María Bolado Garmilla
La «prioridad máxima» de María Bolado y de su equipo es prestar un buen servicio a quienes cada día acuden al cementerio, que, a su vez, es «un espacio abierto a la cultura y a la educación»
Este fin de semana de conmemoración de Todos los Santos es uno de los más señalados y multitudinarios en el cementerio de Ciriego, un enclave ... al pie del mar Cantábrico con siglo y medio de historia que funciona como una ciudad dentro de otra más grande. La ciudad de los muertos y la de los vivos están «estrechamente relacionadas», dice María Bolado Garmilla (Santander, 1966), directora del camposanto santanderino, cuyo trazado de calles, panteones, naves, criptas y parterres que conoce «como la palma de su mano».
No es una frase hecha. Bolado lleva 35 años ligada a Ciriego. Allí aterrizó de la mano de su padre, socio fundador de la Sociedad Cementerio Jardín, que gestiona Ciriego desde comienzos de la década de 1990. A pie de oficina, se sintió «útil» dando solución a las familias que llegaban al mostrador «en situaciones límite». «Sentí que era mi camino y me empecé a enamorar de este trabajo», evoca Bolado. Comenzó dedicándose a tareas de gestión puras y duras, y acabó dirigiendo este espacio de 180.000 metros cuadrados, 170.000 personas inhumadas, 2.576 panteones y criptas, 31.929 nichos y 9.020 urnas. Una ciudad dentro de otra.
Estos días, Ciriego vive jornadas intensas. Los autobuses suben con más frecuencia hasta el cementerio, llenos de vecinos que vienen a adecentar y embellecer las sepulturas de sus seres queridos. Se celebran misas, un funeral presidido por el obispo, un vía crucis con la Cofradía de la Pasión, visitas guiadas y un certamen fotográfico, actividades estas últimas también muy demandadas. Ciriego se ha convertido en los últimos años en un lugar para la cultura y la educación, que cuenta, a través de su rico patrimonio, la historia de la ciudad.
«Queremos ofrecer lo mejor por nuestra parte a quienes visitan el cementerio», dice Bolado, que subraya aquí el trabajo del «gran equipo de gente» de Ciriego. «Es brutal y nada de esto sería posible sin ellos», destaca y con ello también quiere «dignificar» el trabajo de las 13 personas que componen la plantilla del camposanto. «Yo lucho mucho y trabajo mucho por dignificar nuestra profesión», incide Bolado, y ese es solo uno de los muchos objetivos que ha marcado.
–¿Cuáles son las grandes áreas de gestión en Ciriego?
–La prioridad máxima del cementerio es prestar los servicios diarios que nos llegan. La primera gestión que se hace a las ocho de la mañana es dar servicio a las personas que vengan a enterrar o incinerar, prepararlo todo, acondicionar los espacios, preparar la sala de ceremonias para las incineraciones... Eso es fundamental. Y, a partir de ahí, tenemos 180.000 metros cuadrados que conservar. Todos los espacios comunes del cementerio son propios de mi gestión, hay que encargarse del mantenimiento, del cuidado y de pintar las de naves, la siega...El mantenimiento. Tú piensa que son 180.000 metros cuadrados de una pequeña ciudad, la ciudad de los muertos, a la que se traslada todo lo que ocurre en la ciudad de los vivos. Es prácticamente lo mismo.
–Entonces, el cementerio hay que verlo como una pequeña ciudad dentro de otra más grande, ¿no?
–Exactamente igual y más hoy en día. Con el paso de los años, los cementerios van cambiando, como lo hacen las ciudades, y nuestro tipo de ciudades cambian y se va acercando más gente a los cementerios. Todos los días tenemos retos, como en las ciudades, y tienes que darles solución.
–Decía que los cementerios cambian y en el caso de Ciriego eso se refleja en su actividad de puertas abiertas: visitas guiadas, visitas nocturnas, concursos de fotografía...
