«Hay que ponerse en la piel de un jugador al que le insultan»
Javier San Juan Entrenador del Solares
J.COMPOSTIZO
Martes, 11 de abril 2017, 07:14
A Javier San Juan, entrenador de los juveniles del Solares-Medio Cudeyo le parece «absurdo» lo que vivió en la última jornada de Liga cuando su equipo visitó el campo del Laredo en un partido crucial para ambos en su lucha por ascender de categoría. Al ser preguntado por la gresca que se vivió en el campo de san Lorenzo, el técnico no dudó en todo momento en entonar el 'mea culpa' en cada una de sus afirmaciones.
«Yo creo que se podía haber evitado si hubiéramos puesto todos un poco más de nuestra parte, incluido el arbitro». San Juan se refiere con este entrecomillado a lo vivido a partir del minuto 70 cuando él se dirigió al árbitro para avisarle de lo que estaba ocurriendo detrás de la portería que defendía su guardameta. «Se juntó mucha gente joven detrás de él, y estuvieron increpándole durante mucho tiempo. Se fue incrementando la tensión hasta que al final mi jugador saltó».
Pero el colegiado «no me hizo caso y mandó seguir el juego». A partir de ahí, el joven guardameta se dio la vuelta para increpar a los aficionados que le estaban insultando, tal y como reconoce su entrenador a este diario. «Hay que ponerse en la piel de un chaval de 18 años cuando durante 45 minutos te están insultando y te están tirando con cosas, con tu madre a diez metros. Eses muy difícil abstraerse de eso», opina San Juan en una clara defensa de su cancerbero que, según su técnico, al finalizar el encuentro y cuando se dirigía a los vestuarios, «devolvió a la altura de los banquillos».
También entonó 'el mea culpa' al reconocer que se había equivocado cuando entró unos metros en el campo para avisar al árbitro de lo que estaba sucediendo o mandó a su delegado colocarse detrás de la portería conflictiva. «Me di cuenta que con esa actitud el público se exaltaba y me senté en el banquillo. San Juan se pregunta si alguien de la directiva del Laredo, como equipo local, podría haber hecho algo más para parar el capítulo de violencia vivido en San Lorenzo, con aficionados, «que no padres», agrediendo «con puñetazos y patadas a mis jugadores».