Un estudio de calidad del aire hecho con fresas señala que la contaminación es «moderada»

La señal disminuye progresivamente hacia el Sur. El viento dominante de componente Norte puede desplazar los contaminantes desde las áreas industriales hacia el interior de la ciudad, haciendo que sea esta zona la que registre mayores valores como consecuencia de la densidad de población, el tráfico asociado y el referido transporte de contaminantes.

Respecto a la mejora de calidad del aire observada a través de las tres estaciones oficiales medidoras de la contaminación existentes en Torrelavega (Barreda, El Zapatón y Minas), el estudio indica que podría haber sido impulsada en el último año por el cierre de Sniace, una de las principales fábricas del municipio. También destaca otros factores, como la modernización del parque automovilístico, la implantación de la autorización ambiental integrada en la industria, la pacificación del tráfico y la apuesta por el transporte urbano.

El informe señala que, en cualquier caso, hay margen de mejora, pues Torrelavega es la ciudad de menor entidad poblacional que mostró valores más altos en lo que se refiere a metales pesados, lo que podría explicarse por la gran tradición industrial de la capital del Besaya.

El proyecto Vigilantes del Aire ha hecho públicos los resultados de la monitorización realizada en una treintena de áreas urbanas y rurales españolas entre septiembre y diciembre de 2020. Se trata de una iniciativa de ciencia ciudadana que utiliza macetas de fresa como biosensores de la calidad del aire. En concreto, se utilizan las propiedades magnéticas de la contaminación metálica acumulada en las hojas de fresa como indicador de la contaminación atmosférica.

Las ciudades participantes que han obtenido peores resultados son Madrid, Barcelona, Zaragoza, Bilbao, Vitoria, Granada, Gerona, Castellón, Burgos, Pontevedra, Torrelavega y Algeciras.

En total, de las 5.790 plantas de fresa repartidas entre los ciudadanos, los organizadores recibieron 2.755 muestras de hojas de fresa, de las que 2.465 fueron aptas para su análisis, lo que supone más de un 48% de tasa de retorno. La capital del Besaya encabezó la lista con una excelente respuesta ciudadana (83%).

En el caso de Torrelavega, el proyecto fue desarrollado por el colectivo Torrearboleda, que contó con la colaboración del Instituto Pirenaico de Ecología, el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología y la Fundación Ibercivis. La primera fase consistió en el reparto de 300 plantas entre los ciudadanos que lo solicitaron. Las fresas fueron costeadas por Torrearboleda sin ningún tipo de subvención institucional. El colectivo ha agradecido a los voluntarios que con su «trabajo, ilusión y cuidados» hicieron posible unos resultados «extraordinarios» de participación y ciencia ciudadana.