La Vuelta Ciclista y Torrelavega
Sniace no se rindió ante la dificultad de su concurso. Y, como los buenos corredores, supo tirar de raza e ilusión
gema díaz real
Torrelavega
Martes, 11 de septiembre 2018, 07:40
La vida es camino, cantó el poeta, que supo de alegrías y de amarguras a lo largo de su azarosa existencia. Y es que la ... vida de todos nosotros –personas, empresas y países–, transcurre a velocidad vertiginosa, con etapas cómodas y relajadas de llano y con penosas ascensiones a puertos durísimos de montañas retadoras y altivas. La vida es camino y, para metáfora de camino, la de la Vuelta Ciclista a España que hoy estará entre nosotros. La alegoría vital de sus pedales, su serpiente colorida y esforzada, alegrará este martes las calles de Torrelavega con la exhalación de una contrarreloj que tendrá como meta las instalaciones de Sniace.
Sniace ha rodado mucho a lo largo de sus setenta y siete años de existencia. Y, como cualquier otra empresa, disfrutó de etapas luminosas y penó con etapas de sufrimiento. En las doradas, llegó a dar empleo a más de cuatro mil personas, que supusieron el ochenta por ciento de la población activa de la comarca del Besaya. En su época más baja, tras mil problemas y dificultades, tuvo que presentar concurso de acreedores. Algunos la dieron por muerta. El 'ya lo decía yo', el bisbiseo temeroso y el murmureo maledicente, soplaron sobre el ánimo inquieto de los habitantes de una comarca castigada por la desindustrialización. Sniace parecía morir para dar paso a la nada, al páramo industrial, al cáncer corrosivo del desempleo y el empobrecimiento. Porque, aunque otras muchas empresas, desgraciadamente, tuvieron que pasar por el amargo trance del concurso, Sniace no era una empresa más, sino uno de los escasos asideros de la industria cántabra. En Cantabria, se pueden contar con los dedos de las manos las empresas industriales que superan los doscientos cincuenta trabajadores directos y Sniace, desde siempre, corrió destacada en ese equipo de cabeza generador de empleo y de riqueza.
La crisis se cebó con especial saña en nuestra tierra. Y su mordedura rabiosa impulsó la emigración de jóvenes y la fuga de talento. Leí en El Diario Montañés un dato revelador. En el transcurso de los últimos ocho años la emigración cántabra tomó cariz de éxodo. Si en 2009 eran 24.790 los nacidos en la región con residencia fuera de España, ahora son casi el doble, según el INE. «Estamos asistiendo a una destrucción sistemática de puestos de trabajo y un incremento del desempleo», comentó al respecto el catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Cantabria, José Villaverde. La única manera de revertir ese proceso destructor es, por tanto, la generación de actividad económica y eso sólo se consigue con la creación o atracción de nuevas empresas y, sobre todo, con el desarrollo y crecimiento de las que ya existen sobre nuestro suelo.
Sniace no se rindió ante la dificultad de su concurso. Y, como los buenos corredores, supo tirar de raza e ilusión para superar su caída y comenzar a remontar posiciones. Presentó un nuevo proyecto empresarial que generó la confianza suficiente para atraer accionistas privados que han invertido casi sesenta millones de euros durante estos dos últimos ejercicios. Hoy, la fábrica, todavía con las tensiones propias de toda puesta en marcha, mantiene una plantilla de cuatrocientos trabajadores, cifra que podría elevarse en caso de ampliación de líneas. Las máquinas vuelven a funcionar, bombeando empleo y vida para la comarca. Sniace no ha recibido ayuda pública alguna y se emplea a fondo en renacer gracias al pedaleo esforzado de sus trabajadores, accionistas, proveedores y clientes. El corredor al que dieron por muerto renace de sus cenizas impulsado por el coraje de su sudor y el aliento de su esperanza.
Hoy, cuando los ciclistas pasen veloces bajo la pancarta de meta, millones de españoles podrán ver una fábrica activa, orgullosa de su tierra y de sus trabajadores, un grito de esperanza industrial que anima a una comarca hermosa y laboriosa. Acojamos todos, Administraciones, empresas, trabajadores y ciudadanos, con cálida hospitalidad, a estos colosos de la bicicleta que nos visitan. Su enorme esfuerzo nos motiva y, de alguna manera, también nos representa, porque vamos a luchar hasta el límite mismo de nuestras fuerzas para alcanzar la meta de una Cantabria más próspera y con futuro para todos.
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