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Los halógenos (izquierda) pasarán mañana a la historia. El futuro es de las luces LED (derecha). : EFE
El halógeno se apaga mañana

El halógeno se apaga mañana

Su venta queda prohibida desde este sábado, aunque «muchos usuarios lo ignoran». Las luces LED acaparan ya el 63% del total

ANTONIO CORBILLÓN

Viernes, 31 de agosto 2018, 07:24

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Igual que una bombilla nos avisa con sus intermitencias del cercano fin de su vida útil, el sector de la iluminación ha ido emitiendo varios 'apagones' en los últimos años. El más importante para el ciudadano de a pie se producirá mañana. Este 1 de septiembre las bombillas halógenas se convertirán en historia en la Comunidad Europea. La industria solo podrá vender las que le queden en los almacenes, pero no podrá reponerlas en sus estanterías.

Los cambios en la materia llegan siempre en septiembre, con el arranque del curso. Primero fue el fin de las bombillas incandescentes (las de filamento de toda la vida) en 2012. En 2016 se implantó la prohibición europea para comercializar focos halógenos. Industria y consumidores pactaron dos años más de moratoria para que el apagón halógeno llegara también a los hogares y ayudar a la transición total.

Ambas partes lograron un inusual consenso. «Aún era rentable pero nuestros fabricantes han sabido adaptarse en beneficio de todos. La tecnología LED (diodo emisor de luz) abre expectativas enormes», destaca el director general de la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación (Anfalum), Alfredo Berges. «Es una buena noticia para el consumidor. Pero hubo que presionar para que aplazasen la prohibición porque la tecnología aún no estaba suficientemente madura y era bastante cara», asegura la portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Eva Jiménez.

El fundador del digital Smart Lighting (Iluminación Inteligente), Mario Prieto, también admite que la industria «presentó una resistencia lícita ya que tenía grandes inversiones para fabricar los modelos ahora obsoletos. Pero hoy el sector español está al día y muy preparado».

Sin embargo, algo ha fallado en la comunicación con los usuarios. «La mayoría de los consumidores desconocen los plazos de las normativas. Si las viejas bombillas halógenas siguen en los escaparates las seguirán comprando», advierte la responsable de Energía de Greenpeace, Sara Pizzinato.

Según un estudio de la firma alemana Ledvance, la mitad de los europeos desconoce las nuevas prohibiciones. Y el 56% todavía va a las tiendas a pedir repuestos de bombillas incandescentes o halógenas. Consciente de que todavía hay demasiada ignorancia de la normativa y las prestaciones de las nuevas luminarias, Anfalum ha lanzado la campaña '¿Qué lámpara necesito?' para llegar al máximo de ciudadanos. «Hay que reciclarse como usuario. Se acabaron los vatios, ahora se habla de lúmenes (cantidad de luz por segundo). Pero aún se dispone de poca información al ir a comprar», concede Mario Prieto.

Un invento no tan nuevo

Por su parte, los vendedores calculan que sus existencias halógenas se agotarán en los próximos seis meses. Y eso que su peso en el mercado era ya minoritario. Apenas suponen el 10% de las ventas. Y esto es así gracias a la revolución de las bombillas LED.

«A finales de 2017, este mercado ya acaparaba el 63% de toda la luz que hay en España (público y hogareño). En menos de diez años se ha producido una revolución total», insiste Alfredo Berges. Los fabricantes calculan que en 2020 «casi el 100%» tendremos un punto de luz de este tipo cerca.

Las fluorescentes serán el último resquicio de los sistemas 'tradicionales'. También son energéticamente eficientes, pero tardan en llegar a su máxima potencia y se deterioran si se apagan y encienden mucho.

Ayuntamientos como el de Valencia han celebrado este final de los plazos anunciando el pasado martes pasado el cambio a LED de 7.975 farolas públicas, incluidas las tradicionales 'fernandinas' (modelo de los tiempos de Fernando VII, muy habitual en las ciudades españolas). Metro de Madrid calcula que ha ahorrado la mitad de su gasto con el cambio progresivo de sus miles de puntos de luz. Y eso que «en las ciudades se han hecho barbaridades, aunque fuera con la mejor intención. A veces se lanzan a cambiar todo a LED sin analizar bien los espacios y sus necesidades», advierte desde Smart Lighting Mario Prieto.

El certificado de defunción del halógeno convertirá al LED en nuestros ojos artificiales sin discusión ni alternativa. El invento de los japoneses Hiroshi Amano, Shuji Nakamura e Isamu Akasaki, que recibieron el Nobel de Física en 2014, no es nuevo. Tiene 25 años, el tiempo que ha hecho falta para desarrollar y mejorar su luminosidad y abaratar sus precios.

Ahorro y medio ambiente

Casi todo son ventajas. Las piezas halógenas duran una media de dos años, mientras que las LED pueden alcanzar los 15. Si se cumplen las previsiones de la Unión Europea para 2020 y se destierran los viejos modelos, se traducirá en un ahorro de 40.000 millones de kilovatios/hora en los hogares al año. Más o menos la demanda de un país como Portugal o Grecia.

La industria nacional asegura que ya ha realizado todos las adaptaciones necesarias. Inevitable para su supervivencia si se entiende que su facturación se acerca ya a los 1.500 millones de euros y que los productos LED suponen ya el 60% de estas cuentas.

Desde el sector reclaman a las administraciones mayor vigilancia y que se acabe la «vista gorda» actual. En Anfalum (90 empresas asociadas) advierten del riesgo de «importadores desaprensivos que meten partidas que se camuflan en el mercado», lamenta Berges. Una sospecha que dirige la mirada hacia los fabricantes asiáticos.

Aunque los consumidores y los ecologistas aseguran que la nueva tecnología «tiene unos altos costos ambientales de fabricación», el resto de expertos insisten en que todo son ventajas. «Es más fácil de reciclar y desmontar, no contiene vapor de sodio y está consiguiendo una calidad y calidez de color que nunca se había logrado», resume Mario Prieto.

Tras la consolidación del LED se abrirán nuevos campos como el alumbrado inteligente, que podrá adaptarse a las necesidades del usuario en cada momento.

Las normativas y la tecnología en iluminación han sufrido una profunda transformación en menos de una década. En 2012, la Unión Europea acabó con las viejas bombillas de filamentos (tipo Edison). En 2016 se prohibieron los focos halógenos. Este 1 de septiembre le llega el final a las bombillas también halógenas. Los próximos años consolidarán el reinado absoluto de las luces LED. Pero el sector no se detiene y sigue investigando con nanotubos de carbono (CTN, en inglés), que permitirán el alumbrado inteligente y la adaptación de los focos de luz a cada persona y situación.

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