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Óscar Fernández fue una auténtica pesadilla para los defensas del Barakaldo durante los 95 minutos del partido. Javier Cotera
Fútbol | Racing

Una revolución que triunfó solo a medias

Gonzalo, Óscar y César Díaz volvieron al equipo y Borja Granero dejó la zaga para regresar a su puesto natural en el doble pivote racinguista

DIEGO RUIZ

Santander

Lunes, 23 de octubre 2017, 15:44

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Llegó la décima jornada y con ella la revolución, o quizás mejor dicho la vuelta a los orígenes. Un nuevo Racing o el que se forjó cuando el inquilino actual llegó al banquillo. Un guiño al futuro o un regreso al pasado. Viadero necesitaba darle una vuelta de tuerca al conjunto, o mejor dicho, a la posición de sus futbolistas. Los últimos resultados y sobre todo el juego del equipo precisaban de una reflexión, de un giro para devolver la ilusión a los jugadores y, también, cómo no, a la sufrida afición que aún no ve muy claro el futuro del conjunto cántabro.

Viadero volvió a poner en el el campo, con afán ofensivo, a Gonzalo, Granero, Óscar Fernández y César Díaz. Una especie de guardia pretoriana que ataca y defiende, generalmente bien, si el rival lo permite. Sentado en el banquillo quedó Juanjo, al que todavía le falta un punto para satisfacer las necesidades del equipo, y Quique Rivero, que a estas alturas del campeonato parece haber dado un pasito atrás. Álex García, que no parecía ser uno de los once del equipo titular, había entrado en la enfermería. Así que al míster no le quedó más remedio que volver a su esquema inicial, coincidiendo con otra importante vuelta a atrás, con esperanza de futuro. Esos marcadores electrónicos sin luz ni brillo desde...

Se notó esa pequeña revolución de Viadero en los primeros compases, sobre todo en velocidad, eso que tanto gusta a los entrenadores y al público en general. Velocidad, pero quizás demasiadas imprecisiones. Aún así, los de Baracaldo no metían mucho miedo, y eso que el balón lo miman cuando lo tienen en sus pies.

Uno de los que volvían, Óscar, dejó patente que Viadero había acertado en el planteamiento inicial. El canterano marcó un golazo de esos de listo, de veterano, de perro viejo, de ladrón de carteras. Dos semanas sin ser titular para lucirse en una jugada para enmarcar. Como la que volvió a protagonizar minutos después con un gran desmarque en el área pequeña de la portería que ayer defendía el exracinguista Viorel. Gran jugada y magnífica la asistencia de Dani Aquino, incombustible. Arriba y abajo, siempre protagonista.

Qué bonitos lucían los marcadores cuando reflejaban el 1-0, con los escudos del Real Racing Club y el Barakaldo CF. Fondo verde y costados morados, obligados por la publicidad. Pero Gonzalo, hasta el minuto 30 perfecto en defensa, no pudo con la velocidad de su par y propició ese penalti que empañó el pantallón.

La guardia petroriana no se descompuso, sobre todo porque en ataque Óscar no dejaba de hacer de las suyas, de incordiar y poner en apuros a la defensa vasca. Se vio en el 43, cuando volvió a dejar sentado al defensa rival para habilitar un balón con peligro a César Díaz, un tanto lento dentro del área.

La impresión al terminar los primeros 45 minutos fue que el Racing había tenido mayor llegada que en los últimos partidos. Y en cuanto a esa reordenación impuesta por el equipo técnico, que Óscar sobre todo y, Granero, como siempre, le habían dado al equipo un nuevo rumbo, hasta ayer, algo confuso.

No movió ficha Viadero en la segunda parte. El Racing pareció salir más mentalizado. Aquino y Óscar funcionaron por la banda derecha, y Gonzalo provocó los primeros silbidos al ceder el balón a Iván Crespo en un par de ocasiones. Granero mandaba sobre el césped. Astuto siempre, a pesar de esa tarjeta amarilla inevitable.

El 1-2 llegó con una jugada tonta. Despiste general en la defensa y gol de Vitoria. Jarro de agua fría, helada. El público empezó a impacientarse y el Racing se volvió endeble. Surgieron los pitos. Los verdiblancos fallaban más de lo previsto y tocaba remar. El Barakaldo por su parte aplicó la habitual hoja de ruta. Faltas, lesiones fingidas. Pero de nada sirvió.

Tras el desastre, el Racing buscó la referencia en ataque de Óscar. En él confiaba el resto de equipo que dejó la manija del orden en las botas de Granero. Casi no había tiempo y parecía imposible cambiar el resultado. La afición se desesperaba y el equipo subía con más pasión que cabeza.

Hubo cambios en uno y otro equipo. Del fortín del medio campo solo Antonio Tomás se dio de baja. Inédito prácticamente. Y César y Gándara también se fueron al vestuario. Juanjo, Quique Rivero y Javi Cobo tuvieron sus minutos.

Con uno menos, el Barakaldo afrontó los últimos compases. Una falta magistralmente lanzada por Aquino y un cabezazo de Regalón calmaron a una afición que ya afilaba las uñas. Y es que la revolución había triunfado solamente a medias.

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