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Vecinos cruzan la calle frente al cruce de Cuatro Caminos, con la Policía Local gestionando el tráfico tras el apagón de los semáforos, en Torrelavega. Luis Palomeque
De compras en Torrelavega a la luz de linternas y generadores

De compras en Torrelavega a la luz de linternas y generadores

Policías y bomberos hicieron funcionar la capital del Besaya en las horas del apagón, en un día que empezó bien para el comercio y que quedó a medias

Javier Gangoiti

Torrelavega

Lunes, 28 de abril 2025, 22:36

Luis, que vive en Suances pero trabaja en Torrelavega, aparca muchas veces en el garaje de la casa de su madre, en una de las calles que linda con la Avenida de España. Y ayer, después de desplomarse la red, abrir la puerta eléctrica que custodia el suyo y otros vehículos terminó siendo un problema. Con el mandito fuera de servicio, hizo uso de todo lo que tenía para girar la tuerca y abrirla a mano. Se supone que los vecinos dejan una llave comunitaria para este tipo de ocasiones. No era el caso. Luis la buscaba. Sin éxito. «Pero sí tiene que estar aquí. La usé, pero hace años. A saber dónde está». Acudió finalmente a una ferretería cercana, volviendo al cabo de unos minutos con unos alicates. Por resumirlo, podría decirse que no fue la herramienta ideal.

Es una de las muchas historias que ayer terminaron en odisea a partir del mediodía, a lo largo de trescientos minutos en los que la capital del Besaya logró salir adelante con el trabajo de las fuerzas de seguridad. La parte más seria del balance estaba en el Hospital Sierrallana, donde se lograron acabar con éxito todas las cirugías que ya habían empezado cuando se fue la luz; aquellas que venían después y que no estaban consideradas urgentes quedaron suspendidas para que los generadores pudieran funcionar a pleno rendimiento.

Apemecac

Miguel Rincón

«Hoy podría haber sido un gran día, pero se ha ido al traste. Tenía todos los mimbres para ser positivo para el comercio, pero el apagón ha sido mortal»

Calzados Manolo

Javier Andrés

«Estábamos trabajando muy bien y luego llegó el apagón. Era un buen día de ventas. Luego tuvimos algunos clientes más, tras recuperar la luz»

Supermercados Lupa

Aida Leñero

«Muchos clientes seguían comprando tras el apagón; Luego, nos quedamos con linterna reponiendo cosas, hasta reabrir. Por suerte no hubo ninguna estampida»

También lo pasaron regular los que se quedaron atrapados en el ascensor. Los bomberos acudieron al rescate de ocho vecinos en esta situación; además, dieron asistencia a una persona con movilidad reducida que necesitaba acceder a su casa para tomar una medicación, según dio parte el Ayuntamiento, tras uno de los comités de crisis celebrados junto a personal de las fuerzas de seguridad, Protección Civil y autoridades. Comunicarse era imposible, pero los mensajes iban llegando. «Hemos puesto en marcha todas las medidas necesarias para mantener la seguridad en la ciudad», enfatizaba el alcalde, Javier L ópez Estrada.

Vecinos intentan informarse y comunicarse con sus móviles, tras el apagón.

Eran cerca de las 13.30 horas y hasta se podría decir que Torrelavega ya andaba medio acostumbrada. Dos policías locales tomaban el control del tráfico en Cuatro Caminos a la antigua usanza –una de las imágenes de ayer–; otros hacían lo propio en los pasos a nivel de Pablo Garnica y el Paseo del Niño, con las barreras bajadas de forma constante y en guardia ante la posible llegada del tren; el túnel del Barrio Covadonga ya estaba cerrado a cal y canto e inundado, por la falta de funcionamiento de las bombas de achique. Faltaban cuatro horas para que la luz empezara a volver en Cuatro Caminos y el Palacio;mientras, el comercio trataba de exprimir una jornada que había empezó «alegre» y con todos los mimbres para ser positiva, pero que, terminó tocada por un apagón que fue «mortal».

Esa es una reflexión de Miguel Rincón, de Apemecac: «Hoy podría haber sido un gran día, pero se ha ido al traste», decía, más o menos en sintonía con otros colegas que vinieron a repetir los mismo. «Estábamos trabajando muy bien y luego llegó el apagón. Era un buen día de ventas. Luego tuvimos algunos clientes, tras recuperar la luz», declara Javier Andrés, de Calzados Manolo.

Algunos negocios tuvieron problemas para abrir su persiana.

A modo de paréntesis, el boca a boca dejó también algunas anécdotas en el comercio. Que si en aquella tienda de la calle José María Pereda había colas de gente interesada por transistores para seguir de alguna manera el minuto a minuto; el caso de un comerciante cerrando el local y haciendo guardia en el interior durante lo peor de la tormenta; la urgencia por sacar dinero en efectivo en los cajeros; el dominio de los refrescos en las comandas de las terrazas... De todo.

Otras noticias no llegaban de oídas, sino en riguroso directo, como le pasó a Javier, al llegar al Lupa de la calle Garcilaso de la Vega justo cuando sus empleados, tras constatar que no podían hacer nada de provecho cerca de las 13.30, cerraban la persiana hasta nueva orden. Por la tarde, la jefa del local, Aida Leñero, contaba cómo les fue: «Muchos clientes seguían comprando tras el apagón; Luego, nos quedamos con linterna reponiendo cosas, hasta reabrir. Por suerte no hubo ninguna estampida», contaba. Como anécdota, sus colegas en el nuevo Lupa del Barrio Covadonga pudieron trabajar contra el apagón con un generador.

Y hablando de terrazas. Con el sol tostando y el personal sin mucho que hacer, estuvieron a reventar buena parte del día. Ainara Saiz, camarera en el Carpe Diem, fue testigo de ello, tras incorporarse a las tres y abrir definitivamente a la seis. «No íbamos a abrir, pero finalmente nos animamos. Además, hizo muy bueno y la gente respondió, incluso con ajetreo. Por suerte, los hielos no se derritieron», sonreía.

Ya rozando las ocho, Isabel García, empleada de Correos, trataba de compensar el parón de las primeras horas de la tarde repartiendo los paquetes prioritarios. «Hemos tenido que dejar de repartir, claro, y esperar hasta que llegara la luz. Hasta entonces, trabajo de oficina». Para entonces, había podido realizar 16 entregas, que son más o menos una cuarta parte de las que llevaría en un lunes corriente. Y el día de ayer de corriente no tuvo nada.

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