Un cántabro que vino de Marruecos
El nuevo presidente de la Asociación de Turismo Rural tiene un grado y dos másteres en el área turística
Vinculado al sector turístico desde el mismo día en que aterrizó en España, hace ya veinte años frenéticos, y propietario de una pequeña posada rural ... llamada La Socarrena –porque eso mismo es lo que era antes de que él lo acondicionara, un cobertizo para guardar los aperos de labranza–, Hamza El Yassir Eddaou (Marruecos, 1986) es desde hace apenas unas horas el nuevo presidente de la Asociación de Turismo Rural de Cantabria, entidad que conoce bien y que ha dado a conocer mejor pues no en vano ha sido él mismo quien la ha acompañado en su proceso de promoción y digitalización.
Natural de Salé, una ciudad situada en la costa atlántica marroquí que, con la capital, Rabat, conforma una de las grandes áreas metropolitanas del país –entre las dos localidades suman unos 2 millones de habitantes–, Hamza se marchó de su casa con 19 años de edad, la «bacaloria» (un término derivado del francés «baccalauréat» que se utiliza como sinónimo el bachillerato) y un visado de estudiante que le permitió entrar en España para proseguir aquí su formación profesional dentro de la inabarcable industria turística.
Grado en Turismo por la Universidad de Deusto (País Vasco), Máster Universitario en Dirección de Marketing y Máster Universitario en Gestión Turística por la Universidad de Cantabria, el empresario entró en el mundo laboral por la puerta de los pequeños hoteles de San Sebastián en los que realizó sus prácticas y ya nunca más volvió a salir. En su currículum hace constar que también trabajó en Francia –en campings, resorts y ciudades vacacionales en las Landas– y que de vuelta a España lo hizo para la compañía aérea Vueling y para distintas agencias de gestión de alojamientos turísticos en San Sebastián y en Bilbao, donde el hostelero se hizo adulto profesionalmente.
Casado y padre de dos hijos, Hamza, que hoy tiene 39 años, decidió trasladarse a la región para proseguir su formación académica y explorar algo más en profundidad el mercado laboral. Para abrirse camino, en resumidas cuentas.
Hamza El Yassir nació en Salé (Marruecos), está casado y tiene 39 años y dos hijos
En 2012, una colaboración entre la Universidad de Cantabria –donde él estaba estudiando el Máster en Dirección de Marketing– y la Asociación de Turismo Rural que cristalizó en un plan de dinamización turística para los Valles de Iguña y Anievas, permitió al marroquí aproximarse al colectivo que abriga a una buena parte de la hostelería rural y en el que terminaría asalariado volcando sus amplios conocimientos en digitalización, publicidad y marketing.
A la par, y tras abrir una agencia por su cuenta y riesgo y trabajar intensamente para el sector del alojamiento turístico, Hamza buscó un negocio propio desde el que proyectarse como hostelero de éxito en Cantabria. Lo encontró hace un par de años en el municipio de Mazcuerras. Se llama La Socarrena, una pequeña posada rural que él alquila completa y que en otro tiempo se utilizó como taller de reparación de aperos de labranza. Aunque restaurada, hoy mantiene la arquitectura tradicional, entretejas de cerámica artesanal, muros de piedra y suelos de arcilla. Una preciosidad.
Nombramiento
Desde ese coqueto alojamiento, Hamza El Yassir ha ido escalando dentro de una asociación empresarial de la que ha sido empleado, socio y, ahora, presidente, cargo al que ha accedido dando el paso al frente que no ha querido dar ningún asociado más. La renuncia a seguir en el puesto del empresario Jesús Blanco, a quien el colectivo debería levantar un monumento por la impagable labor de promoción que ha realizado durante décadas, dejó huérfana a una familia que probablemente todavía hoy seguiría así, huérfana, si el magrebí no hubiera levantado la mano al ver que nadie lo hacía cuando se preguntó quien estaba dispuesto a tomar las riendas de la asociación empresarial.
Un gesto que dice mucho del carácter de Hamza, que ahora tiene por delante la complicadísima tarea de mantener el listón a la misma altura a la que le puso Jesús Blanco.
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