí, Javier, del Templo de la Carne, destacaba que, si el tiempo acompaña, habrá muchas ventas. Y es que en eso coincide cualquier hostelero con presencia en la Feria del Día: esta semana supone «un impulso importante» en sus cuentas. Respecto a la recomendación de su propietario, dice que «el pincho más solicitado es el famoso croquetón». Suena bien. Y sabrá mejor.
Así las cosas, santanderinos y visitantes tienen hasta el 28 de julio para disfrutar de las casetas. El arranque ha sido por todo lo alto.
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