–En el cementerio de Ciriego tenemos la gran suerte de que somos un referente a nivel nacional gracias a todo lo que se viene haciendo desde 2005, cuando se iniciaron los trabajos de catalogación del cementerio. Cuando tienes 3.000 fichas de catálogo, ahí aparece un poco el vértigo porque piensas: 'tengo todo esto, tengo que mostrarlo, no me puedo quedar sin enseñar todo lo que tenemos en el cementerio'. Ese es el punto de partida.
Veinte años después, es una satisfacción muy grande que el cementerio de Ciriego forme parte ya de la cultura de la ciudad de Santander y de la cultura Cantabria, y así lo está entendiendo la gente. Estamos empezando a recoger todo lo sembrado. Cada vez más gente se acerca al cementerio, empiezan a ser espacios vivos, abiertos a la cultura y la educación. Se nota un respeto por la historia –Ciriego representa la historia más reciente de nuestra ciudad–, un respeto por la arquitectura, por el paisaje y, encima, hemos tenemos la gran suerte de que han colaborado con nosotros gente de todos los ámbitos de la cultura y de la ciudad: políticos, actores, músicos, poetas... Es una forma de llegar a todo el mundo, pero no siempre fue así. Yo siempre cuento la misma anécdota: cuando empezamos con las visitas guiadas, vinieron dos personas , y el pasado fin de semana vinieron 150 personas. Habido muchos momentos en los que hemos tenido ganas de tirar la toalla, no te voy a decir que no, pero ahora ves que ha merecido la pena.
–Al margen de Todos los Santos, ¿en qué otras fechas señaladas tiene Ciriego?
– El Día del Padre y de la Madre, efectivamente, son días de mucha afluencia de gente. El Día del Carmen, que también viene mucha gente. Y una fecha que siempre me ha llamado la atención es el 1 de enero, que viene muchísima gente.
–¿Cuál es la parte, el enclave del cementerio que más le gusta?
–El cementerio tiene muchos rincones por descubrir; yo sigo buscando y sigo encontrando sitios que me llaman la atención. Pero hay una tumba en la manzana 84-85 que tiene un ángel... Me quedo con ese ángel, no sé por qué, pero me parece brutal, me encanta.
–Criptas y panteones son ayudan a contar la ciudad y su historia. Entiendo que el panteón de los Ilustres será parada obligatoria en sus visitas.
–Sí, ahí reposan los restos de personalidades que han tenido una importancia especial para la ciudad por su trayectoria o porque han llevado Santander allá donde han ido. Es parada obligada y tiene la curiosidad de que únicamente hay una mujer enterrada en él, sor Ramona Ormazábal. Últimamente ha habido varias inhumaciones y, si no recuerdo mal, la última ha sido la de José Luis Casado Soto. Están Mario Camus, Vital Alsar, Echegaray...
Los cementerios estamos enseñando nuestra historia más reciente a través no solo del patrimonio que atesoran, sino de las personalidades y personajes que lo habitan, a través de ellos contamos la historia de Santander. Además, siempre hemos intentado plasmar lo estrechamente relacionada que está la ciudad de los vivos y la de los muertos en todos los sentidos: la historia y sus protagonistas; lo más trágico, como el incendio o la explosión del Cabo Machichaco, y su resurgir de la cenizas. También eso está representado aquí. Ciriego es un fiel reflejo de nuestra historia más reciente.
Arquitectónicamente, se ve cómo ha evolucionado la construcción de los panteones: desde los monumentos y palacetes de antes a las edificaciones lineales y sencillas de ahora. También a nuestro cementerio ha llegado la globalización, con tumbas que antes era impensable encontrarte, llenas de color, algo totalmente diferente a nuestra cultura. Como ha llegado la globalización a la ciudad, ha llegado al cementerio. Hay que hacer un recorrido para darte cuenta de que Ciriego es un fiel reflejo de nuestra historia más reciente.
