La última cerveza en el bar de la Bolística

Este lunes a las diez de la mañana, los vecinos y clientes habituales encontraron el bar de la Peña Bolística cerrado. Algunos agarraron el teléfono y llamaron directamente a sus responsables –eso también da una idea de lo estrecha que es la relación para muchos–: «¿No abrís por la mañana? ¿Solo por la tarde? ¿A las ocho, entonces?». La noticia sobre su desalojo, obligado por las obras para estabilizar el edificio municipal de Baldomero Iglesias, era conocida, pero no la fecha exacta para dar este adiós definitivo, elegida por los responsables del establecimiento prácticamente en las últimas horas, a finales de la semana pasada. El boca a boca ha hecho el resto. Sin mucho ruido ni grandes anuncios detrás y con el único deseo de convocar a sus clientes y amigos de siempre, el bar de la Bolística ha dado este lunes –finalmente sobre las siete y media– su adiós definitivo. Vean las fotos. La cita ha sido, para ellos, todo un acontecimiento tras más de medio siglo de trayectoria, historias, amistades y risas en la plaza. «Un clásico», «insustituible», «una verdadera pena» o «a ver a dónde vamos ahora a tomar unas rabas» son solo algunos de los comentarios que, antes y durante la fiesta, han dejado esos fieles, ahora «huérfanos» –llegó a decir alguno– de este bar emblemático del centro de Torrelavega.

Los saludos a Basi, Carmen, Cari, Miguel Ángel y todo el personal en general han marcado la tónica de esta cita, que se alargaría hasta literalmente agotar existencias. También coparon la tardenoche las batallas de quienes han pasado por aquí desde 1972. Los cafés de las mañanas, las paradas a tomar algo y charlar a media mañana, las cañas, los caracolillos que tanto recuerdan algunos, la indisociable escena bolística que tantos recuerdos ha dejado en la memoria de la plaza… De todo.

Basi Díaz, una de las hermanas que ha estado detrás de la barra en casi todas estas décadas, compartía muchas de ellas –también bailes–, dedicándoles esta frase a todos estos amigos. «Un abrazo enorme a todos. Les vamos a echar en falta», expresó, «agradecida» a «la gente de esta ciudad que tanto nos ha dado». «Gracias a todos», insistía.

La gente se lo pasó muy bien este lunes en esta última ronda en el bar de la Bolística. «Hasta que se acabe lo que queda», explicaba Basi, a la que se dirigían constantemente sus clientes, hermanas y personal en general. Hubo cerveza, calimocho, vino, mosto… La fiesta contó con hasta una pata de jamón, que se encargó de emplatar y cortar con mimo César Martínez. Gente «de la quinta», de cuando echó a andar el establecimiento, chavalería y padres y madres con sus hijos no tardaron en invadir el entorno del bar. Este se quedó pequeño y en la plaza se acomodaron y brindaron varias decenas de personas. Estuvieron los de siempre, muchos charlando de lo de siempre y pasándoselo muy bien, como siempre, frente a la icónica parada de la 'Bolis'.

También se habló de las razones del desalojo, claro. Los técnicos municipales llevan años advirtiendo del mal estado de este edificio municipal, afectado por las filtraciones de agua y una estructura cada vez más débil; el Ayuntamiento no ha querido esperar más e intervendrá el inmueble a lo largo de los seis próximos meses, con una obra de consolidación de casi medio millón de euros. «¿Y luego el museo del hojaldre?», «no, espera, que lo llevan a La Lechera, ¿no?». De eso también se habló. Y es normal que haya dudas porque nadie sabe a ciencia cierta, ni siquiera en el equipo de gobierno (PRC-PSOE) –que discrepa al respecto–, cuál va a ser el futuro del edificio el día de mañana.

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