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Versión artística de la sonda Cassini. Efe | RC

Cassini muere en Saturno

Tras más de dos décadas de viaje espacial, la expedición de la sonda de la NASA y la Agencia Espacial Europea echa el cierre con grandes descubrimientos sobre Saturno

josé a. gonzález

Madrid

Viernes, 15 de septiembre 2017

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A las 13:54 hora española se ha puesto fin a una de las misiones espaciales más largas y exitosas de la historia. La poupular sonda Cassini ha quedado reducida a cenizas después de iniciar su incursión final en la atmósfera de Saturno, pero en su recuerdo quedarán miles de datos científicos, nuevos descubrimientos y un buen puñado de récords.

Tras haber agotado la práctica totalidad de su combustible, se adentró en la atmósfera de Saturno, donde acabó desintegrándose, tal y como estaba previsto. "Nuestra nave ha entrado en la atmósfera de Saturno y hemos recibido su última transmisión", ha anunciado la NASA a través de Twitter.

“Es un momento agridulce. Siento que estoy perdiendo a un viejo amigo”, ha asegurado Candice Hansen, una de las científicas de la NASA que ha participado en la misión de Cassini. A la hora prevista, las 13:55 (hora peninsular) la antena Deep Space Network, situada en el Camberra Deep Space Communication Complex (Australia), recibía el último dato de la nave americana antes de adentrarse entre los gases del sexto planeta del Sistema Solar.

Cassini se unió a Saturno a las 12:31, pero su adiós no se ha registrado hasta 83 minutos más tarde que es la distancia que las ondas han tardado en recorrer los más de 1.400 millones de kilómetros que separan ambos planetas.

Gracias a las dos décadas de viaje, Cassini ha permitido la redacción de 4.000 artículos científicos para comprender cómo funciona el Sistema Solar, Saturno y sus lunas. “Mis momentos favoritos fueron cuando vimos los mares de Titán por primera vez, gracias al radar, y cuando aterrizamos con Huygens. Era invierno y estaba oscuro. Fue espectacular”, han señalado los científicos de la NASA.

"Cassini ha transformado nuestro pensamiento de muchas maneras, pero especialmente en lo que respecta a lugares sorprendentes en el Sistema Solar donde la vida podría arraigarse", asegúra Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la Dirección de Misión Científica de la NASA en Washington.

Desde 1997

Prorrogada y agotada, Cassini inició su viaje en 1997 en Cabo Cañaveral. El calendario marcaba el 15 de septiembre, una fecha donde la palabra iPhone no existía e internet era algo aún muy extraño. En la oscuridad del mítico espacio estadounidense, la NASA en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Europea lanzaban al espacio una misión de 3.260 millones de dólares.

El cohete Titan IVB/Centaur levantaba las toneladas de Cassini, la segunda nave espacial más pesada, y su sonda Huygens hace el espacio exterior, un largo viaje de siete años que le tenía que llevar hasta el mítico planeta de los anillos.

Una travesía por el Sistema Solar calculado al milímetro. Ruta que, en la primera parada le llevó a Venus. Dos acercamientos fijados para coger impulso por la gravedad del planeta y acelerar sin derrochar combustible.

En su aventura por los rincones del Sistema Solar, Cassini se encontró ‘piedras’ en su camino. A finales de 1999, la misión de la NASA tuvo que atravesar un cinturón de asteroides. Sus instrumentos aprovecharon su paso para recoger y analizar polvo de la región.

Con una velocidad de 11 kilómetros por segundo, la nave se acercó a Júpiter en poco más de tres años. Allí, por primera vez, el ojo humano a través de las poderosas y potentes lentes de la expedición pudo observar las turbulencias del planeta más gaseoso del Sistema Solar.

Tras el pequeño póster de Cassini, la nave continuaba su recorrido de más de 1.400 millones de kilómetros que separan la Tierra de Saturno hasta completar su viaje en 2004. Ese año, siete después de su lanzamiento y cumpliendo los cálculos de los expertos, se instaló el sistema del sexto planeta del Sistema Solar.

El primero de sus numerosos logros fue descubrir dos nuevas lunas: las diminutas Metone y Palene, que habían permanecido invisibles a los ojos de los astrónomos. Instalada en su nueva casa, llegó el turno de la esperanza europea: la sonda Huygens.

Aterrizaje en Titán, un éxito

Siete años en un letargo espacial que acabó a finales de 2004 con su lento descenso a Titán, una de las lunas de Saturno. El aterrizaje fue un éxito y Huygens se posó sobre la superficie helada, se calcula que hay 180 grados bajo cero, durante 72 minutos. Tiempo necesario para comprobar lo oscuro del satélite, según reveló la ESA a través de una fotografía, y que el suelo está formado por moléculas orgánicas en lugar de piedra.

Sin embargo, este no fue el último cara a cara de la NASA con Titán. Según cálculos de la agencia norteamericana, Cassini ha sobrevolado cerca de 130 veces el helado satélite de Saturno. Viajes que han permitido descubrir el clima y la geografía, que, para los expertos, no es muy distinto al de la Tierra.

Pero la gran sorpresa de la expedición la protagonizó la otra gran luna: Encélado. Las grandes antenas de Cassini detectaron campos magnéticos anómalos alrededor del satélite. Las fotografías, meses más tarde, revelaron grandes cantidades de vapor de agua en el aire. Conclusión: “Encélado esconde agua líquida”. Y aumentan los sueños científicos de que pueda albergar vida.

Pero este no ha sido el único descubrimiento de la expedición. En sus registros quedan anotadas tres nuevas lunas, que se suman a las 58 anteriores, y nuevos anillos que rodean este curioso planeta del Sistema Solar.

Una nueva oportunidad

Hallazgos que dieron una nueva oportunidad a Cassini. El 15 de octubre de 1997, el cohete Titan IVB/Centaur salía de Cabo Cañaveral para iniciar esta misión que finalizaría en 2008, pero los descubrimientos alargaron su corta vida nueve años más. Esto ha permitido a Cassini conocer el inverno, el verano y hasta la primavera de los dos hemisferios del planeta.

Así en 2010, Cassini fue espectador de primera mano de la Gran Mancha Blanca, un fenómeno natural del hemisferio norte del planeta que ocurre cada 30 años. Una tormenta al inicio del verano provocada por los fuertes vientos de Saturno y que se observa con facilidad cuando los rayos del Sol inciden con más fuerza sobre la corteza del planeta.

Este viernes y tras 22 ‘excursiones’ entre los anillos y Saturno, Cassini ofreció su beso de despedida a Titán el pasado lunes. Un nuevo impulso gravitatorio para iniciar la colisión final a más de 113.000 kilómetros por hora.

Eso sí, antes de desaparecer, Cassini ofrecerá su último servicio a los científicos de la NASA y recogerá datos a través de sus antenas para desintegrarse a las 13:54 hora peninsular. “La señal final de la nave será como un eco que se irradiará a través del Sistema Solar durante casi una hora y media después de que Cassini haya desaparecido”, sentencia Earl Maize, gerente del proyecto en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California.

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