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La figura del ferri se ha convertido en una imagen emblemática de la bahía santanderina. Andrés Fernández
El gran negocio del ferri

El gran negocio del ferri

En su viaje inaugural, el barco, recibido con banda de música y pasodobles, transportó 38 rolls royce

José Ahumada

Santander

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Lunes, 22 de enero 2018, 20:37

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La primera llegada del ferri a Santander tuvo un aire a 'Bienvenido Mr. Marshall': bajo un cielo azul y limpio de nubes, el público, numerosísimo, esperaba en los alrededores de la Estación Marítima al 'Armorique', capitaneado por Francis Gervain; la Banda Municipal de Música, formada en el muelle, aguardaba la señal para interpretar alegres pasodobles. Frente al punto de atraque se agolpaban las autoridades y los representantes de la compañía, Britanny Ferries (BF); entre éstos, Modesto Piñeiro, agente general de la naviera en España.

Modesto (hijo), hoy consignatario de BF, recuerda que aquel día -18 de abril de 1978-, el primero en bajar del barco fue un ciclista. «Era el que más fácil lo tenía para salir». Después, de la proa levantada comenzaron a salir rolls royce, hasta formar una impresionante caravana de 38 vehículos de lujo. Al volante de uno de ellos iba el alcalde de Plymouth, de etiqueta y con sombrero de copa, acompañado de su elegante mujer, que al apearse recibió el saludo de su homólogo santanderino, Juan Hormaechea.

Modesto Piñeiro cuenta que, meses antes, su padre se había enterado de que una naviera estaba visitando los puertos del Norte del país para ver qué posibilidades había de establecer una línea de pasajeros. Primero logró enterarse de qué compañía era y, después, averiguó en qué hotel se alojaban y les envió una carta. A ese primer contacto siguieron otros y muchas conversaciones, hasta que el proyecto salió adelante.

Antes había habido otros intentos de conectar la capital montañesa con Inglaterra. Pocos años antes la naviera Aznar estableció una línea con Southampton que no terminó de funcionar: la firma quebró y los buques terminaron transportando peregrinos a La Meca. Los responsables de Britanny Ferries vieron que la duración del trayecto era uno de los principales obstáculos para captar clientela: el viaje duraba 35 horas, lo que suponía pasar dos noches a bordo. Para acortarlo y, a la vez, abaratar su precio, se decidió fijar el punto de partida en Plymouth. Con el 'Armorique', capaz de navegar a veinte nudos, la travesía se reducía a 23 horas. Para hacer más llevadero ese día en el mar, el barco fue remozado y se le dotó de salas de cine y de juegos, y se mejoraron los restaurantes.

«Espero que el español entienda mejor Irlanda y que podamos exportar turistas con la nueva línea»

«El perfil del viajero es un jubilado británico con una propiedad en el Sur de España o Portugal»

Manuel Pascual, Director de Britanny Ferries en España

Demanda de mercancía

«Cuando empezó -continúa Modesto Piñeiro-, se dedicaba básicamente al tráfico de pasajeros (en su viaje inaugural transportó 700 viajeros y 170 vehículos). En principio no iba a mantenerse la línea todo el año, pero el trayecto se fue consolidando. Después se vio que en temporada baja había una demanda de mercancía rodada, y se desarrolló este tráfico complementario en esa época».

Actualmente, el transporte de pasajeros y el de mercancías se complementan. El director de BF en España, Manuel Pascual, dice que se trata de una línea «muy versátil». «La línea la sostiene la carga, y el beneficio se gana con los turistas. Un barco es un garaje, unos camarotes y un servicio de restauración», y a partir de ahí comienzan las combinaciones que lo hacen más o menos rentable: «Lo ideal sería que en cada camarote hubiese una pareja con un ferrari en el garaje, pero a veces no tienes coches y llevas camiones; un camión ocupa como varios coches, pero sólo lleva un chófer; un autobús lleno de gente supone muchas cabinas». El año pasado, en sus idas y vueltas, transportó 230.000 pasajeros, 90.000 coches y 20.000 camiones. ¿Qué llevan esos camiones? «Mucha mercancía de congelado -también importamos marisco vivo-, piezas de automóvil que vienen de allá... de aquí parten con fruta del Mediterráneo... Todo lo que puedas imaginar», detalla Pascual.