«Pese a ser más numerosas que los entierros, son muchas las cenizas que llegan a nuestro cementerio»
«Cada vez más gente se acerca al cementerio, empiezan a ser espacios vivos, abiertos a la cultura y la educación»
«Tiene que haber un compromiso de las familias, cuidando y poniendo en valor los panteones que están en su poder»
–¿Los cambios también tienen que ver con que ahora hay más incineraciones que inhumaciones, digamos, al uso?
– Evidentemente, la incineración es el futuro, pero en Ciriego tenemos la gran suerte de que, pese a ser mucho más numerosas las incineraciones que los entierros, sí son muchas las cenizas que llegan a nuestro cementerio para ser enterradas, con lo cual, la media de servicios prestados en los últimos años no ha bajado. Este año, en lo que llevamos trabajado, hemos hecho 834 incineraciones y 703 inhumaciones, entierros, de los que 300 son cenizas. Las familias no dejan de acudir a los cementerios a enterrar a sus seres queridos aunque sea en forma de cenizas.
–¿Ciriego puede crecer, puede expandirse si se agotan los espacios?
–Tiene para crecer, pero la situación con la que se encuentra ahora el cementerio de Ciriego es que tenemos cantidad de unidades de enterramiento –panteones, criptas, nichos...– cuya concesión ha vencido; los 99 años ya han pasado, eso se está comunicando, cumpliéndose escrupulosamente el reglamento para que todas las familias pasen por nuestras oficinas y actualicen la situación. Para todo aquello que no se actualiza, la idea que tenemos es darle una segunda vida. No tiene sentido seguir construyendo cuando tienes un patrimonio brutal en el cementerio al que dar una segunda vida.
Hemos aprobado en agosto de este año el protocolo a seguir, por ejemplo, para dar esa segunda vida a los panteones y criptas vencidos y que, además, están catalogados. ¿Con eso qué conseguimos? Que en vez de construirse un panteón o comprar un terreno, las familias adquieren uno que ya está en el cementerio, le dan una segunda vida, le consolidan y restauran, y obtienen una bonificación de hasta el 50% del valor del panteón para, con ese ahorro, consolidarlo. Y, por otro lado, nosotros no perdemos el patrimonio que atesora Ciriego. Y en cuanto a los nichos, las primeras 'nicherías' de Ciriego datan de entre 1925, 1930 y esos nichos se van a empezar a recuperar ahora. Entonces, yo creo que los cementerios – y como nosotros, les pasa a los demás– tenemos que reinventarnos. Es un poco lo que está pasando en la ciudad de los vivos.
-¿Hay futuro, entonces, para el cementerio de Ciriego?
-Ahí quizá prima más mi amor por los cementerios, que espero que no se pierdan. Es fundamental el compromiso institucional, que lo tenemos, porque durante todos estos años te puedo asegurar que desde el Ayuntamiento, desde el Consejo de Administración han apoyado todas las iniciativas que hemos llevado a cabo, y nos apoyan en lo que proponemos para para difundir el patrimonio, divulgar el cementerio y que la gente se acerque a ellos. Pero que no se nos olvide que tiene que haber un compromiso por parte de las familias, es decir, que no lo dejen caer, que se acerquen, que lo cuiden, que lo consoliden y que den la importancia y el valor que tienen los panteones que están en su poder. Entonces, yo creo que que los cementerios no van a desaparecer si nos comprometemos todos a que no desaparezcan.
Y yo también creo que, por mucho que la incineración sea el futuro, las cenizas deben acabar en el sitio que deben estar, que es un cementerio. El mejor sitio donde pueden reposar es un cementerio, por eso también seguimos haciendo cosas a petición de las familias. Una de ellas es el jardín de las cenizas. Había muchas familias que no querían un entierro convencional, no querían nicho, no querían panteón; querían un espacio donde poder reposar esas cenizas, un espacio digno, y ya tenemos el jardín de las cenizas.
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