El impacto económico de la línea es enorme: con dos frecuencias semanales, supone un tráfico muy importante para el puerto de Santander, y un flujo de dinero que se reparte por la ciudad, la región y las comunidades vecinas. «BF no sólo vende el pasaje de la travesía -apunta Piñeiro-: vende paquetes turísticos y una buena parte de ellos tiene Cantabria como destino. Tiene acuerdos con una red de paradores, hoteles, apartamentos, casas rurales, parkings...». Esta misma semana, en Fitur, se calculaba que BF, a través de su operador Cruise and Drive, aporta cerca de 25.000 pernoctaciones en la región.

En esta misma feria de turismo, el ministro Íñigo de la Serna hablaba del trayecto que va establecer BF para conectar Santander con la localidad irlandesa de Cork. Según sus cálculos, la nueva conexión supondrá un incremento del 0,25% para el PIB de la región, además de la creación de empleos en Astander -donde se realizan las reparaciones y los trabajos de mantenimiento de los buques-.

Datos

  • 230.000 asajeros transportó la línea del Britanny Ferries que conecta Santander con Inglaterra durante el año pasado.

  • 120 personas trabajan en la limpieza de los barcos cuando viajan a plena capacidad. Arreglan 500 camarotes en tres horas.

BF genera más trabajo en Santander, y no sólo las 18 personas que trabajan al lado de Manuel Pascual. En cada ferri que llega hay que limpiar. El 'Pont Aven' significa medio millar de camarotes: si se suman las habitaciones del hotel Santemar, del Sardinero, del Real, del Chiqui y del Hoyuela, no llegan a esa cifra, y hay que dejarlas listas en tres horas. Eso supone un equipo -que varía entre el invierno y el verano por la cantidad de pasajeros- que puede llegar a las 120 personas. Arreglar el camarote también quiere decir mudar las camas: cada viaje supone cuatro o cinco toneladas de ropa que hay que lavar, secar y planchar. Eso no se hace con menos de una docena de trabajadores -y con una instalación industrial a propósito- que además han de transportar la carga.

Para acortar el tiempo del viaje, se decidió conectar Santander con Plymouth

En cuanto a los viajeros, su perfil, como indica Pascual, corresponde a «un jubilado con una propiedad en el Sur de España o Portugal que va y viene un par de veces al año a Inglaterra». No tiene prisa y sabe a dónde va: compra tabaco y llena el depósito del coche al llegar y al partir, porque está más barato. Los españoles, en cambio, suponen un porcentaje mínimo de los viajeros del ferri. «A los británicos les encanta España y no les importa conducir por aquí (recordemos que ellos circulan por su izquierda), y a los españoles, en cambio, les da miedo. El ferri es mucho más caro que el avión, así que no tiene sentido si no vas en coche».

El cliente soñado

Para seguir hablando de sus pasajeros, el director de BF recomienda hablar con el Hotel del Oso, en Cosgaya. Allí está Teresa Rivas, una de sus propietarias. «La llegada de ingleses es una gran aportación, sobre todo en las temporadas medias, como mayo-junio y septiembre-octubre. El ferri es algo muy importante para Liébana, para la zona de costa e incluso para Asturias. Es un cliente excepcional: de una edad tirando a alta, aprecia la naturaleza -hay muchos con conocimientos de pájaros y flores-, viene bastante bien informado sobre qué hacer o a dónde ir; disponen de un buen presupuesto y, además, es un viajero respetuoso, con un comportamiento muy bueno. El ferri aporta muchos beneficios y nos parece una buena noticia esa nueva conexión con Irlanda».

También Manuel Pascual espera mucho de la nueva línea. «Ya tenemos muchos irlandeses en el ferri, porque también tienen propiedades en España y Portugal. Conocen el Norte y les encantan los pueblos con montañas y el mar tan cerca; hay también mucho turismo religioso. Confiamos en tener carga: no deja de ser un país de menos de cuatro millones de habitantes, que ha salido muy bien de la crisis y al que no afecta el 'Brexit'. También espero que el español entienda mejor Irlanda y podamos exportar turistas».

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